El mes pasado, Yvonne Leung Lai Kwong, de 21 años, estudiante universitaria y presidenta de un sindicato estudiantil, se encontró al frente de las manifestaciones prodemocracia de Hong Kong. Yvonne nos ofrece sus reflexiones sobre las protestas, en gran parte juveniles, que en su punto álgido llevaron a 100.000 personas a las calles.
Yo no diría que soy una organizadora de las manifestaciones: aquí no hay solamente un organizador. Pero sin duda los jóvenes y estudiantes han sido los principales impulsores.
Yo llegué hasta aquí de forma bastante inesperada. Primero me presenté a la presidencia del sindicato estudiantil, hace ocho meses, con la intención de unir a los estudiantes y ayudar donde fuera necesaria. Nunca pensé que las cosas se desarrollaran de este modo.
Hay quien dice que la escala de las manifestaciones se debe a que los estudiantes desempeñan un papel clave, y es cierto que algunas personas llegaron en solidaridad después de que la policía usara gas lacrimógeno y pulverizadores de pimienta. Es difícil saber con certeza qué habría pasado si eso no hubiera ocurrido. Sin embargo, sí creo que la gente está quedándose ahora porque les impulsa la fuerza y la convicción de los jóvenes a la hora de reivindicar una democracia real. A mí también me conmueven los manifestantes que se quedaron en la calle a pesar del gas lacrimógeno.
Los manifestantes “más educados”
“La gente que está en la calle se considera una moneda de cambio que puede ayudarnos a negociar con el gobierno.”
Estas tres semanas que llevo en la calle con mis compañeros manifestantes están siendo una experiencia intensa. Muchos nos hemos hecho muy amigos y nos preocupamos realmente de la seguridad de cada uno de nosotros. También he visto una gran autodisciplina por parte de los estudiantes y los jóvenes. Han dirigido el reciclado de materiales y recursos en los lugares de las protestas, y algunos también han limpiado las calles como voluntarios.
Nadie está dirigiendo estas actividades, sino que hay voluntarios que asumen tareas espontáneamente. Por ejemplo, mis compañeros de clase en la universidad vienen cada mañana y se organizan por turnos. He visto también a jóvenes en bicicleta llevando comida a quienes no han comido. Por estos actos de conciencia cívica nos han llamado “los manifestantes más educados”. Creo que aquí se han forjado muchos lazos fuertes que durarán largo tiempo.
Bolsas para reciclado depositadas en la calle durante las protestas de Hong Kong.
Sé que quienes nos critican dicen que las manifestaciones han causado pérdidas económicas y molestias a la gente. Lo reconocemos en parte y hemos pedido disculpas con frecuencia a las personas afectadas, como los trabajadores que han tenido que salir de casa antes por las interrupciones de tráfico. A veces también hemos tratado de negociar con los manifestantes que ocupaban carreteras para que pudieran pasar los vehículos, pero también respetamos las decisiones de los manifestantes si insisten en quedarse en las carreteras. La gente que está en la calle se considera una moneda de cambio que puede ayudarnos a negociar con el gobierno.
Qué quieren los jóvenes
Luchamos por una democracia real, pero el aumento de la desigualdad es otra razón por la que han aparecido tantos jóvenes. Creemos que la movilidad social está disminuyendo y nos cuesta mucho ascender en la escala social.
A mis padres les preocupa mucho mi seguridad, pero también comprenden y comparten mis creencias políticas. Me llaman cada día para asegurarse de que estoy bien y también han tratado de convencerme para que me retire. Llevo tres semanas faltando a clase y, como los demás, estoy impaciente por ver una resolución. El próximo diálogo con el gobierno es, sin duda, un paso positivo, pero no estoy en condiciones de predecir qué saldrá de allí. Salvo que haya algún avance real hacia un auténtico sufragio universal, no vamos a ceder.