De Myanmar a Australia: “La gente quería ayudar pero también aprender de nosotros”

Desde 2017, Amnistía Internacional forma parte de un movimiento global para abrir nuevas rutas hacia la seguridad a través del patrocinio comunitario.

Los programas de patrocinio comunitario unen a gobiernos, sociedad civil y organizaciones como ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en la labor de empoderar a personas y comunidades locales (llamados “patrocinadores”) para acoger a personas refugiadas y ayudarlas a rehacer su vida. Los patrocinadores proporcionan apoyo emocional y ayudan a realizar tareas prácticas, como buscar vivienda, matricular a los hijos en centros escolares y aprender la lengua local.

Gracias a este esfuerzo colectivo, más de un millón de personas refugiadas han sido acogidas por millones de patrocinadores en todo el mundo desde 2017. Hemos hablado con personas de Argentina, Australia, Irlanda y Reino Unido cuyas historias reflejan el impacto transformador que puede tener el patrocinio.

La historia que viene a continuación es la de una familia que, después de escapar de la violencia en Myanmar, encontró un nuevo hogar y una comunidad de apoyo en el pintoresco y bohemio barrio de Warrandyte, en Melbourne, Australia.

Nang

Nos marchamos de Myanmar por la guerra civil que había allí. Primero fuimos a Malasia. Yo tenía 16 años y viajaba sin papeles con un grupo de 12 personas, la mayoría jóvenes. Fue un viaje muy difícil. Tardamos más de dos semanas en llegar, a pie, en barcos de pesca y en camiones. Tuvimos que caminar mucho, a veces durante toda la noche. Fue muy duro. Yo fui transportada en un camión de cerdos. Otros lo pasaron peor. Los metieron en contenedores frigoríficos y algunos murieron. Nosotros tuvimos la suerte de sobrevivir. Recuerdo que llegué a Malasia sin zapatos.

Mi esposo, Muang, se fue de Myanmar cuando tenía 17 años. La primera vez fue interceptado y rechazado por la policía en la frontera con Tailandia. Volvió a intentarlo y logró entrar en Malasia.

Viviendo en Malasia sin papeles, una de las cosas que más temíamos era ser arrestados por la policía. Era como una bomba de relojería, caminar por la calle, hacer tu trabajo sin pasaporte y sin visado de trabajo. Te podían arrestar en cualquier momento.

Pasamos 16 años en Malasia.

En 2022, CRSA nos dijo que nos íbamos a Australia, a Melbourne. Ni siquiera sabíamos dónde estaba Australia. Una semana antes de llegar, hicimos una videollamada con el grupo comunitario que iba a patrocinarnos. Nos dieron mucha información y dijeron que no nos preocupáramos, que todo iría bien.

Una escena familiar en una sala de estar en la que se ve a la hija de Nang bebiendo té de una taza gris que le tapa toda la cara. El esposo está sentado a su lado y también tiene una taza de té gris similar. Está toda la familia sentada alrededor de una mesa blanca.
Nang y su familia en su casa en Warrandyte, en la periferia nororiental de Melbourne, Australia, 8 de abril de 2025. ©Anu Kumar/Amnistía Internacional

Todavía recuerdo cuando, nada más bajar del avión, el grupo comunitario nos recibió con pancartas que decían: “¡Bienvenidos a Australia!” Nos habían traído chaquetas y comida. Nos preguntaban todo el tiempo si necesitábamos algo.

Los niños estaban entusiasmados con todos los animales que había en Warrandyte. En la casa donde nos alojamos al principio había conejos, pollos y patos. También había un montón de pájaros, que nunca habíamos visto en Malasia.

La vida dio un giro radical. Cada mañana nos despertábamos con una brisa muy fresca y salíamos todos a pasear y escuchar el gorjeo de los pájaros. Todo el mundo conocía nuestra historia y se acercaba a saludarnos. Sabían que no hablábamos muy bien inglés, pero había mucha disposición a ayudarnos y a saber de nosotros y aprender de nosotros. Eso fue una gran sorpresa para mí.

Estamos muy agradecidos de poder vivir juntos y a salvo como familia. Tenemos mucha suerte, sobre todo si nos comparamos con mucha gente que sigue en nuestra tierra, Myanmar.

Nang

La comunidad fue increíblemente solidaria desde el principio. Recibimos mucha ayuda de todo el mundo. Nadie nos había ayudado de ese modo hasta entonces. Nos hicieron sentir como en casa y como si todos fueran familia.

Ahora tenemos coche y tarjeta bancaria por primera vez. Podemos ir al médico. Los niños pueden recibir la educación adecuada y estar a salvo. No tenemos que preocuparnos por la policía.

Estamos muy agradecidos de poder vivir juntos y a salvo como familia. Tenemos mucha suerte, sobre todo si nos comparamos con mucha gente que sigue en nuestra tierra, Myanmar. La casa de mi hermana ha sido bombardeada dos veces en los dos últimos años, y otros amigos y parientes han vivido situaciones parecidas.

Ahora llevamos una vida francamente buena. Trabajamos mucho. Muang trabaja en un restaurante, es muy buen cocinero. Los niños están creciendo y les va muy bien en el colegio. Nosotros somos los afortunados.

Hanh (patrocinadora)

Tuve noticia del patrocinio de personas refugiadas en Facebook, me pareció interesante y pensé que podía participar. Me atrajo la idea porque yo también fui refugiada. Sé lo difícil que es llegar a un país nuevo, y quise participar para contribuir a que esas dificultades fueran menores. Además, pensaba que el gobierno australiano debería mostrarse más acogedor y ofrecer más ayuda a quienes están atrapados en una guerra.

