Atrapados en una red de represión: Ataques contra los defensores y defensoras de los derechos humanos en Irán

Irán lleva a cabo una implacable represión contra personas que se enfrentan a la injusticia y defienden los derechos humanos.

Los valientes defensores y defensoras de los derechos humanos se han visto sometidos a asfixiantes niveles de represión a manos del aparato judicial y de seguridad de Irán.

Decenas de defensores y defensoras de los derechos humanos —como activistas contra la pena de muerte o en favor de los derechos de la mujer, activistas sindicales, activistas en favor de los derechos de las minorías, abogados y abogadas de derechos humanos, y activistas que reclaman la verdad, justicia y una reparación por las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas masivas de la década de 1980— pueden ser condenados a largas penas de cárcel por sus actividades pacíficas, y muchas otras personas están siendo sometidas a vigilancia, interrogatorios y a interminables juicios. Quienes defienden los derechos humanos son a menudo señalados como “agentes extranjeros” y “traidores” por la prensa estatal, y procesados y encarcelados por cargos falsos relacionados con la “seguridad nacional”.

Las autoridades iraníes deben poner en libertad inmediata e incondicionalmente a todos los defensores y defensoras de los derechos humanos encarcelados sólo por ejercer de manera pacífica su derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión. Asimismo, deben poner fin al uso indebido del sistema de justicia para silenciar a activistas.

Únete la campaña de Amnistía Internacional en defensa de los valientes defensores y defensoras de los derechos humanos en Irán que han puesto en peligro su vida y libertad para ayudar a otras personas. Firma nuestra petición.

Estas personas lo han arriesgado todo para construir una sociedad más humana y justa.

Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional

CAMPAÑAS DIFAMATORIAS Y ESTIGMATIZACIÓN

La criminalización de los defensores y defensoras de los derechos humanos en Irán tiene lugar en el contexto de un aumento de las constantes campañas de difamación en su contra. Las autoridades equiparan sistemáticamente la defensa de los derechos humanos con el “espionaje” y la “incitación a la sedición”.

Las mujeres que se oponen al uso obligatorio del velo (hiyab) también han sido objeto de campañas difamatorias en los medios de comunicación estatales, en los que se suelen utilizar términos despectivos como “rameras”, “desviadas” y “corruptas” para denigrarlas y degradarlas.

La finalidad de las campañas difamatorias contra los defensores y defensoras de los derechos humanos no es sólo desacreditar su trabajo ante la opinión pública, sino también hacer fermentar una actitud de desconfianza —e incluso hostilidad— hacia quienes defienden los derechos humanos por parte de los medios de comunicación y el resto de la sociedad.

Cargos por los que se ha criminalizado sistemáticamente a los defensores y defensoras de los derechos humanos

“reunión y colusión para cometer delitos contra la seguridad nacional”
por asistir a protestas pacíficas o celebrar concentraciones de solidaridad en favor de presos y presas de conciencia
“difusión de propaganda contra el sistema”
por distribuir folletos contra la pena de muerte o denunciar la tortura
“constitución de un grupo formado por más de dos personas con la finalidad de perturbar la seguridad nacional”
por participar en una campaña para acabar con la pena de muerte
“insultos al Líder Supremo”
por publicar comentarios de Facebook en los que se condena el historial de ejecuciones de las autoridades
“insultos a los símbolos sagrados del islam”
por escribir un relato sobre la terrible práctica de la lapidación

VALIENTE es defender los derechos humanos en Irán

Irán: Libertad para los y las activistas de derechos humanos injustamente encarcelados

El espacio para el activismo de derechos humanos en Irán se reduce rápidamente debido a la intensificación de la represión por parte de los órganos judiciales y de seguridad del Estado. Sin embargo, quienes luchan contra la pena de muerte, los y las activistas de los derechos de las mujeres y de las minorías, sindicalistas y muchas otras personas siguen haciéndose oír con valentía.

Su determinación les hace sufrir graves consecuencias: son encarcelados tras juicios manifiestamente injustos y los medios de comunicación estatales iraníes los señalan como “enemigos del Estado” y “traidores”.

