Hong Kong: Los cañones de agua representan un verdadero peligro en manos de una policía de gatillo fácil

La policía de Hong Kong debe actuar con suma prudencia si despliega cañones de agua en las próximas protestas, ha manifestado Amnistía Internacional, advirtiendo de que el empleo de estas potentes armas en las calles densamente pobladas de la ciudad podría causar lesiones graves.

Ante esta estrategia de gatillo fácil, cabe plantearse si los agentes de policía pueden utilizar cañones de agua sin que la gente corra por ello riesgo de sufrir lesiones graves.

Man-kei Tam, director de Amnistía Internacional Hong Kong

La organización ha puesto de relieve que la policía de Hong Kong ha utilizado reiteradamente gas lacrimógeno, balas de goma y granadas de esponja de manera excesiva e ilegítima durante las recientes protestas, y ha pedido moderación ahora que la policía se dispone a desplegar cañones de agua.

“Los cañones de agua no son un juguete que la policía de Hong Kong pueda utilizar en señal de fuerza. Son armas potentes, de efecto intrínsecamente discriminado y con el potencial de causar lesiones graves, e incluso la muerte. Pueden tirar a las personas, empujarlas contra objetos fijos, causar pérdida permanente de la vista o levantar objetos sueltos y propulsarlos como proyectiles. En las abarrotadas calles de Hong Kong, su empleo puede ser catastrófico”, ha señalado Man-kei Tam, director de Amnistía Internacional Hong Kong.

“Desde que estallaron las protestas en Hong Kong hace ya dos meses, la policía de la ciudad ha utilizado reiteradamente gas lacrimógeno y balas de goma sin respetar las normas internacionales pertinentes. Ante esta estrategia de gatillo fácil, cabe plantearse si los agentes de policía pueden utilizar cañones de agua sin que la gente corra por ello riesgo de sufrir lesiones graves.

Se espera que los cañones de agua estén listos para ser utilizados en Hong Kong a mediados de agosto.

Peligros

Amnistía ha puesto anteriormente de relieve los peligros del uso de cañones de agua por los cuerpos encargados de hacer cumplir la ley, especialmente en el caso de un terrible suceso ocurrido en Corea del Sur. El activista Baek Nam-gi perdió el conocimiento al ser alcanzado por un cañón de agua disparado a corta distancia y con demasiada fuerza durante la protestas contra el gobierno que tuvieron lugar en Seúl el 14 de noviembre de 2015. Las imágenes de vídeo del incidente revelan cómo el impacto directo en la cabeza lo tira al suelo y lo deja allí tendido, inconsciente. Los policías que manejaban el cañón no se detuvieron después de que cayera al suelo. Baek Nam-gi entró en coma y murió en el hospital el 25 de septiembre de 2016 a causa de las lesiones. Tenía 68 años.

La policía de Hong Kong ha estado probando tres vehículos antidisturbios y armados con cañones de agua, que cuestan 2,12 millones de dólares estadounidenses cada uno. En las pruebas se ha añadido un tinte a la mezcla líquida para marcar a las personas a fin de identificarlas posteriormente. El uso de tinte puede dar lugar a hostigamiento o detención injustificados después de la protesta. El agua puede también llevar otros aditivos, como diversas sustancias químicas irritantes que es imposible lanzar en dosis específicas y adecuadas.

“El uso de cañones de agua con sustancias químicas irritantes y tinte en zonas residenciales compactas representa una amenaza a la libertad de expresión y de reunión pacífica. Además del riesgo de lesiones graves, el uso de tinte entraña el peligro de que se marque indiscriminadamente a gran número de personas, como manifestantes pacíficos, periodistas y residentes locales, lo que, desde el punto de vista de los derechos humanos, suscita la preocupación de qué les ocurrirá a las personas marcadas una vez dispersa la multitud”, ha añadido Man kei Tam.

