Todas las partes en el prolongado conflicto de Siria y sus aliados seguían perpetrando ataques ilegítimos, homicidios de civiles y destrucción de infraestructuras vitales. Grupos armados apoyados por Turquía mataron ilegítimamente a cuatro civiles. El gobierno y los grupos armados negaron a la población civil el acceso a la ayuda humanitaria. El gobierno seguía sometiendo a decenas de miles de personas a desaparición forzada; la Asamblea General de la ONU creó una institución internacional para esclarecer la suerte de quienes habían desaparecido y ofrecer reparación a sus familias. El gobierno y las fuerzas armadas detuvieron arbitrariamente a varias personas por expresar sus opiniones. Las personas refugiadas seguían corriendo el riesgo de ser detenidas a su regreso a Siria. El gobierno seguía impidiendo a la población del noroeste de Siria —incluida la desplazada internamente allí— el acceso a servicios esenciales, con lo que violaba sus derechos económicos y sociales. El gobierno violó el derecho a la vivienda de habitantes de la ciudad de Alepo cuyas casas se habían visto afectadas por fuertes terremotos el 6 de febrero. El ejército israelí sofocó violentamente protestas contra la instalación de aerogeneradores en los Altos del Golán, zona siria ocupada por Israel desde hacía 56 años.
Leer másRetiene la pena de muerte en la legislación
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