El cambio climático representa una crisis global de derechos humanos que repercute en los derechos a la vida, la salud, la vivienda, el agua y el saneamiento, entre otros. Afecta de manera desproporcionada a las personas y comunidades marginadas o que son objeto de discriminación y desigualdad, en particular a las que sufren formas múltiples e interseccionales de discriminación —entre ellas las mujeres y las niñas y los pueblos indígenas; además, los niños y niñas y las personas jóvenes suportarán la peor parte de los efectos futuros—, pero nadie es inmune a los riesgos asociados la crisis climática.