Narges Mohammadi es una destacada y galardonada activista de derechos humanos, fuente de inspiración para muchas personas. Lucha contra la pena de muerte y defiende apasionadamente los derechos de las mujeres. Ya ha cumplido seis años de prisión por su labor en el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos, y ahora ha sido condenada a otros 16 años de cárcel. Narges ha sufrido convulsiones en prisión y necesita atención médica especializada que no puede recibir allí. Se la ha separado cruelmente de su familia, incluidos sus dos hijos de corta edad, Ali y Kiana, a quienes no ve desde hace dos años.

Arash Sadeghi ha sido condenado a 19 años de prisión. ¿Su delito? Actividades pacíficas de derechos humanos, como comunicarse con Amnistía Internacional. Arash ha recibido un trato estremecedor en la cárcel. Ha sido sometido a torturas, palizas y humillaciones sexuales. Fue detenido junto con su esposa, cuyos gritos pudo oír en la celda de al lado cuando la sometían a ella también a interrogatorio. El activista está gravemente enfermo tras una prolongada huelga de hambre y necesita con urgencia atención médica especializada.

Los casos de Narges y Arash no son más que la punta del iceberg. Decenas de personas más en Irán sufren acoso, y algunas incluso tortura y prisión, sólo por tener el coraje de alzar la voz contra la injusticia.

Pero podemos encontrar la chispa de coraje que todos y todas tenemos para alzar la voz por lo que es correcto. Únete y pide al ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, que:

  • ponga en libertad inmediata e incondicionalmente a Narges Mohammadi y a Arash Sadeghi;
  • ponga en libertad a todos los demás defensores y defensoras de los derechos humanos encarcelados sólo por ejercer pacíficamente sus derechos y, hasta que sean liberados, se asegure de que todos reciben la atención médica que necesitan y, en caso necesario, son trasladados fuera de la prisión para ello;
  • se asegure de que no se utiliza el sistema de justicia penal contra los defensores y defensoras de los derechos humanos por sus actividades pacíficas, y garantice un entorno seguro y propicio en el que se puedan defender y promover los derechos humanos sin temor a sufrir represalias, castigos o intimidación.

No pararemos hasta que todas estas personas estén libres. Firma ya la petición y haz saber a Irán que el mundo está mirando.

Estoy en mi propio país, condenada y encarcelada por el delito de ser defensora de los derechos humanos, feminista y contraria a la pena de muerte.

Narges Mohammadi en la prisión de Evín, junio de 2016

NARGES MOHAMMADI

Narges Mohammadi —destacada y galardonada activista de derechos humanos, opositora decidida contra la pena de muerte y apasionada defensora de los derechos de las mujeres— ha sido condenada a 16 años de cárcel por su trabajo pacífico de derechos humanos y ha sido objeto de campañas de desprestigio a causa de su labor en favor de los derechos humanos. Actualmente se encuentra recluida en la prisión de Evín, en Teherán. Ya ha cumplido una condena de seis años por su trabajo en el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos, que fue cerrado a la fuerza por las autoridades en 2008 tras llevar funcionando en Irán varios años.

Narges Mohammadi se ha enfrentado durante años al acoso y la intimidación de las autoridades iraníes, y ha ingresado en prisión en varias ocasiones en el último decenio a causa de sus actividades en favor de los derechos humanos. La última vez que la arrestaron fue en mayo de 2015. Las autoridades le dijeron que la arrestaban para que siguiera cumpliendo la condena de seis años que le había sido impuesta en 2011. La activista cree que su detención fue una represalia por haberse reunido con Catherine Ashton, la entonces máxima representante de la UE para política exterior, el Día Internacional de la Mujer de 2014.

En mayo de 2016, tras un juicio injusto ante un tribunal revolucionario de Teherán, Narges Mohammadi fue condenada a 16 años más de prisión por “constitución de un grupo formado por más de dos personas con la finalidad de perturbar la seguridad nacional”, “reunión y colusión para cometer delitos contra la seguridad nacional” y “difusión de propaganda contra el sistema”. El primer cargo, que representa 10 años de la condena, estaba relacionado con su participación en una campaña contra la pena de muerte.

