Información general
La milicia Seleka (“alianza” en sangó, idioma oficial del país) cometió abusos generalizados y sistemáticos en la República Centroafricana durante 2013. Tras una sanguinaria ofensiva iniciada en el noreste, Seleka avanzó por el país hasta tomar la capital, Bangui, y derrocar al presidente François Bozizé en marzo de 2013. Durante los 10 meses siguientes, las fuerzas de Seleka mataron a incontables civiles, quemaron numerosos pueblos y saquearon miles de viviendas. (Véase Amnistía Internacional, CAR: Human rights crisis spiralling out of control, AFR 19/003/2013.)
La naturaleza arbitraria y abusiva del gobierno de Seleka contribuyó a generar la intensa hostilidad sectaria actual. La mayor parte de la población del país es cristiana, como lo era el ex presidente Bozizé. El líder de la Seleka, Michel Djotodia, que fue presidente provisional del país hasta el 10 de enero de 2014, es musulmán, como la mayoría de los miembros de las fuerzas de Seleka.
Los abusos de Seleka provocaron la aparición de la no muy organizada milicia «anti-balaka» («anti-machete» en sangó), formada por cristianos y animistas contrarios a gobierno de Seleka. En los cuatro últimos meses de 2013, los milicianos anti-balaka efectuaron terribles ataques contra comunidades musulmanas, sobre todo en el noroeste del país, en concreto contra muchos pueblos de los alrededores de la localidad de Bossangoa.
Un audaz ataque anti-balaka, lanzado el 5 de diciembre de 2013 contra Bangui, dio lugar a un estallido de violencia que acabó con lo que quedaba del tejido social del país. Tras repeler la ofensiva anti-balaka, las fuerzas de Seleka efectuaron una intensa serie de ataques de represalia contra los cristianos de la ciudad. Aunque, en algunos casos, Seleka dijo estar buscando milicianos anti-balaka, no hizo muchos esfuerzos por distinguir entre milicianos y no milicianos, pues la mayoría de las entre 800 y 1.200 personas que mató eran civiles.
Durante el estallido de violencia de primeros de diciembre comenzaron su despliegue en la República Centroafricana fuerzas militares francesas con mandato de la ONU; se unieron a una pequeña fuerza para el mantenimiento de la paz con liderazgo africano que estaba ya desplegada allí Está previsto que próximamente se sumen a estas fuerzas hasta 1.000 efectivos de la Unión Africana, que se transferirán a una misión de la ONU para el mantenimiento de la paz de mayores proporciones en septiembre de 2014.
¿Cómo ha evolucionado la situación en la República Centroafricana desde enero de 2014?
La situación ha cambiado considerablemente en la República Centroafricana desde la dimisión del presidente Michel Djotodia el 10 de enero de 2014 y la elección de la nueva presidenta interina Catherine Samba Panza poco después.
En cuanto Djotodia dejó su cargo, las fuerzas de Seleka comenzaron a retirarse de sus puestos de avanzada en todo país. Localidad tras localidad, cuando se marchaba Seleka, llegaba la milicia anti-balaka y lanzaba violentos ataques contra la minoría musulmana. Como el despliegue en el país de las fuerzas internacionales para el mantenimiento de la paz era extremadamente lento, la milicia anti-balaka tenía vía libre para imponer su poder y autoridad. Ha matado a centenares de civiles musulmanes, a veces en matanzas en gran escala; saqueado viviendas y comercios musulmanes, y quemado y destruido mezquitas. Entre sus víctimas hay mujeres y niños; y en algunos casos ha matado a familias enteras. Decía que su meta era librar al país de los musulmanes para siempre.
Los milicianos anti-balaka son ahora los principales responsables de la violencia, especialmente en Bangui y en el tercio occidental del país. Las fuerzas de Seleka que se retiraron al norte también siguen cometiendo graves abusos contra los derechos humanos en el territorio bajo su control. No hay actualmente sistema de justicia en la República Centroafricana, por lo que, al no haber prácticamente ninguna posibilidad de que se lleve a cabo una investigación policial, procedimiento judicial y encarcelamiento, la impunidad de las violaciones de derechos humanos es absoluta.
