Hungría: Las mujeres se enfrentan a un fuerte incremento de la discriminación y la precariedad laboral en el lugar de trabajo debido a la crisis de COVID-19

La pandemia de COVID-19 está agravando el persistente problema de la desigualdad de género en los lugares de trabajo y en el mercado laboral en Hungría, donde las mujeres sufren niveles aún más elevados de inseguridad laboral y discriminación, según ha concluido un nuevo informe de Amnistía Internacional.

No working around it: Gender-based discrimination in Hungarian workplaces revela que la discriminación por motivos de género en el lugar de trabajo —muy extendida incluso antes de la pandemia de COVID-19— ha aumentado espectacularmente desde el confinamiento, pues muchas más mujeres se han visto expulsadas del mercado laboral.

Las mujeres en Hungría sufren escandalosas formas de discriminación directa e indirecta en el lugar de trabajo y esta situación ha ido a más durante la crisis de COVID-19.

Krisztina Tamás-Sáróy, Amnistía Internacional

“Las mujeres en Hungría, especialmente las embarazadas y las que tienen hijos o hijas de corta edad, sufren escandalosas formas de discriminación directa e indirecta en el lugar de trabajo. Esta situación ha ido a más durante la crisis de COVID-19”, ha manifestado Krisztina Tamás-Sáróy, investigadora de Amnistía Internacional sobre Hungría.

“Al hacer caso omiso de su obligación de eliminar la discriminación de género en el lugar de trabajo, las autoridades están permitiendo a los empleadores pisotear los derechos de las mujeres precisamente en un momento en el que estos derechos son más necesarios que nunca.”

Los diferentes impactos de la COVID-19 en hombres y mujeres en Hungría son claramente visibles en un entorno laboral que históricamente ha tendido a favorecer a los hombres. Uno de los ejemplos más claros es el hecho de que la carga del cuidado infantil siempre ha recaído desproporcionadamente en las mujeres; muchas mujeres se han visto obligadas a dejar su empleo para cuidar y educar a sus hijos e hijas ahora que las guarderías y escuelas se han cerrado.

Aunque los datos sobre la amplitud y profundidad de los efectos de la COVID-19 aún se están descubriendo, está claro que la pandemia está agravando muchos aspectos de la discriminación de género preexistente. Cada vez son más las mujeres húngaras que están pagando el precio de la histórica inacción gubernamental para garantizar que las obligaciones internacionales y regionales en materia de derechos humanos se incorporan adecuadamente en las leyes laborales nacionales, mientras las leyes que regulan las relaciones laborales y el trato igualitario en el empleo siguen dejando grandes lagunas que los empleadores pueden explotar.

Esto ha afectado en particular a las mujeres embarazadas que se encuentran con que sus contratos se dan por terminados cuando sus empleadores se enteran de su embarazo. A pesar de que el Código de Trabajo húngaro contiene salvaguardias contra este tipo de despidos, los empleadores, sin ofrecer pruebas sustanciales, suelen alegar conducta inadecuada por parte de la empleada o encuentran otra razón injustificada que les permita finalizar el contrato de la mujer embarazada.

Una mujer, “Bernadett”, contó a Amnistía Internacional que la habían convocado a una reunión después de decir a su empleador que estaba embarazada. “Me dijeron que mi salario era demasiado alto, así que podíamos, o firmar un nuevo contrato con un salario más bajo, para que pudiera disfrutar de mi permiso y baja por maternidad, o debíamos dar por finalizada nuestra relación laboral.” Fue obligada a firmar un contrato y abandonó la empresa.

La situación de las empleadas se ve a menudo agravada por el hecho de que no saben que el empleador tiene el deber de restituirles su función original o una equivalente y los empleadores suelen optar por hacer caso omiso de esta obligación, por lo que rara vez se lleva a la práctica. Por ejemplo, muchos empleadores se niegan a aceptar las peticiones de las empleadas de trabajar una jornada parcial al regresar del permiso de maternidad, a pesar de que tienen la obligación legal de aceptarlas. 

Dora dijo a Amnistía Internacional que su director incluso disuadía a las empleadas de solicitar la jornada parcial después del permiso por maternidad. “La jornada parcial no se contempla en la institución, porque perjudica la organización.”

Las mujeres a menudo temen sufrir represalias por denunciar la discriminación tanto internamente a su empleados como mediante vías jurídicas externas, por ejemplo presentando una denuncia ante la Autoridad para la Igualdad de Trato o llevando su caso ante los tribunales. Los mecanismos internos de denuncia a menudo son inexistentes o inefectivos, y suele haber barreras infranqueables para los remedios externos.

Aunque la pandemia está afectando a todos los aspectos de nuestra vida, no debería utilizarse como excusa para socavar aún más los derechos de las mujeres en el lugar de trabajo.

Dávid Vig, director de Amnistía Internacional Hungría

Aunque la necesidad de que los empleadores permitan el teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 podría dar un lugar a un cambio positivo en las actitudes respecto al trabajo desde casa, se teme que puedan surgir nuevos tipos de abusos por parte de los empleadores. Los empleadores sin escrúpulos podrían explotar fácilmente las lagunas en la regulación del teletrabajo.

“Aunque la pandemia está afectando a todos los aspectos de nuestra vida, no debería utilizarse como excusa para socavar aún más los derechos de las mujeres en el lugar de trabajo. Sobre todo, el embarazo y la maternidad no deberían tratarse como un estigma en el ámbito laboral del siglo XXI”, ha manifestado Dávid Vig, director de Amnistía Internacional Hungría.

“En lugar de eso, los empleadores deben hacer más por acomodar a las mujeres trabajadoras con hijos o hijas ofreciéndoles un desempeño laboral más flexible y favorable. Ese enfoque beneficiaría tanto a los empleadores como, a largo plazo, a las empleadas.”

No working around it: Gender-based discrimination in Hungarian workplaces