Entre las “pruebas” presentadas contra ella ante el tribunal figuraban las entrevistas que había realizado en los medios de comunicación sobre las violaciones de derechos humanos en Irán, su participación en concentraciones pacíficas ante las prisiones para apoyar a las familias de los presos y presas condenados a la pena capital, el contacto que mantenía con otros defensores y defensoras de los derechos humanos —entre ellos la nobel de la Paz Shirin Ebadi—, su participación en protestas pacíficas contra las agresiones con ácido a mujeres, y la reunión que mantuvo en 2014 con Catherine Ashton (ex alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad).

Narges Mohammadi padece problemas de salud, entre ellos un trastorno neurológico que le ha provocado convulsiones estando en prisión, y necesita atención médica especializada constante.

La activista también tiene dos hijos mellizos de 10 años, Ali y Kiana, de los cuales se la ha separado cruelmente y a quienes no ve desde hace dos años. Los niños se vieron obligados a salir de Irán para vivir con su padre en Francia desde que Narges fue encarcelada, pues no hay nadie que cuide de ellos en Irán en estas circunstancias.

Narges Mohammadi se preocupa por el sufrimiento del prójimo. Cuando sabía de alguna ejecución prevista, hacía lo posible por salvar a esa persona. Si no lo lograba, se unía a la familia ante la prisión en un gesto solidario.

La abogada de derechos humanos y premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi, octubre de 2016

Arash Sadeghi, que el 29 de septiembre pasó por segundo año consecutivo su cumpleaños en prisión, se halla recluido en la prisión de Evín (Teherán) y cumple dos condenas distintas que ascienden a 19 años.

El activista de los derechos humanos Arash Sadeghi se halla encarcelado en la prisión de Evín, donde cumple dos condenas distintas que ascienden a 19 años. Arash está siendo castigado por sus actividades pacíficas de derechos humanos, entre ellas comunicarse con Amnistía Internacional y proporcionar —a la organización y a otros grupos de derechos humanos— información sobre la situación de los derechos humanos en Irán. El activista está gravemente enfermo tras una prolongada huelga de hambre y necesita atención médica especializada constante, que no puede recibir en prisión. Pese a ello, las autoridades iraníes han impedido de forma sistemática su ingreso en un hospital fuera de la cárcel.

Arash Sadeghi fue detenido el 6 de septiembre de 2014 junto con su esposa Golrokh Ebrahimi Iraee, también defensora de los derechos humanos. Luego lo llevaron a la Sección 2A de la prisión de Evín, que está a cargo de la Guardia Revolucionaria Islámica, y estuvo recluido durante seis meses —la mayor parte del tiempo en régimen de aislamiento— hasta quedar en libertad con fianza el 14 de marzo de 2015. Arash denunció que durante este periodo fue reiteradamente sometido a torturas, como palizas y humillaciones sexuales.

En agosto de 2015, tras un juicio injusto ante un tribunal revolucionario de Teherán, Arash Sadeghi fue condenado a 15 años de prisión por cargos falsos, como “difusión de propaganda contra el sistema”, “reunión y colusión para cometer delitos contra la seguridad nacional”, “insultos al fundador de la República Islámica” e “infundios”. El tribunal mencionó en la sentencia más de 50 actividades pacíficas de derechos humanos como “prueba” de la participación de Arash en “acciones contra la seguridad nacional”. El tribunal activó además una condena condicional de cuatro años de prisión que le había sido impuesta en 2011 también por su activismo pacífico. Golrokh Ebrahimi Iraee, que fue juzgada junto con su esposo, fue condenada a seis años de prisión por un relato no publicado que escribió sobre la cruel práctica de la lapidación. Más tarde redujeron la condena a tres años y medio en el marco de un indulto concedido con motivo del Nowrooz, el Año Nuevo iraní. Actualmente se encuentra recluida en la prisión de Evín.

El segundo día de mi detención, oí a mi esposa llorar en la habitación de al lado. Me dijeron que la iban a ejecutar.