En los últimos meses se ha llevado a cabo una limpieza étnica en gran escala: el éxodo masivo de decenas de miles de civiles musulmanes a los vecinos Estados de Chad, Camerún y República Democrática del Congo. Gran parte de esta población refugiada recién creada vive en campos provisionales de acogida, donde soporta terribles condiciones.
Los pocos miles de musulmanes que hay todavía en la capital y en el oeste del país (donde representaban alrededor del 15 por ciento de la población) son casi todos personas desplazadas. Muchos han buscado refugio en iglesias, y la mayoría están a la espera de ser evacuados, pues temen sufrir ataques de milicianos anti-balaka.
Hay todavía más de 650.000 personas internamente desplazadas en la República Centroafricana. Millares de casas han sido saqueadas y quemadas, por lo que muchas personas -cristianas y musulmanas por igual- no tienen ya un hogar al que regresar.
¿Es un conflicto religioso?
Se está atacando a los civiles con argumentos de carácter religioso, pero no por sus creencias o prácticas religiosas. Aunque las distintas comunidades religiosas llevaban generaciones conviviendo en paz, y había matrimonios y barrios mixtos, ahora la desconfianza y el odio separan a muchos de su miembros. La religión se considera un indicador decisivo de las lealtades a los distintos grupos armados del país.
No todos los cristianos ni todos los musulmanes se han dejado llevar por el odio sectario. De hecho, a muchos civiles musulmanes los han protegido sus vecinos cristianos, o han pedido y recibido protección en iglesias y misiones católicas. Asimismo, muchos cristianos, en especial mujeres casadas con musulmanes, han recibido amenazas y sufrido agresiones de la milicia anti-balaka.
Amnistía Internacional califica la expulsión de musulmanes de la República Centroafricana de «limpieza étnica”. (Véase CAR: Ethnic cleansing and sectarian killings in the Central African Republic, AFR 19/004/2014.) Aunque no hay una definición formal del término en el derecho internacional, una comisión de expertos de la ONU lo ha definido la limpieza étnica como «[…] una política deliberada concebida por un grupo étnico o religioso para desplazar por la violencia y el terror a la población civil de otro grupo étnico o religioso de determinadas zonas geográficas”. Cada grupo de la milicia anti-balaka actúa bajo un mando local, pero con el objetivo común de librar al país de la población musulmana. Los actos de esta naturaleza actos pueden constituir crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.
¿Cómo se están ocupando la nuevas autoridades de transición de los grupos armados?
En el nuevo gobierno, dirigido por la presidenta Catherine Samba-Panza, hay algunos representantes de las milicias Seleka y anti-balaka. Se han entablado negociaciones entre el gobierno y los líderes de las milicias. Como consecuencia de ello se han producido varias rupturas entre ambos grupos armados, especialmente por la cuestión del desarme.
Hay aún alrededor de 8.000 milicianos de Seleka acantonados (sin desarmar aún) en bases militares de Bangui, y esperan acogerse a un proceso de desarme, desmovilización y reintegración. Aunque algunos milicianos anti-balaka están dispuestos a desarmarse si se benefician de las mismas medidas que los de Seleka, los líderes radicales de ambos grupos armados han dicho a sus miembros que sigan combatiendo. Lo mismo ocurre con el antiguo ejército, las Fuerzas Armadas Centroafricanas, o FACA, que se dispersó tras la partida del presidente Bozizé. Junto con fuerzas de las antiguas policía y gendarmería, algunos miembros de las FACA accedieron a reincorporarse a sus puestos bajo la supervisión de la fuerza internacional para el mantenimiento de paz, en Bangui. En cambio, otros se agruparon en el norte para formar un nuevo grupo armado, llamado Renovación y Justicia, y ahora están reclutando a milicianos anti-balaka. Renovación y Justicia controla ya un territorio inmenso a lo largo de la frontera con Camerún y Chad.
