Sin un techo no se pueden echar raíces

Por el Equipo Subregional del Caribe de Amnistía Internacional

Tres años después del terremoto que devastó Haití, miles de personas se enfrentan ahora al desalojo forzoso de sus rudimentarias tiendas.

Virgiela permaneció seis días atrapada bajo los escombros tras el catastrófico terremoto que asoló Haití el 12 de enero de 2010. Su vivienda en la capital, Puerto Príncipe, quedó destruida. La determinación de reencontrarse con sus hijos y nietos fue lo que la impulsó a seguir adelante.

Después, la tienda que ocupaba en un campo para personas desplazadas, en Place Jérémie, fue derribada durante un desalojo forzoso en diciembre de 2011, que dejó en la calle a 134 familias. Lo poco que poseían fue destruido o se lo robaron. Virgiela y su familia volvieron a quedarse sin hogar.

Sin un sitio adonde ir, Virgiela duerme ahora en el porche de la casa de su hermana. Sus hijos y nietos viven cada uno por su lado en casas de familiares y amigos en condiciones de hacinamiento.

El terremoto de Haití acabó con la vida de 200.000 personas y dejó sin techo a 2,3 millones. A día de hoy, casi 350.000 personas siguen viviendo en refugios construidos con toldos raídos y chapas de metal. Estos campos provisionales apenas permiten el acceso a servicios básicos como agua corriente, retretes y recogida de basuras. Mientras tanto, Haití ha recibido menos de la mitad de los 6.500 millones de dólares estadounidenses prometidos por los donantes para ayudar en la recuperación del país.

A finales de septiembre de 2012, casi 80.000 personas vivían bajo la amenaza del desalojo. Hasta el momento, unas 60.000 personas han sido desalojadas por la fuerza de estos campos. La mayoría vivía en tiendas levantadas en terrenos privados cuya propiedad está en litigio. Desarraigadas por el terremoto y luchando por sobrevivir en condiciones a menudo atroces, estas familias viven con el temor constante de volver a perderlo todo.

Amnistía Internacional ha documentado una constante de desalojos forzosos de familias internamente desplazadas, llevados a cabo o consentidos por las autoridades haitianas. En una abrumadora mayoría de desalojos se han visto implicados presuntos propietarios particulares que reclaman propiedades a las personas desplazadas mediante el uso de la intimidación y la violencia. No hay una consulta verdadera, y a las personas desplazadas no se les ofrece ni un alojamiento alternativo ni una indemnización adecuadas. Por lo tanto, estos desalojos incumplen claramente las normas jurídicas y de procedimiento internacionales.

En nuestro informe, “Nowhere to go”: Forced evictions in Haiti’s displacement camps, se muestra cómo la reconstrucción tras el terremoto no protege ni hace valer el derecho de las personas a una vivienda adecuada.

Las autoridades haitianas deben actuar con urgencia a fin de garantizar que otras familias no corren la misma suerte que Virgiela. Las personas desplazadas de Haití necesitan ya soluciones duraderas que atiendan sus necesidades en cuanto a vivienda, entre otras el fin de los desalojos forzosos. La comunidad internacional debe cumplir asimismo los compromisos económicos adquiridos en la conferencia de donantes celebrada en marzo de 2010 para ayudar a Haití en su recuperación.

MÁS INFORMACIÓN

Haití: Catastrófica situación de la vivienda tres años después del terremoto

ACTÚA YAImprime, firma y envía la tarjeta postal que aparece en este PDF de la revista WIRE (en inglés) para pedir al presidente Michel Martelly que ponga fin a todos los desalojos hasta que se establezcan salvaguardas adecuadas para proteger los derechos humanos de las personas. Y estate al tanto del informe y vídeo nuevos, que saldrán en febrero.