El gobierno sirio, con el respaldo de Rusia, ha intensificado los ataques ilegítimos contra la población civil en Idlib, usando municiones de racimo prohibidas internacionalmente y bombas de barril no guiadas en un preludio de una ofensiva militar que muchas fuentes prevén, ha afirmado hoy Amnistía Internacional.
Se ha tenido noticia de al menos 13 ataques entre el 7 y el 10 de septiembre en la parte meridional de la gobernación de Idlib. Los bombardeos, que tuvieron como objetivo las poblaciones de Al Tah, Jerjanaz, Al Habeet, Hass y Abadeen, así como las afueras de Jan Sheijun, causaron la muerte de 14 personas y heridas a otras 35.
“El gobierno sirio ha usado de forma habitual municiones de racimo y bombas de barril prohibidas que han infligido terribles daños y sufrimientos a la población civil en Siria. Ahora ha comenzado a repetir esta horrenda táctica en Idlib, y no tenemos ningún motivo para creer que se detendrá”, ha afirmado Diana Semaan, investigadora de Amnistía Internacional sobre Siria.
“Cuando se acerca la ofensiva, la comunidad internacional debe actuar con rapidez para garantizar que se protege a la población civil de Idlib de estos ataques deliberados e indiscriminados. Una nueva intensificación de los ataques ilegítimos del gobierno sirio, grupos armados y sus aliados no harán más que aumentar el elevado número de víctimas civiles y agravar aún más la crisis humanitaria.”
Los ataques comenzaron, según informes, el mismo día en que Rusia, Irán y Turquía concluían una cumbre sobre Siria en la capital iraní, Teherán.
El gobierno sirio ha usado de forma habitual municiones de racimo y bombas de barril prohibidas que han infligido terribles daños y sufrimientos a la población civil en Siria. Ahora ha comenzado a repetir esta horrenda táctica en Idlib, y no tenemos ningún motivo para creer que se detendrá.
Diana Semaan, investigadora de Amnistía Internacional sobre Siria
Testimonios aterradores
Once personas residentes en Idlib dijeron a Amnistía Internacional que las fuerzas gubernamentales sirias habían arrojado bombas de barril y lanzado cohetes que dispersaron municiones de racimo en zonas pobladas, causando daños en escuelas y viviendas durante varios días.
Expertos en armas de Amnistía Internacional examinaron imágenes proporcionadas por residentes que mostraban los restos de municiones de racimo tras un ataque efectuado el 10 de septiembre en Al Tah y Jerjanaz. Las imágenes muestran claramente restos de cohetes 9M27K de 220 mm de fabricación rusa que contenían munición de racimo 9N235. Otras fotografías de Al Tah mostraban municiones de racimo 9N235 sin explotar que representan un considerable peligro para la población civil, sobre todo los niños y niñas, a quienes estas armas pueden mutilar o matar mucho después de su uso inicial.
Dos trabajadores de rescate dijeron a Amnistía Internacional que unos 10 colegas suyos sufrieron un ataque cuando apagaban un incendio causado por un ataque aéreo el 8 de septiembre. El ataque, llevado a cabo presuntamente por Rusia, había alcanzado una planta de tratamiento de patatas situada en una carretera importante, aproximadamente a 1,5 kilómetros al norte de la ciudad de Jan Sheijun.
Uno de los trabajadores dijo que estaba dentro de la instalación apagando el incendio cuando oyó un avión de vigilancia sobrevolando la zona.
“Salí corriendo para avisar al equipo porque el avión de vigilancia se había alejado. No llegué a terminar la frase, ‘Chicos, hay un avión de combate de vigilancia’, cuando oí una explosión en el cielo y luego las bombas llovieron sobre nosotros”, dijo el trabajador de rescate.
“Caí al suelo de inmediato mientras oía pequeñas explosiones. […] Me trasladaron a un hospital donde me sacaron metralla de muslo izquierdo y del derecho.”