Varias zonas de la capital están cada vez más bajo el control de la milicia anti-balaka, que, especialmente desde el 22 de marzo de 2014, ha efectuado reiterados ataques contra civiles y contra las fuerzas para el mantenimiento de la paz de la Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana con Liderazgo Africano (MISCA). El resto del país está, en general, fuera de control, pues el gobierno no tiene autoridad fuera de Bangui y depende de las fuerzas internacionales para el mantenimiento de la paz. Algunos miembros de Seleka que huyeron de Bangui se han reagrupado en localidades donde no se han desplegado las fuerzas para el mantenimiento de la paz, especialmente en el noreste del país, donde continúan cometiendo atrocidades sin dar muestra de estar dispuestos a desarmarse. Otros han huido del país, principalmente a Chad, por lo que cabe preguntarse si serán llevados alguna vez ante la justicia.
¿Qué le ocurre a la gente que huye de la República Centroafricana?
Decenas de miles de personas que se han visto obligadas a huir de la República Centroafricana debido a la violencia se enfrentan ahora a otra catástrofe humanitaria en los países vecinos, concretamente en Chad, Camerún y la República Democrática del Congo. En la estación de las lluvias, la ya desesperada situación se empeorará rápidamente si no se proporciona a esas personas abrigo, alimentos y servicios médicos con urgencia.
Durante una visita que realizó a Chad a principios de marzo de 2014, Amnistía Internacional comprobó que había miles de personas de la República Centroafricana desatendidas por la autoridades chadianas y los organismos humanitarios, muchas de ellas aquejadas de malnutrición severa y sin más abrigo que la sombra de los árboles. La mayoría de los campos que acogen a estas personas están demasiado cerca de la frontera, lo que aumenta la inseguridad y vulnerabilidad de los refugiados.
¿Está la comunidad internacional muy implicada?
En diciembre de 2013, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el despliegue de fuerzas internacionales, formadas ahora por alrededor de 6.000 efectivos de la fuerza para el mantenimiento de la paz de la Unión Africana (MISCA) y 2.000 efectivos franceses (la operación Sangaris). Sin embargo, estas fuerzas no se han desplegado con rapidez fuera de Bangui para proteger a la población civil. El 1 de abril, la Unión Europea lanzó una operación militar de hasta 1.000 efectivos (EUFOR-RCA), que se desplegarán en Bangui en breve, para posibilitar el despliegue de las tropas internacionales ya presentes allí en otras provincias. EUFOR RCA tiene por objeto servir de misión provisional hasta que pueda desplegarse en la República Centroafricana -se espera que para el 15 de septiembre de 2014- una operación de mantenimiento de la paz de la ONU de alrededor de 12.000 efectivos, incluida policía.
¿Qué pide Amnistía Internacional?
Instamos a la comunidad internacional a:
Proporcionar a la MISCA y las demás fuerzas internacionales para el mantenimiento de la paz medios suficientes para mejorar su capacidad de desplegarse rápidamente en todas las regiones del país a fin de proteger a la población civil de manera efectiva, especialmente en los campos para personas internamente desplazadas y sus alrededores y en las localidades remotas.Comenzar de inmediato los preparativos de emergencia y la planificación necesarios para la trasformación de la MISCA en una operación para el mantenimiento de la paz de la ONU, como dispone la Resolución 2127 (2013) del Consejo de Seguridad.Garantizar la buena coordinación de todas las fuerzas militares presentes en la República Centroafricana, a saber, la MISCA, las fuerzas francesas (Sangaris) y EUFOR RCA.Acelerar el proceso de desarme y garantizar que ningún Estado presta apoyo alguno ni suministra armas a las milicias activas en la República Centroafricana, algo prohibido por el embargo de armas de la ONU (Resolución 2127 – 2013).Agilizar el despliegue efectivo y coordinar las actividades de los diversos observadores de la situación de los derechos humanos, en especial la comisión internacional de investigación, a fin de ayudar a identificar a los autores de violaciones de derechos humanos, incluidos crímenes de derecho internacional, y garantizar que se les hace rendir cuentas.Garantizar el restablecimiento con prontitud del poder judicial y los órganos de justicia, incluidos los tribunales, las prisiones y las fiscalías.Garantizar que se identifica a los refugiados que huyen a los países vecinos y se les presta la debida protección por medio de la cooperación efectiva entre la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y las autoridades nacionales de Chad, Camerún y la República Democrática del Congo.