Ante la publicación del texto final del Pacto Mundial sobre Refugiados, acordado por los Estados miembros de la ONU, Charmain Mohamed, director de Derechos de las Personas Refugiadas y Migrantes de Amnistía Internacional, ha declarado:
“El Pacto Mundial era una empresa ambiciosa que debería haber creado un cambio drástico en la forma en que los gobiernos tratan a las personas refugiadas. Lamentablemente, los y las líderes del mundo no han estado a la altura del reto de producir las soluciones audaces y valientes que necesitamos con tanta urgencia.”
“El texto final se limita a afianzar el insostenible enfoque actual por el que los Estados más ricos pueden elegir qué medidas —en su caso— adoptan para compartir la responsabilidad. Esto dejará a muchas personas refugiadas languideciendo en países más pobres que no pueden o no quieren ayudarlas.”
“Aunque el Pacto contiene algunas sugerencias positivas sobre cómo hacer realidad el reparto de la responsabilidad, no está claro si existe la voluntad política para llevarlas a la práctica. Antes incluso de que se secara la tinta sobre el Pacto, las acciones de muchos gobiernos eran contrarias al propósito expreso de éste de proteger a las personas refugiadas y compartir la responsabilidad respecto de ellas.”
“Mientras los diplomáticos negociaban el Pacto en la ONU, los gobiernos europeos atacaban la capacidad de las ONG para rescatar a personas refugiadas abandonadas a su suerte en el mar e ideaban nuevos planes para disuadirlas y detenerlas, mientras Australia seguía justificando sus crueles prácticas de detención, constituyentes de tortura, en Manus y Nauru.”
“Lo que hace más falta que nunca es una respuesta compasiva y fundada en los derechos humanos a las necesidades de las personas refugiadas, basada en compartir la responsabilidad, no en eludirla”.