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Las cifras tras nuestro último informe sobre el uso global de la pena de muerte, hecho público hoy, cuentan una historia escalofriante: únicamente en 2014, 607 personas fueron ejecutadas en 22 países, y al menos 2.466 hombres y mujeres fueron condenados a muerte en 55 países.
Estas cifras, alarmantes en sí mismas, trazan sólo una imagen parcial de la magnitud real del número de personas que, en el mundo entero, son ejecutadas por ahorcamiento, arma de fuego o inyección letal.
La realidad es sin duda mucho más sombría, pero muchos gobiernos se niegan a decir claramente a cuántas personas matan cada año.
En países como Corea del Norte, Eritrea, Malaisia o Siria, apenas hay información sobre la pena de muerte, debido a las prácticas restrictivas del Estado o a la inestabilidad política.
En otros, como Japón, las ejecuciones se llevan a cabo sin previo aviso, y los presos permanecen un día tras otro en el corredor de la muerte preguntándose si hoy será el último. En Bielorrusia, único país de Europa que aún utiliza la pena de muerte, los familiares de los ejecutados normalmente no tienen noticia de la muerte de sus seres queridos hasta que acuden a la prisión a visitarlos y les informan de que su familiar ya no está allí.
China, país que, según se cree, ha ejecutado a más personas que el resto del mundo junto, considera que la información sobre la pena de muerte es “secreto de Estado”, al igual que lo hace Vietnam.
Chiara Sangiorgio
Las autoridades chinas han afirmado que el número de ejecuciones en el país ha disminuido desde que el Tribunal Supremo Popular empezó a revisar todos los casos de pena de muerte en 2007. Por desgracia, esta afirmación es imposible de corroborar.
En lo que se refiere a la pena de muerte, la falta de transparencia no afecta sólo a los datos sobre ejecuciones: el proceso completo puede ser muy opaco. Muchas personas son condenadas tras juicios injustos, algunas sobre la base de “confesiones” forzadas. La transparencia y el acceso a la información en todas las etapas del proceso son salvaguardias esenciales para el proceso debido –sin ellas, la probabilidad de errores judiciales es evidente–, y no cabe duda de que se ha ejecutado a personas inocentes.
Nian Bin fue excarcelado en agosto de 2014, después de que el Tribunal Popular Superior de la provincia de Fujian lo absolviera finalmente del delito de asesinato por insuficiencia de pruebas. Nian Bin había mantenido en todo momento que lo habían obligado a “confesar” durante los interrogatorios policiales.
Para algunos, la exoneración llega demasiado tarde.
El pasado diciembre, el Tribunal Popular Superior de Mongolia Interior exoneró del delito de homicidio intencional, por insuficiencia de pruebas, a Hugjiltu (conocido también como Qoysiletu), 18 años después de que fuera ejecutado.
Él había afirmado en todo momento que le habían obligado a “confesar” mientras estaba bajo custodia policial.
Imaginen lo que debe ser vivir sin saber si cada día será el último.
El japonés Iwao Hakamada, de 78 años, no tuvo que imaginarlo. Durante 45 años y seis meses vivió con el pensamiento de que podía ser ejecutado en cualquier momento hasta que, el 27 de marzo de 2014, fue excarcelado en espera de un nuevo juicio.
Este es el “vaso medio vacío”. Pero la historia no termina aquí.
Pese al alarmante número de personas condenadas a muerte y ejecutadas, la mayoría del mundo avanza en la dirección correcta: dando la espalda a la pena capital.
En 2014, el número de ejecuciones registradas disminuyó casi un 22 por ciento respecto a 2013. Además, esa disminución se observó en todas las regiones, salvo Europa y Asia Central.
En 1945, cuando se fundaron las Naciones Unidas, sólo ocho países habían abolido la pena de muerte. En la actualidad hay 140 países abolicionistas en la ley o en la práctica.
Las cifras que hemos hecho públicas hoy nos dicen que hay esperanza, aunque aún nos queda un largo camino por delante.
Este artículo de opinión se publicó originalmente en el International Business Times
Más información:
Governments increasingly resorting to the death penalty to combat crime and terrorism (Noticia, 1 de abril de 2015, próximamente en español)
Narrow escape from Nigeria’s gallows: “I still wonder if it is a dream” (Artículo, 1 de abril de 2015, próximamente en español)
The ultimate punishment: A beginner’s guide to the death penalty (Artículo, 1 de abril de 2015, próximamente en español)