Greg y yo publicamos un mensaje en la página de la comunidad Warrandyte para buscar a más personas interesadas, y creamos un grupo.

Éramos seis en el grupo, incluidas una madre teletrabajadora, una psicóloga y una maestra. Era un grupo muy diverso, con distintas habilidades, lo que resultó muy útil para resolver cosas. Además, Warrandyte es una gran comunidad, de personas a quienes les gusta ayudar a los demás. Todos pensamos que tenemos el poder de cambiar las cosas, y eso ayudó mucho. La gente se implicó al momento y empezó a donar materiales y dinero.

Eso te hace sentir que no todo está perdido.

Todos sentimos que fue un gran privilegio tener la oportunidad de conocer a Nang y su familia. Hemos aprendido muchas cosas de ellos y de su cultura, y a través de esta experiencia hemos formado entre todos una nueva comunidad.

Hanh (patrocinadora)

Todos sentimos que fue un gran privilegio tener la oportunidad de conocer a Nang y su familia. Hemos aprendido muchas cosas de ellos y de su cultura, y a través de esta experiencia hemos formado entre todos una nueva comunidad. Muang y Nang son muy buenos cocineros, y muy generosos. Cuando estuve enferma, me mandaban deliciosos platos caseros. Compartíamos trucos de cocina sobre platos de Myanmar y Vietnam (de donde es originaria Hanh).

Una mesa con varias fuentes con comida de Myanmar y gente que se sirve de ellas en su plato.
Nang y su familia en su casa en Warrandyte, en la periferia nororiental de Melbourne, Australia, 8 de abril de 2025. ©Anu Kumar/Amnistía Internacional

Mi hermana vio lo que estábamos haciendo en Warrandyte y creó otro grupo en Melbourne. Estoy pensando que deberíamos volver a empezar y patrocinar a otra familia. Todos tenemos la capacidad de hacer el bien.

Nang y Muang pudieron rehacer su vida en Australia porque se esforzaron muchísimo. Aceptaban todo lo que les echaban. Estamos muy orgullosos de lo que hemos conseguido.

Greg (patrocinador)

Trabajar con CRSA (Community Refugee Sponsorship Australia) fue fundamental. Fueron de gran ayuda y nos prepararon con varias sesiones formativas para que tuviéramos siempre claro lo que la familia necesitaba y lo que debíamos hacer. Detrás del proyecto estuvo también toda la comunidad Warrandyte, que es muy potente. La gente fue fantástica. Muchas personas donaron materiales y dinero, y dos celebridades locales también se implicaron.

Nos aseguramos de mantener a todo el mundo informado y actualizado sobre lo que ocurría. El grupo de Facebook que creamos en apoyo de la familia llegó a tener unas 800 personas.

Australia ha adoptado en los últimos años algunas políticas deplorables y muy controvertidas respecto a las personas solicitantes de asilo. Cuando empezamos, nos preguntábamos qué diría la gente, y si habría voces críticas con las personas refugiadas en la comunidad. Pero la acogida ha sido espectacular. No es que nos sorprendiera del todo, porque ya sabemos que tenemos una gran comunidad. Pero la respuesta fue abrumadoramente positiva. Pienso que es porque todos comprendieron la valentía que se necesita para dejar el propio país y empezar una nueva vida en otra parte. La actitud de la comunidad era totalmente opuesta a la que hemos visto en ocasiones por parte del gobierno.

Hemos tenido la gran suerte de trabajar con ellos. Y hemos creado un vínculo que durará siempre.

Greg (patrocinador)

Participar en el patrocinio ha sido muy gratificante y enriquecedor. Sentimos la cercanía y hemos aprendido mucho de la historia, el entorno y la cultura de otras personas, ¡sobre todo de su cocina!

Hemos tenido la gran suerte de trabajar con ellos. Y hemos creado un vínculo que durará siempre.

Laura (patrocinadora)

Recuerdo que me impliqué porque vi la publicación en Facebook. El patrocinio fue genial porque la ayuda era muy al nivel de base comunitaria. Era muy tangible para todos: buscar asistencia médica, centros escolares, intérpretes.

En un patio lleno de vegetación, la patrocinadora comunitaria Laura conversa con Nang sentadas alrededor de una pequeña mesa. Laura, con un vestido camisero de color beige oscuro y gafas, sonríe atentamente a Nang, a quien se ve desde atrás con el pelo largo, castaño y liso, llevando a un bebé en un portabebés rojo.
La patrocinadora comunitaria Laura con Nang y su familia en su casa en Warrandyte, en la periferia nororiental de Melbourne, Australia, 8 de abril de 2025. ©Anu Kumar/Amnistía Internacional

Cuando todo estuvo organizado, recuerdo que hablé con varias personas y lo que más me llamó la atención fue que la gente veía a dónde iba todo lo que estaban donando, ya fueran materiales o servicios. Era todo muy directo. Esta familia venía a vivir aquí, estaba muy presente, y la comunidad podía verla.

Cuando miro atrás me asombro de lo mucho que conseguimos en tan poco tiempo. Ha habido que trabajar duro en algunos aspectos pero, si echas la vista atrás, te das cuenta de que tenías la capacidad de hacerlo. Te das cuenta de lo mucho que significa la comunidad y estar en un entorno donde la gente está encantada de ayudar y tiene una mentalidad abierta para ayudar y aprender.