Esperanzas hechas añicos
Un musulmán cuenta cómo ha quedado desprotegido en tierra de nadie —y teme por su vida— al verse obligado a esconderse tras la prohibición de viajar de Trump.
Una familia desgarrada por una firma
Fue una elección atroz que ninguna familia debería verse obligada a hacer jamás.
¿Debían quedarse junto a sus dos hijas pequeñas y arriesgarse a perder la que quizá fuera su única oportunidad de escapar de los horrores de la guerra o tratar de huir hacia la libertad dejando a su hija de un año en un país extranjero al otro lado del mundo?
Este es el dilema infernal al que se enfrentaban Baraa Ahmed —ciudadano con doble nacionalidad estadounidense y yemení— y su esposa, separados de su bebé de pecho después de que el mes pasado el presidente Trump firmase la prohibición discriminatoria de viajar.
Cuando una corte federal de primera instancia estadounidense dictó la suspensión temporal de la prohibición, los ciudadanos y ciudadanas yemeníes con visados en vigor se apresuraron a viajar a Estados Unidos para evitar la amenaza de una nueva prohibición. Pero el visado de la hija pequeña de Baraa no había sido aprobado aún, así que la pareja se enfrentó a una decisión imposible: optaron por volar a Estados Unidos y dejar atrás a su pequeña.
La única opción era dejar a mi pequeña […]. Fue una elección muy cruel. Pero, ¿qué otra cosa podía haber hecho? No tuve elección. No podía arriesgarme a que todas perdieran la oportunidad de entrar.
Baraa Ahmed, ciudadano con doble nacionalidad yemení estadounidense