Colombia: Repunte de ataques contra comunidad de paz demuestra que el conflicto sigue vivo

La oleada ininterrumpida de amenazas, homicidios y desplazamientos forzados contra cientos de habitantes pacíficos de veredas en el noroeste de Colombia es una escalofriante ilustración de que el conflicto armado dista de haber concluido, meses después de la firma de un acuerdo de paz. Así lo ha advertido Amnistía Internacional en el 20º aniversario de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.

“Resulta alarmante contemplar cómo, en grandes zonas de Colombia, el conflicto armado está más vivo que nunca. En todo el país hay cientos de miles de personas que aún no han notado ninguna diferencia en sus vidas desde que se firmaron los acuerdos de paz”, ha manifestado Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.

Resulta alarmante contemplar cómo, en grandes zonas de Colombia, el conflicto armado está más vivo que nunca.

Erika Guevara-Rosas, Directora para las Américas de Amnistía Internacional

“La Comunidad de Paz de San José de Apartadó muestra la manera en que, durante décadas, la población colombiana, prácticamente sola, ha luchado valientemente por la justicia. Sus miembros son un ejemplo de la lucha para proteger los derechos humanos, tan fundamentales para todas las personas en Colombia.”

Durante los dos decenios transcurridos desde su fundación en el departamento de Antioquia, el 23 de marzo de 1997, los miembros de la comunidad han intentado distanciarse del conflicto negándose formalmente a permitir que el ejército, la guerrilla y los grupos paramilitares entren en su territorio.

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó es un ejemplo de la lucha para proteger los derechos humanos, tan fundamentales para todas las personas en Colombia

Erika Guevara-Rosas.

Pese a su intento de mantenerse neutrales, los residentes de San José de Apartadó han sido víctimas de ataques, tortura, abusos sexuales y desplazamiento forzado a manos de todas las partes enfrentadas. Más de 300 de sus miembros han sido asesinados o se han visto obligados a abandonar sus hogares en las últimas dos décadas.

Desde finales de 2016, la comunidad ha informado de un incremento en la actividad paramilitar en la zona — especialmente por parte de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia—, pese a las declaraciones de las autoridades colombianas que aseguran que los grupos paramilitares ya no están activos.

“Ya es hora de que las autoridades colombianas se enfrenten a la realidad y reconozcan que el conflicto sigue causando estragos a cientos de miles de personas vulnerables. Cuanto más se demore la acción, más vidas se perderán”, ha manifestado Erika Guevara-Rosas.