Libia tras la “Primavera Árabe”: Siete maneras en que se están atacando los derechos humanos

Hace cinco años, un levantamiento inicialmente pacífico en Libia se transformó rápidamente en un conflicto armado con intervención militar occidental y, finalmente,  terminó con la muerte violenta del coronel Muamar al Gadafi en octubre de 2011.

Posteriormente, los sucesivos gobiernos han sido incapaces de impedir que los combatientes de las recién formadas milicias anti-Gadafi cometan graves crímenes, por los que no han comparecido ante la justicia. El país continúa profundamente dividido y desde mayo de 2014 está sumido en un nuevo conflicto armado.

Celebraciones en Bengasi en el primer aniversario del levantamiento que dio lugar a la captura y homicidio del coronel Muamar al Gadafi,17 de febrero de 2012. © GIANLUIGI GUERCIA/AFP/Getty Images
Celebraciones en Bengasi en el primer aniversario del levantamiento que dio lugar a la captura y homicidio del coronel Muamar al Gadafi,17 de febrero de 2012. © GIANLUIGI GUERCIA/AFP/Getty Images

A continuación se detallan siete maneras en que se están atacando los derechos humanos en todo el país:

1. Todas las partes han cometido crímenes de guerra y abusos graves contra los derechos humanos, tales como ataques directos e indiscriminados contra la población civil y sus bienes. Cientos de personas han sido secuestradas y torturadas debido a su afiliación política o tribal percibida, origen u opinión.

2. Los grupos armados están fuera de control. El denominado Estado Islámico tomó algunas áreas donde ha llevado cabo asesinatos en forma de ejecuciones públicas, en ocasiones dejando los cadáveres de las víctimas expuestos ante el público. También ha realizado flagelaciones y amputaciones públicas, y ha difundido algunos de esos crímenes a través de las redes sociales.

3. Las personas migrantes y refugiadas se enfrentan a graves abusos. Muchas de ellas son torturadas, explotadas y sometidas a abusos sexuales a lo largo de las rutas de tráfico de entrada y salida de Libia. Otras permanecen recluidas indefinidamente. Asimismo, miles de personas han intentado salir de Libia y cruzar el mar Mediterráneo hasta Europa en embarcaciones no aptas para navegar.  En 2015, más de 2.880 personas se ahogaron al intentar hacer la travesía desde el norte de África hasta Italia.

Luchas y destrucción en las calles de Bengasi, febrero de 2015. © Abdullah Doma/AFP/Getty Images
Luchas y destrucción en las calles de Bengasi, febrero de 2015. © Abdullah Doma/AFP/Getty Images

4. La población civil sufre las peores consecuencias del conflicto y la violencia en el país. Casi 2,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, como agua potable, saneamiento y alimentación. Muchos hospitales y clínicas están cerrados, dañados o son inaccesibles debido a los combates. Aproximadamente el 20 por ciento de los niños y niñas no pueden ir a colegio en Libia.

5. La libertad de expresión está siendo atacada. Periodistas, activistas de derechos humanos y personal de ONG han sido amenazados, secuestrados y asesinados por varios grupos armados. Las emisoras de televisión han sido objeto de actos vandálicos, incendios y ataques con granadas propulsadas por cohetes. Reporteros sin Fronteras registró más de 30 ataques contra periodistas entre enero y noviembre de 2015.

6. Los derechos de las mujeres están en retroceso. Las mujeres activistas están sufriendo intimidación y amenazas, y las mujeres que viajan sin un compañero varón son acosadas por las milicias. Las nuevas leyes discriminan todavía más a las mujeres, por ejemplo, facilitando el matrimonio precoz y permitiendo a los hombres divorciarse de sus esposas sin la aprobación de un tribunal.

7. El sistema judicial apenas funciona. Los tribunales de algunas ciudades permanecen cerrados debido a que la situación es muy peligrosa, y jueces y abogados han sido objeto de ataques y secuestros. Miles de personas consideradas leales a Gadafi llevan años detenidas sin cargos ni juicio. El juicio contra 37 ex oficiales por presuntos crímenes de guerra y otros delitos estuvo plagado de irregularidades, como el hecho de que no se investigaran las denuncias de tortura de los acusados.