Por Duncan Tucker y Jan-Albert Hootsen*
Para Alberto Amaro Jordán, periodista de 35 años de la ciudad de Atexcatzingo, en el estado de Tlaxcala, al este de Ciudad de México, su profesión no es sólo una pasión sino la herencia de su familia.
Siguiendo los pasos de su padre y su abuelo, que fueron periodistas, Amaro fundó el medio digital La Prensa de Tlaxcala en 2018. Pero al cabo de un año comenzó a recibir amenazas relacionadas con sus investigaciones sobre política, delincuencia y corrupción en el ámbito local.
Tlaxcala, el estado más pequeño de México, es un importante núcleo de trata de personas y esclavitud sexual. En la zona actúan poderosas redes delictivas de carácter familiar que trafican con niñas y mujeres jóvenes en México y Estados Unidos, entre otras actividades ilícitas.
Amaro explicó que, desde 2019, ha sido objeto de ataques, amenazas, detenciones por parte de agentes de policía e intimidación de miembros de grupos de delincuencia organizada. Lo han fotografiado, y también a su esposa e hijo, han hackeado su sitio web y han manchado su reputación en publicaciones en Facebook en las que lo han acusado de ser un delincuente. Mientras viajaba en automóvil, unos atacantes intentaron cortarle el paso y sacarlo de la carretera, y un hombre armado que circulaba en una motocicleta le tomó fotografías. Intrusos intentaron entrar por la fuerza en su casa, efectuaron disparos contra su propiedad y envenenaron mortalmente a uno de sus perros.
Habla uno por teléfono al Mecanismo y en ocasiones está como que te ignoran. Ellos piensan que tú les estás mintiendo
Alberto Amaro
En una entrevista realizada en su casa, Amaro dijo a Amnistía Internacional y al CPJ que el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, la instancia federal de México se demoró “meses” en responder a sus primeras peticiones de ayuda. Amaro agregó que, incluso después de haberse incorporado en 2019, el Mecanismo no le proporcionó un botón de pánico hasta pasados “aproximadamente seis meses”, y no le asignó escoltas hasta 2021.
Los problemas de Amaro no terminaron ahí. Según su testimonio, uno de los automóviles que el Mecanismo había dispuesto para uso suyo y de sus escoltas tenía los frenos defectuosos, y con frecuencia la empresa de seguridad privada encargada de supervisar su botón de pánico no respondía a sus peticiones de ayuda.
Amaro reforzó el perímetro de su propiedad e instaló una alarma y 25 cámaras de seguridad pagadas de su bolsillo. Un gigantesco monitor de pantalla dividida en su sala de estar muestra las imágenes en directo de cada cámara.
Sin embargo, incluso mientras continuaban los ataques, seguía sintiendo falta de urgencia por parte de los agentes encargados de protegerlo.
“Habla uno por teléfono al Mecanismo y en ocasiones está como que te ignoran. Ellos piensan que tú les estás mintiendo.”
atendieran sus proposiciones, pero él rechazó su oferta. Uno de los hombres fue detenido en mayo, pero Amaro teme que los demás puedan tomar represalias en cualquier momento. Informó del incidente a personal del Mecanismo pero, según sus palabras: “Lo tomaron a la ligera. […] Sentía yo que mis correos, mis llamadas, mis mensajes, les causaba molestia. Detecté una falta de humanidad, una falta de humildad”.
A finales de julio de 2023, el Mecanismo reevaluó la situación de seguridad de Amaro y concluyó que ya no corría peligro. Al recibir la evaluación, Amaro comprobó que seguía conteniendo numerosos errores y que no se mencionaba el reciente envenenamiento de su perro. Además, la evaluación afirmaba que ya no estaba en peligro porque uno de los tres hombres que intentaron sobornarlo había sido detenido después.
“Yo hice mucho hincapié que la evaluación de riesgo traía muchos errores”, dijo. “Me hicieron caso omiso y se toma la decisión que me iban a retirar las escoltas.”
Aun a riesgo de quedarse únicamente con un botón de pánico y las visitas de la policía como únicas medidas de protección, Amaro contrató a un abogado para interponer un amparo. Un juez falló a su favor en agosto y bloqueó la retirada de sus cuatro escoltas, pero sigue sin estar claro si podrá retenerlos a largo plazo.
Hay momentos donde dices: ¿dejo lo que me apasiona, lo que me gusta, que es el periodismo?
Alberto Amaro
Amaro tenía lágrimas en los ojos mientras relataba cómo han afectado a sus hijos los ataques dirigidos contra él.
Cuando sólo tenía 8 años, el hijo de Amaro tuvo que entrar precipitadamente en la casa y esconderse bajo una mesa cuando un hombre armado abrió fuego delante de su vivienda en agosto de 2019. Ahora tiene 12 años y sigue sin poder dormir cuando los guardaespaldas no están de servicio. La hija de Amaro, de 9 años, también tiene problemas para dormir en los últimos meses, y con frecuencia se despierta gritando “¡no te maten, papá!”
Amaro también recordó que cuando contrató una póliza de seguro de vida para proteger a su familia por si le ocurría algo, su hija dijo: “Mi papá vale más muerto que vivo, mamá”.
El niño y la niña han tenido que renunciar a la práctica del fútbol y a las clases de kárate, y sólo asisten a la escuela los días en que Amaro puede recogerlos con sus escoltas. El Mecanismo no ha proporcionado apoyo psicológico a la familia, y Amaro tiene que pagar las sesiones semanales con un psicólogo infantil.
“A veces yo me siento culpable que ellos tengan que estar en un procedimiento psicológico […] por un temor, un miedo a que su papá se muera”, dijo Amaro. “Ellos han tenido una afectación mu grave. Es lo que me duele, Es lo que me duele, porque son niños que están empezando a aprender a vivir, y a ver que estamos en un mundo donde la violencia los ha llevado a alejar lo que les gusta. A que les maten a sus perros. A que no podamos ir al cine. Que nos podamos ir al circo. Que no podemos ir a caminar al parque, porque no nos sentimos nadie seguro.”
Amaro cree que el Mecanismo debería contratar a periodistas o personas defensoras de derechos humanos para que lleven a cabo las evaluaciones, personas que puedan empatizar con quienes están en peligro y comprendan los peligros a los que se enfrentan sobre el terreno.
Como consecuencia de los constantes ataques y de la falta de garantías con respecto a su seguridad por parte del Mecanismo, Amaro ha reducido su cobertura informativa de la delincuencia organizada y la corrupción política, e incluso ha considerado la posibilidad de abandonar la profesión familiar. También aseguró que, si tuviera medios, abandonaría temporalmente Tlaxcala.
“Me he autocensurado porque no me siento seguro”, dijo. “Hay momentos donde dices: ¿dejo lo que me apasiona, lo que me gusta, que es el periodismo?”
*Duncan Tucker es el jefe de prensa para las Américas de Amnistía Internacional. Jan-Albert Hootsen es el representante para México del Comité para la Protección de los Periodistas