Con el respaldo de Ruanda, el Movimiento 23 de Marzo (M23) ha matado, torturado y sometido a desaparición forzada a personas detenidas, a algunas de las cuales ha tomado como rehenes y recluido en condiciones inhumanas en lugares de detención de Goma y Bukavu, en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Estos actos violan el derecho internacional humanitario y pueden constituir crímenes de guerra, según ha manifestado hoy Amnistía Internacional.
Entre febrero y abril de 2025, Amnistía Internacional entrevistó a 18 exdetenidos civiles —todos ellos hombres— que habían sido recluidos ilícitamente en lugares de detención del M23 en Goma y Bukavu, y de los cuales nueve habían sido torturados por combatientes del M23.
“Las declaraciones públicas del M23 sobre el restablecimiento del orden en el este de la RDC ocultan el trato horrendo que dispensan a los detenidos. Castigan brutalmente a quienes consideran que se oponen a ellos e intimidan a los demás, de modo que nadie se atreve a desafiarlos”, afirmó Tigere Chagutah, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental y Austral. “Los actores regionales e internacionales deben presionar a Ruanda para que retire su apoyo al M23.”
Amnistía Internacional pide al M23 que libere de inmediato a los civiles detenidos arbitrariamente, incluidos los que están sometidos a desaparición forzada y cuyo paradero se debe revelar. El M23 debe dispensar un trato humano a los detenidos y proporcionarles acceso a asistencia letrada y a sus familiares. Además, debe permitir el acceso urgente de órganos de vigilancia independientes a todos sus lugares de detención.
Las declaraciones públicas del M23 sobre el restablecimiento del orden en el este de la RDC ocultan el trato horrendo que dispensan a los detenidos. Castigan brutalmente a quienes consideran que se oponen a ellos e intimidan a los demás, de modo que nadie se atreve a desafiarlos.
Tigere Chagutah, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental y Austral
Homicidios ilegítimos en los lugares de detención
Ocho exdetenidos afirmaron haber presenciado la muerte bajo custodia de otros detenidos, probablemente como consecuencia de la tortura y las duras condiciones de detención a las que se los sometía. Dijeron que había cientos de detenidos hacinados en celdas insalubres, sin comida, agua, instalaciones higiénicas ni atención médica suficientes. La mayoría eran recluidos en régimen de incomunicación y privados de acceso a familiares y asistencia letrada.
Según testimonios de exdetenidos, entre los lugares de detención del M23 en Goma figuran la delegación provincial de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANR), conocida como Chien Méchant (Perro Malo); un recinto cercano a la Radio-Televisión Nacional Congolesa (RTNC), ente público de radiotelevisión, situado en el monte Goma ; la sede de la Asamblea provincial; el complejo del sector militar 34, y un centro de detención improvisado en Kanyaruchinya, a las afueras de Goma. En Bukavu, el M23 ha detenido a personas en la sede de la ANR y en un campo militar del barrio de Bagira. Amnistía Internacional tiene conocimiento de otros cuatro lugares de detención del M23 en Goma en los que se ha recluido a personas desde unos pocos días hasta más de una semana.
Vi cómo asesinaban a un hombre. Era como si perteneciera a una banda de malhechores. [Combatientes del M23] Le preguntaban dónde guardaba las armas y dónde estaban distintas personas. Le dispararon en el estómago y en el brazo derecho, en la zona del hombro.
Exdetenido, Goma
Dos exdetenidos afirmaron haber presenciado cómo combatientes del M23 mataban a dos detenidos con martillos y disparaban a otro que murió en el acto.
“Vi cómo asesinaban a un hombre”, dijo un exdetenido de Goma. “Era como si perteneciera a una banda de malhechores. [Combatientes del M23] Le preguntaban dónde guardaba las armas y dónde estaban distintas personas. Le dispararon en el estómago y en el brazo derecho, en la zona del hombro.”
Otro exdetenido, que había estado en un lugar de detención distinto, dijo que había visto a un combatiente del M23 matar a dos reclusos. “[El combatiente de] El M23 sacó un martillo y lo golpeó en las costillas. Murió en el acto. Luego cogió a otras persona. Dijo que había formado parte de la Guardia Republicana [cuerpo de soldados de élite responsable de la seguridad del presidente de RDC]. Lo golpeó con el martillo, pero no murió en el acto. A la mañana siguiente estaba muerto.”
Detenciones arbitrarias
Varios exdetenidos contaron a Amnistía Internacional que el M23 los había acusado de apoyar al ejército o al gobierno congoleño mediante acciones como trabajar con la sociedad civil; esconder o poseer armas; conocer el paradero de miembros de otros grupos armados, funcionarios públicos o autoridades gubernamentales o seles leales; participar en saqueos, o alzar la voz en contra de los abusos del M23.
Varios exdetenidos afirmaron que el M23 nunca presentó pruebas de estas acusaciones, y al menos 12 de ellos no fueron informados de los motivos de su detención. El M23 detuvo a algunas personas para persuadirlas de que trabajaran para el movimiento o para reclutarlas por la fuerza.