“Instamos a la policía de Hong Kong a ejercer la máxima moderación al decidir si desplegar cañones de agua. Esta potente arma antidisturbios debe sólo utilizarse de manera proporcionada y cuando la violencia alcance tal grado que no pueda contenerse abordando directamente a quienes participan en los actos violentos.”

A fecha de 6 de agosto, la policía afirmaba haber disparado 1.800 proyectiles de gas lacrimógeno, 300 balas de goma y 170 granadas de esponja desde que comenzaron las protestas, el 9 de junio. El 5 de agosto, cuando tuvo lugar la huelga general, la policía disparó 800 proyectiles de gas lacrimógeno en ocho distritos de la ciudad para dispersar a manifestantes.

Se ha detenido a más de 600 personas, y 44 han sido acusadas formalmente de un delito de “disturbios”, que está penado con hasta 10 años de prisión. La legislación de Hong Kong sobre “reunión ilegal” y “disturbios” no cumple las normas internacionales.

Fuerza excesiva

Son frecuentes los enfrentamientos entre manifestantes y policía, en los que se lanzan contra ésta y contra las comisarías proyectiles como ladrillos, cristales y cócteles molotov. Sin embargo, la respuesta de la policía no parece haber hecho más que aumentar la tensión.

La policía ha disparado gas lacrimógeno en zonas residenciales de densa urbanización, donde el gas ha entrado en las viviendas, e incluso en residencias de atención a personas ancianas. Los registros hospitalarios revelan que la persona atendida más joven ha sido un niño de un año a quien ingresaron de urgencia tras sufrir los efectos del gas lacrimógeno en su casa, en Wong Tai Sin, el lunes.

La policía antidisturbios ha cargado también contra manifestantes pacíficos, periodistas y residentes locales y ha utilizado gas lacrimógeno y balas de goma sin advertencia previa clara. La policía ha continuado disparando gas lacrimógeno en situaciones en que la gente abandonaba ya la protesta, sin darle tiempo ni, a menudo, una vía para dispersarse con seguridad.

Se han disparado balas de goma a pesar de haber mala visibilidad debido al humo del gas lacrimógeno, así como apuntando a la cabeza y la columna vertebral de manifestantes, periodistas y observadores de la situación de los derechos humanos.

“Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley han de poder desempeñar su función de proteger a la ciudadanía. No obstante, la violencia contra la policía no da a los agentes luz verde para responder con fuerza excesiva. La policía tiene que evitar las tácticas que exacerben la violencia y aplicar en su lugar un enfoque que mejore la situación”, ha afirmado Man-kei Tam.

Amnistía Internacional recomienda lo siguiente con respecto al uso de cañones de agua:

  • Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben ejercer la mayor moderación posible y recurrir a la fuerza sólo cuando sea estrictamente necesario.
  • Los cañones de agua sólo deben utilizarse en circunstancias estrictamente definidas y únicamente si su uso es licito, necesario y proporcionado para el objetivo legítimo de aplicación de la ley.
    Sólo deben utilizarse cuando el grado de violencia sea tan alto que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no puedan contener la amenaza disparando directamente contra las personas violentas sólo.
  • No deben utilizarse nunca contra personas situadas a corta distancia y jamás apuntando a la cabeza.
  • No deben utilizarse nunca contra personas sometidas ya a medidas restrictivas o incapaces de moverse.
  • No deben utilizarse nunca en espacios cerrados o zonas donde la reunión no pueda dispersarse, como calles sin salida, centros comerciales, estaciones de tren y estadios.
  • Ha de haber vías de dispersión o salida adecuadas, y han de hacerse advertencias a las personas asistentes a la reunión antes de utilizar los cañones de agua.
  • Un organismo independiente de peritos médicos, científicos, jurídicos y de otras materias debe realizar una evaluación rigurosa de los efectos y de los usos potenciales del cañón de agua a fin de evaluar con rigor y demostrar el uso legítimo y seguro del dispositivo con el propósito de hacer cumplir la ley conforme a reglas operativas específicas compatibles con las normas de derechos humanos.