Hace mucho que Libia es un lugar inseguro para las personas refugiadas y migrantes. Tanto actores estatales como no estatales someten a estas personas a toda una serie de violaciones y abusos contra los derechos humanos, como homicidios ilegítimos, tortura y otros malos tratos, violaciones y otros actos de violencia sexual, detención arbitraria por tiempo indefinido en condiciones crueles e inhumanas, y trabajo forzoso, entre otros. A pesar del bien documentado historial de terribles abusos cometidos con impunidad durante más de un decenio, las instituciones y los Estados europeos continúan proporcionando apoyo material y aplicando políticas migratorias que permiten a la guardia costera libia interceptar a hombres, mujeres, niños y niñas que tratan de huir en busca de seguridad cruzando el Mediterráneo y devolver a estas personas a Libia, donde son trasladadas a centros de detención abusivos en los que sufren nuevos ciclos de violaciones de derechos humanos.