El ex presidente de Corea del Sur Kim Dae-jung falleció el martes a los 85 años de edad. Galardonado con el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en pro de la reconciliación con Corea del Norte, deja un legado de compromiso con los derechos humanos y la democracia.
Ex preso de conciencia, Kim Dae-jung luchó durante toda su vida para promover los derechos humanos en Corea del Sur y en el mundo. Condenado a muerte una vez él mismo, fue un activista incansable contra la pena capital.
“Kim Dae-jung fue un héroe y un estímulo para Amnistía Internacional y muchas personas en todo el mundo por su lucha y su posición firme en favor de la democracia en Corea del Sur durante la década de los setenta y ochenta”, ha afirmado Irene Khan, secretaria general de Amnistía internacional.
“Amnistía Internacional tiene el privilegio de haber hecho campaña en su favor, como preso de conciencia, durante sus años de encarcelamiento y cuando fue condenado a muerte.”
En los años setenta y ochenta, durante los decenios de dictadura militar en Corea del Sur, Kim Dae-jung estuvo considerado como un peligroso radical. Sobrevivió a varios intentos de asesinato y secuestro, fue puesto en libertad tras ser condenado a muerte y tuvo que exiliarse en dos ocasiones.
En varias entrevistas de video concedidas a Amnistía Internacional en abril, Kim Dae-jung habló de su niñez –era hijo de un granjero de clase media–, de sus experiencias como preso de conciencia, del intento de asesinato del que fue víctima en Tokio en 1973 y de su periodo como presidente. Sin embargo, uno de los principales temas de conversación fue la pena de muerte. Estas fueron algunas de sus palabras:
“Un ser humano no debe matar a otro ser humano. Tenemos que abolir la pena de muerte en Asia […] Si se aboliese la pena de muerte, cambiaría el ambiente en Asia y también se produciría un efecto positivo en América Central y del Sur, en África y en el resto del mundo […] la pena de muerte es uno de los asuntos más graves que afrontan los seres humanos y espero que, si es posible, los países asiáticos sirvan de ejemplo de cómo resolver este problema”.
Como activista de derechos humanos, Kim Dae-jung sufrió violaciones de derechos humanos por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión.
En 1973, agentes de Corea del Sur lo secuestraron en el hotel Grand Palace de Tokio y lo llevaron a un barco desde el que, según él, pensaban arrojarlo al mar. Los agentes abandonaron sus planes cuando el gobierno estadounidense intervino para salvarlo. Al parecer, el intento de asesinato se produjo en respuesta a su oposición pública a la reforma de la Constitución, que otorgaba mayores poderes al general Park Chung-hee, militar que dirigía el país.
Kim Dae-jung pasó gran parte de la década de los setenta bajo arresto domiciliario o en prisión. Fue durante ese periodo cuando fue adoptado por primera vez como preso de conciencia por Amnistía Internacional.
En marzo de 1976 fue detenido como destacado signatario de la “Declaración para la Salvación Democrática Nacional” y nuevamente en mayo de 1980, justo antes de la matanza de Kwangju, en la que murieron civiles que se habían rebelado contra la dictadura militar. Lo acusaron de haber “instigado“ la agitación y en septiembre de 1980 fue condenado a muerte.
Amnistía Internacional y otros muchos grupos de presión y organizaciones de derechos humanos llevaron a cabo una intensa campaña en favor de Kim Dae-jung durante ese periodo.
En 1981, tras las protestas internacionales generalizadas y la labor de campaña de organizaciones internacionales, le fue conmutada la condena a muerte y en 1982 fue puesto en libertad con una condena condicional. Entonces se marchó a vivir a Boston, Estados Unidos, donde impartió clases en la Universidad de Harvard.
En febrero de 1985 fue puesto de nuevo bajo arresto domiciliario, el mismo día que regresaba de su exilio de dos años en Estados Unidos. El arresto domiciliario y el hostigamiento se prolongaron hasta febrero de 1986.
Durante una vista a Londres en 1993, Kim Dae-jung obsequió a Amnistía Internacional con una caligrafía realizada por él, de cuatro caracteres chinos que significan “Todas las naciones son una familia”.
En diciembre de 1997 fue elegido presidente de Corea del Sur. Era la primera vez en la historia del país que el poder pasaba del presidente del partido gobernante a un líder de la oposición.
Durante su presidencia, en 2000 Kim Dae-jung se convirtió en el primer y hasta ahora único coreano en recibir el Premio Nobel de la Paz. Se le concedió por ser el instigador de la denominada “política de la luz”, que promovía el estrechamiento de las relaciones con la comunista Corea del Norte.
El mandato de Kim-Dae-jung como presidente de Corea del Sur finalizó en 2003.
“Como organización laureada también con el Premio Nobel, tuvimos el honor de compartir la ferviente oposición del presidente Kim a la pena de muerte y nos emocionó su dedicación al activismo en favor de los derechos humanos”, ha afirmado Irene Khan.