La mayoría de los exdetenidos contaron a Amnistía Internacional que no habían mantenido comunicación con sus familiares ni recibido sus visitas, y que en la práctica habían estado recluidos en régimen de incomunicación.
Un familiar de un detenido que estaba intentando verlo contó: “No me dejan hablar con él. Está mal. [Los combatientes del M23] Me han dicho que estaba enfermo. Me dijeron que lo habían azotado mucho y tenía heridas dolorosas en las nalgas”.
Los congoleños que han huido a Ruanda también han sido sometidos a detención arbitraria. En febrero de 2025, funcionarios de fronteras ruandeses detuvieron al menos a tres congoleños y entregaron a dos de ellos a combatientes del M23 en Goma. Los dos hombres fueron liberados tras pasar casi dos semanas recluidos en condiciones inhumanas en un lugar de detención del M23.
Los agentes de inmigración ruandeses también detuvieron a Victoire Hategekimana Hakizimana, trabajador de una ONG de 35 años de edad, en el paso fronterizo de Ruzizi el 12 de febrero. Desde entonces se desconoce su paradero.
Amnistía Internacional escribió al Ministerio de Justicia y la Fiscalía General de Ruanda el 7 de mayo de 2025, y al presidente del M23 y su portavoz el 9 de mayo de 2025. La organización les comunicó sus averiguaciones y solicitó información sobre la conducta del personal de inmigración ruandés y los combatientes del M23 en relación con las denuncias que se documentan en este comunicado de prensa. En el momento de publicarse este comunicado, la organización no ha recibido respuesta del Ministerio de Justicia ni la Fiscalía General de Ruanda, ni de representantes del M23.
Tortura de detenidos
Amnistía Internacional entrevistó a cuatro familiares de tres detenidos que fueron torturados por el M23 bajo custodia y murieron tras quedar en libertad, y a un familiar de un detenido fallecido bajo custodia del M23.

La imagen muestra la ubicación de cada lugar de detención.
Los 18 exdetenidos dijeron que habían sido torturados o habían visto a combatientes del M23 torturar a otras personas bajo custodia.
En Chien Méchant, el recinto del monte Goma, la Asamblea provincial, y el complejo del sector militar 34, varios exdetenidos dijeron que los combatientes del M23 les habían golpeado —con varas de madera, tablas, cables eléctricos, correas de motor, culatas de armas o palos, entre otras cosas— en la espalda, las piernas, las nalgas y los genitales, dejándoles marcas de traumatismos.
Al menos nueve detenidos requirieron atención médica por sus heridas —en cinco casos hospitalaria— tras quedar en libertad. En otros cuatro casos, Amnistía Internacional examinó fotografías de lesiones compatibles con los relatos de tortura de los detenidos.
Varios combatientes del M23 propinaron 100 azotes con varas de madera a un hombre al que luego recluyeron durante tres semanas en la sede de la ANR en Bukavu. Cada mañana, cuando lo llevaban al baño, lo azotaban a él y a otros detenidos diez veces en las nalgas. “[Los combatientes del M23] Decían que nos daban el desayuno”, afirmó.
Dos hombres que habían estado recluidos a principios de marzo en el complejo del sector militar 34, en Goma, contaron que el M23 golpeaba a los detenidos habitualmente. “Me golpearon cinco días seguidos”, contó un exdetenido. “Nos golpeaban a todos. Me dijeron que me iban a matar. Que no me necesitaban, y que iban a quitarme a mi mujer y dejarla embarazada.”
En Kanyaruchinya, el M23 detuvo a un civil a finales de marzo y lo mantuvo recluido durante cinco días en un contenedor de transporte. Antes de morir en un hospital de Goma contó a un familiar que los combatientes del M23 le habían inmovilizado el brazo entre las rodillas y luego le habían roto dos huesos.
En Chien Méchant, a la mayoría de los detenidos los sacaban al patio durante la madrugada y los flagelaban. Los golpeaban por detrás con cables eléctricos o varas de madera. A principios de abril, un detenido recibió una paliza tan brutal que no podía ponerse de pie ni sentarse; solo podía permanecer tumbado en el suelo. Para poder moverlo, habían tenido que levantarlo otros reclusos.
Dos hombres que habían estado recluidos en el lugar de detención del monte Goma contaron que los combatientes del M23 los azotaban repetidamente en las nalgas y la espalda. Uno de ellos relató su experiencia: “Cogen una silla y te la ponen sobre los hombros para que no te muevas. Los soldados se van turnando para azotarte hasta que se cansan. Cuando uno termina, empieza otro. A mí me golpearon tres o cuatro”.
El Laboratorio de Pruebas del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional verificó un vídeo que había sido publicado en las redes sociales el 18 de marzo en el que se veía a varios hombres uniformados golpeando a un hombre con varas de madera en el Estadio de la Unidad, en Goma. Sólo los combatientes del M23, que controlaban la ciudad, tenían acceso al estadio. Amnistía Internacional ha documentado que entre finales de febrero y principios de marzo de 2025 el M23 utilizó el estadio para torturar a personal y pacientes hospitalarios secuestrados.

