Unas 400 personas de la Guatemala rural permanecen varadas en la frontera entre México y Guatemala en refugios temporales y tiendas, sin acceso adecuado a agua, comida o suministros médicos, después de que se haya ejecutado la orden de desalojo dictada contra ellas por un tribunal guatemalteco. Bebés, niños, niñas y personas ancianas sufren problemas de salud tales como diarrea y fiebre, y apenas hay acceso a ayuda humanitaria.