Oriente Medio y Norte de África

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Resumen

La región de Oriente Medio y Norte de África se vio asolada por crisis, conflictos y agitación en 2024. Las acciones de Israel en Gaza tuvieron un coste catastrófico para la población civil y constituyeron genocidio. Israel también intensificó su conflicto armado con Hezbolá en Líbano. El repentino derrocamiento del presidente sirio, Bachar al Asad, en diciembre puso de manifiesto las consecuencias de decenios de impunidad de las violaciones de derechos humanos en una región asolada por la represión constante y por el aumento de las prácticas autoritarias en varios países.

La implacable ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza ocupada intensificó la prolongada crisis humanitaria causada por el bloqueo ilícito que Israel mantenía sobre el territorio desde hacía 18 años. Como consecuencia de ello, la mayor parte de la población gazatí se vio desplazada, sin hogar, hambrienta, expuesta a enfermedades potencialmente mortales e incapaz de acceder a asistencia médica, electricidad y agua apta para el consumo.

Irak, Irán, Líbano, Siria y Yemen se vieron arrastrados al conflicto. Por primera vez, Irán e Israel lanzaron abiertamente ataques directos recíprocos contra sus territorios. En septiembre, las hostilidades transfronterizas entre Israel y el grupo armado Hezbolá escalaron hasta convertirse en intensos enfrentamientos militares. Israel atacó zonas de todo Líbano, con efectos devastadores para la población civil.

Aunque millones de personas protestaron en todo el mundo contra la actuación de Israel en Gaza, a lo largo de 2024 los gobiernos del mundo —tanto a nivel individual como multilateral— se abstuvieron repetidamente de emprender acciones significativas para poner fin a las atrocidades y tardaron incluso en pedir un alto el fuego. Mientras tanto, el sistema de apartheid de Israel se fue haciendo cada vez más violento en la Cisjordania ocupada, y se caracterizó por un fuerte aumento de los homicidios ilícitos y los ataques perpetrados por colonos israelíes contra la población civil palestina con el respaldo del Estado.

Los efectos de otros conflictos de larga duración en Irak, Libia, Siria y Yemen siguieron arruinando la vida de millones de personas, sobre todo de las pertenecientes a comunidades marginadas, a muchas de las cuales se les negó el derecho a alimentos, agua, una vivienda adecuada, asistencia médica y seguridad.

Los mecanismos internacionales de justicia tomaron medidas importantes para garantizar la rendición de cuentas en Israel y el Territorio Palestino Ocupado y en Libia. Pero los países aliados de Israel y otros actores poderosos las atacaron o desestimaron, con lo cual protegieron a los perpetradores frente a la acción de la justicia y dejaron aún más al descubierto el doble rasero aplicado y el fracaso del orden mundial basado en normas.

En toda la región, gobiernos y agentes armados no estatales continuaron reprimiendo la disidencia. Las autoridades detenían, torturaban y procesaban injustamente a las voces disidentes y críticas, castigándolas con duras condenas, incluida la pena de muerte. Entre las personas perseguidas había periodistas, comentaristas de Internet, activistas de la esfera política o sindical, gente que expresaba solidaridad con la población palestina y defensores y defensoras de los derechos humanos. En algunos países, las fuerzas de seguridad emplearon fuerza ilícita e incluso letal, junto con desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias masivas, para reprimir las protestas. Prácticamente todos los responsables de estos delitos gozaban de impunidad.

En toda la región seguía estando muy extendida la discriminación por motivos de género, raza, nacionalidad, situación jurídica, etnia, orientación sexual, identidad o expresión de género, religión y clase.

Los principales Estados productores de combustibles fósiles no tomaron medidas para hacer frente al cambio climático, a pesar de que la región seguía sufriendo las consecuencias perjudiciales, a menudo mortales, de la crisis climática, como fenómenos meteorológicos extremos y catástrofes de aparición más lenta, como la creciente escasez hídrica.

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