La imagen muestra la ubicación de cada lugar de detención.
Desapariciones forzadas
Amnistía Internacional ha documentado varios casos de desaparición forzada. Los familiares de detenidos buscaban a sus seres queridos en los lugares de detención de Goma y Bukavu, pero con frecuencia los combatientes del M23 no les permitían acceder o les negaban que sus familiares se encontraran allí, lo cual constituye desaparición forzada.
Amnistía Internacional entrevistó a tres exdetenidos y dos familiares de detenidos que explicaron que las familias buscaban a sus seres queridos en lugares de detención del M23, pero a menudo eran engañadas por los combatientes del M23, que ocultaban su paradero.
Un hombre que había estado detenido en un lugar de detención de Goma contó: “Estuve allí cinco días sin que lo supiera mi familia. Las familias hacen la ronda [de los centros de detención]. Van a la puerta principal y preguntan a los guardias: ¿saben si tal persona está aquí? [Los guardias] Comprueban la lista y dicen que sí si les apetece. O dicen que no aunque estés allí. A mi familia le mintieron dos veces con que no estaba allí”.
Una familia contrató a una persona vinculada al M23 y pudo acceder a un centro de detención y constatar que su ser querido se encontraba allí, dado que el M23 no revelaba su paradero.
Pago de rescates
El M23 suele exigir a las familias de detenidos el pago de fuertes rescates a cambio de liberarlos. Ocho detenidos afirmaron que sus familiares habían pagado rescates al M23 para que los liberaran. Las cuantías de los rescates iban desde unos cientos de dólares estadounidenses hasta más de 2.000. Numerosos familiares visitaron los lugares de detención del M23 en Goma y Bukavu e intentaron negociar rescates con los combatientes del M23.
Una familia pasó varias semanas intentando negociar la liberación de uno de sus miembros y la cuantía del rescate, y finalmente pidió la intervención de altos cargos del M23.
“Mi familia llegó [al lugar donde estaba detenido] y [el M23] le pidió dinero sin informarla de dónde estaba yo”, dijo un exdetenido. La familia acabó pagando varios cientos de dólares para que lo liberaran.
Condiciones inhumanas en los lugares de detención del M23
Cinco hombres que habían estado recluidos en celdas colectivas masificadas del monte Goma en febrero de 2025 contaron a Amnistía Internacional que en algunas celdas faltaba espacio, por lo que tenían que dormir de pie o sentados en el suelo de hormigón. Las celdas eran oscuras y calurosas y estaban mal ventiladas. Los guardias traían comida solo una vez al día, normalmente una bandeja de maíz cocido para compartir. No había agua corriente y los detenidos pasaban semanas sin bañarse.
Un exdetenido dijo: “Hacía un calor insoportable… La gente bebía la orina de sus compañeros de celda. Cuando llovía podíamos beber el agua de la lluvia”. Dijo que solo había tres baños para cientos de detenidos, y que tenían que desatascarlos con las manos. Que sólo se les permitía ir al baño una vez al día y que, por la noche, los que tenían diarrea defecaban en pequeñas bolsas o cajas, si las había.
A mediados de marzo, el M23 trasladó a detenidos en autobuses desde el monte Goma hasta el lugar de detención de la Asamblea provincial, al parecer debido a la masificación, pero las nuevas celdas también se masificaron. Un exdetenido afirmó que lo habían recluido en una celda diminuta junto a muchos otros, algunos de los cuales estaban enfermos. Dijo que si se quejaban de estar enfermos, el M23 los torturaba.
Un exdetenido describió haber sido recluido en una celda subterránea de tierra en un segundo lugar de detención del monte Goma. “Era una cavidad alargada. De más de dos metros de profundidad. Hacía verdadero calor. Con el calor, alguna gente moría. Perdí a mi familiar. Murió tras una semana [detenido]. Murió de una combinación de tortura y falta de agua y alimentos.”
Los congoleños y congoleñas conocen demasiado bien la crueldad del M23. Siguen viviendo en la miseria mientras los actores internacionales se han vuelto complacientes, esperando pacientemente un acuerdo de paz mientras el M23 sigue tratando a la población cruelmente.
Tigere Chagutah
El derecho internacional humanitario prohíbe a las partes en conflicto, incluidos los grupos armados organizados, detener arbitrariamente a civiles. El asesinato, al trato cruel y la tortura, así como los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes, a detenidos, así como la desaparición forzada, están prohibidos por el derecho internacional humanitario y pueden constituir crímenes de guerra. Además, la detención de civiles por parte del M23 con el fin de obligarlos a ellos o a sus familiares a pagar por su liberación puede constituir delito de guerra de toma de rehenes.
“Los congoleños y congoleñas conocen demasiado bien la crueldad del M23”, afirmó Tigere Chagutah. “Sigue viviendo en la miseria mientras los actores internacionales se han vuelto complacientes, esperando pacientemente un acuerdo de paz mientras el M23 sigue tratándolos cruelmente. Amnistía Internacional exige que el M23 libere a todos los civiles y cese en estas prácticas ilícitas y brutales de manera inmediata.”