Arash Sadeghi

Actividades en Internet

Para comunicarse y organizarse, muchos defensores y defensoras de los derechos humanos dependen fundamentalmente de las redes sociales y las plataformas digitales de comunicación. Por consiguiente, las autoridades utilizan cada vez más las publicaciones en Facebook, Twitter y otras redes sociales como “prueba” de actividades delictivas. A Alireza Farshi Yekenli, el fundador de una campaña online para conmemorar el Día Internacional de la Lengua Materna en Irán, se le ha impuesto una condena de 15 años de prisión por su activismo pacífico en apoyo de los derechos de las minorías lingüísticas. Las publicaciones de Alireza Farshi en Facebook y Telegram, una conocida aplicación de las redes sociales, se mencionan como “pruebas delictivas” en la sentencia del caso. Según el tribunal, estas publicaciones reflejan que Alireza Farshi tiene una “mentalidad hostil contra la integridad territorial del país” y “promueve ideas separatistas”. En realidad, las publicaciones abarcan una amplia variedad de temas que van desde la situación de los presos y presas de conciencia que pertenecen a la minoría turca azerbaiyana hasta amplias cuestiones relacionadas con la historia, el lenguaje, la condición de nación y la identidad.

Intensificación de la represión

El uso de cargos relacionados con la seguridad nacional y otras acusaciones para silenciar a quienes defienden los derechos humanos no resulta nuevo en Irán, ni tampoco los juicios manifiestamente injustos ante tribunales revolucionarios. Sin embargo, en general, los defensores y defensoras de los derechos humanos atrapados en la red de la represión estatal han notado que el trato que reciben a manos del abusivo sistema de justicia penal iraní ha empeorado significativamente.

En Irán, los juicios de defensores y defensoras de los derechos humanos por cargos relacionados con la seguridad nacional se celebran ante tribunales revolucionarios, que se caracterizan por llevar a cabo procesos injustos, sumarios y predominantemente secretos. El juicio de la activista contra la pena de muerte Atena Daemi ante un tribunal revolucionario en marzo de 2015 fue manifiestamente injusto: se celebró a la vez que el de otros tres activistas, tuvo una duración total de 45 minutos y a Atena no se le permitió estar en la sala del juicio al mismo tiempo que las otras personas junto con las que se la juzgaba. Ahora cumple una condena de siete años de prisión tras ser declarada culpable de cargos relacionados con su activismo, tales como haber participado en el creciente movimiento iraní contra la pena de muerte.

Los defensores y defensoras de los derechos humanos suelen estar recluidos en aislamiento prolongado y tienen poco o ningún acceso a sus familias. Muchas de estas personas sufren tortura u otros malos tratos durante los interrogatorios y algunas se ven obligadas a “confesar” bajo coacción, mientras los jueces obvian sistemáticamente ordenar la realización de investigaciones sobre sus denuncias de tortura. Arash Sadeghi afirmó que, tras su detención en septiembre de 2014, sus interrogadores lo torturaron dándole patadas, golpes en la cabeza, bofetadas y asfixiándolo, entre otros actos. No se llevó a cabo ninguna investigación sobre sus denuncias de tortura y otros malos tratos. Arash Sadeghi denunció que, durante su juicio, le dijo al juez que había sido torturado bajo custodia, pero que se burlaron de él y le dijeron que “todo el mundo d[ecía] eso”. Los activistas de los derechos de las minorías Mohammad Ali Amouri y Rahman Asakereh han afirmado que, tras ser detenidos en 2011, fueron torturados repetidamente, incluso por medio de privación del sueño y de la comida, patadas, golpes con cables eléctricos y mangueras de gas, y suspensión del techo.

A los defensores y defensoras de los derechos humanos se les niega sistemáticamente el acceso a asistencia letrada desde el momento del arresto y durante las investigaciones. A los abogados y abogadas no sólo se les niega sistemáticamente el acceso a sus clientes, sino que las autoridades suelen dirigirse también contra ellos. El destacado abogado de derechos humanos Abdolfattah Soltani continúa consumiéndose en Irán, cumpliendo una condena de 13 años por cargos falsos por llevar a cabo su labor profesional y defender pacíficamente los derechos humanos.

Libertad para nuestros defensores ¡YA!

Únete @amnesty y dile @JZarif, de Irán, que defender los derechos humanos NO es delito. #FreeOurDefenders