Conflicto de la República Centroafricana: La liberación de 44 menores, un atisbo de esperanza

Christian Mukosa, investigador de Amnistía Internacional sobre la República Centroafricana

La sombría realidad sobre el terreno en el conflicto armado interno de la República Centroafricana, que empeora día a día, suele dejar fuera la esperanza. Pero esta semana viví uno de esos escasos momentos privilegiados: un pequeño rayo de esperanza que atravesó las tinieblas.

Un contacto de UNICEF confirmó la buena noticia: Un grupo de 44 menores de la República Centroafricana de entre 13 y 17 años —entre los que había dos niñas— fueron excarcelados de la prisión de máxima seguridad de Korotoro, en Chad, y están ahora bajo custodia de la agencia de la ONU. Los menores habían estado recluidos en esa remota prisión del desierto, junto con más de 200 combatientes adultos, desde enero de 2014.

El investigador de Amnistía Internacional sobre la República Centroafricana, Christian Mukosa, reunido con unos refugiados en Yamena (Chad) en febrero de 2014. © Amnesty International
El investigador de Amnistía Internacional sobre la República Centroafricana, Christian Mukosa, reunido con unos refugiados en Yamena (Chad) en febrero de 2014. © Amnesty International

Todos los menores habían huido del conflicto armado en su país de origen dentro de un grupo de 248 personas, en su mayoría ex combatientes de Seleka armados, sobre todo musulmanes. Tras entrar en el vecino Chad en enero, el grupo se entregó a las autoridades chadianas, que detuvieron, desarmaron y llevaron a sus integrantes a Yamena, la capital de Chad, para trasladarlos después a Korotoro, a 600 km al norte, donde los recluyeron. En marzo de 2014, las autoridades chadianas dijeron a la delegación de Amnistía Internacional que se estaban investigando sus casos, pero no estaba claro de qué se les acusaba ni si había algún cargo contra ellos.

Pueden imaginar mi alegría esta semana cuando supe que los 44 menores ya eran libres y estaban a salvo. Amnistía Internacional desempeñó un papel clave al exponer su caso ante las autoridades chadianas y cuestionar la legalidad de su detención. Nuestros esfuerzos fueron recompensados y en última instancia ayudaron a conseguir la liberación de los menores. Aún estamos haciendo averiguaciones sobre un bebé de dos años y un niño de cinco que, según la información de que disponemos, estaban también detenidos con sus familias en Korotoro.

En virtud del derecho internacional de los derechos humanos, los menores no deben estar nunca detenidos junto con adultos. Este caso era especialmente inquietante, pues no se dio una razón clara de su detención y estaban recluidos con ex combatientes en un centro de máxima seguridad donde eran vulnerables a nuevas violaciones de derechos humanos. Las autoridades del Estado siempre deben poner el mejor interés del menor por encima de todas las consideraciones, algo que claramente no estaban haciendo en este caso.

El 26 de abril los 44 menores estaban en buen estado de salud y bajo custodia de UNICEF en Yamena. La agencia de la ONU trabaja con otras organizaciones para intentar reunirlos con sus familias lo antes posible.

Otra buena noticia para la sitiada población civil de la República Centroafricana fue que el miércoles, la misión militar de la Unión Europea (conocida como EURFOR-RCA) desplegó por fin su primer contingente de 150 soldados en el país, que se estableció en el aeropuerto de la capital, Bangui. Su despliegue significa que las tropas francesas de la Operación Sangaris que custodiaban el aeropuerto y el enorme campo para desplazados internos situado en sus proximidades pueden ahora patrullar otras zonas del país que necesitan urgentemente una mayor presencia de seguridad.

A principios de abril se anunció el despliegue de un máximo de 1.000 soldados de la UE para ayudar a los 7.150 soldados de la Unión Africana y Francia que están en el país, con el fin de servir de misión “puente” hasta que se despliegue la misión de paz de la ONU —MINUSCA— en septiembre de este año.

Estos refuerzos son muy necesarios, pues en los últimos meses se está produciendo la limpieza étnica de musulmanes y se cometen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad con impunidad en Bangui y otras partes del país. La semana pasada, un ataque armado contra un hospital causó la muerte de 16 personas —13 líderes locales y tres trabajadores de la organización humanitaria Médicos sin Fronteras— y el ataque contra un convoy de la ONU que llevaba a más de 1.300 musulmanes a un lugar seguro en el extremo septentrional del país se saldó con otras dos muertes. Varios periodistas y un sacerdote han sido asimismo víctimas de ataques —algunos de ellos con resultados mortales— en los últimos días,

En este terrible contexto, las buenas noticias —como la liberación de los menores detenidos— suelen ser fugaces. Pero hay que celebrar cada pequeña victoria para los derechos humanos.

Mientras tanto, Amnistía Internacional seguirá presionando para que la comunidad internacional tome muchas más medidas para proteger a la población civil en toda la República Centroafricana, así como a los refugiados que han huido del país. Y seguiremos trabajando para garantizar que los perpetradores de atrocidades —Seleka, anti-balakas y sus respectivos aliados incluidos— respondan ante la justicia de sus actos.