Cuando se acerca la ofensiva, la comunidad internacional debe actuar con rapidez para garantizar que se protege a la población civil de Idlib de estos ataques deliberados e indiscriminados.
Diana Semaan
Varios testigos entrevistados por Amnistía Internacional informaron de que las fuerzas del gobierno sirio lanzaron varios cohetes 9M27K de fabricación rusa y gran tamaño, cada uno de los cuales lleva 30 municiones de racimo, contra tres poblaciones, Jerjanaz, Al Tah y Hish, entre las 8.00 y las 8.30 de la mañana del 10 de septiembre.
Tres personas residentes en Jarjanaz dijeron a Amnistía Internacional que, el 10 de septiembre, zonas residenciales sufrieron al menos cuatro ataques con cohetes, que causaron daños en viviendas y en dos escuelas y causaron heridas a 11 civiles.
Un residente, cuya casa estaba a unos 900 metros de las barriadas que sufrieron los ataques, explicó que había oído varios tipos distintos de explosiones.
“Fui primero a las escuelas que recibieron el impacto del ataque. Vi a dos niñas heridas por la metralla. Más tarde me dijeron que son de séptimo grado. Estaban fuera cuando ocurrió el ataque pero el resto del alumnado estaba dentro”, dijo el residente a Amnistía Internacional.
“El patio de recreo estaba cubierto de bombas sin explotar, pero la carcasa del cohete principal cayó al lado de la escuela. […] Vi que los muros de la escuela estaban llenos de metralla y había hoyos en el suelo. Después me dirigí en automóvil a las zonas residenciales donde vi a varias personas heridas. Estaban tendidas en la calle esperando ayuda médica.”
Tres personas de la población de Habeet dijeron a Amnistía Internacional que las fuerzas gubernamentales sirias lanzaron varias bombas de barril desde helicópteros el 10 de septiembre. Estas bombas no guiadas, cada una de las cuales contiene al menos 45 kilos de explosivos, son conocidas por su imprecisión y han destruido viviendas de civiles en todo el territorio de Siria.
La comunidad internacional debe actuar con urgencia
Amnistía Internacional hace un llamamiento a la comunidad internacional para que use su influencia para poner fin de inmediato a los ataques ilegítimos y prevenir nuevas y atroces pérdidas de civiles.
“El gobierno de Siria ha mostrado repetidamente un cruel desprecio por las vidas de la población civil. Rusia e Irán deben garantizar que las autoridades sirias ponen fin a estos crímenes de guerra y protegen a la población civil en Idlib. Turquía también tiene la responsabilidad de garantizar que los grupos armados cumplen las normas del derecho internacional humanitario”, ha afirmado Diana Semaan.
“Es necesario un impulso concertado de la comunidad internacional para salvar vidas de civiles y prevenir las graves violaciones de derechos humanos que se observan en otras partes de Siria, como el este de la ciudad de Alepo y la Guta oriental.”
Amnistía Internacional pide también a Turquía que abra sus fronteras a los civiles que deseen huir de los ataques contra Idlib; y a la comunidad internacional que ayude a Turquía a recibir a las personas refugiadas.
El gobierno de Siria ha mostrado repetidamente un cruel desprecio por las vidas de la población civil. Rusia e Irán deben garantizar que las autoridades sirias ponen fin a estos crímenes de guerra y protegen a la población civil en Idlib. Turquía también tiene la responsabilidad de garantizar que los grupos armados cumplen las normas del derecho internacional humanitario.
Diana Semaan
“En cuanto a quienes optan por huir a zonas controladas por el gobierno, Rusia debe garantizar que el gobierno sirio no toma medidas de represalia como la detención arbitraria o la desaparición forzada de hombre y niños, el confinamiento de personas evacuadas en campamentos y el bloqueo del acceso de las agencias humanitarias de la ONU a esos campamentos, como en el caso de la Guta oriental”, ha afirmado Diana Semaan.
Información complementaria:
Al menos 2,5 millones de personas viven en Idlib, de ellas 700.000 desplazadas internamente desde otras zonas de Siria. Más de la mitad de la población de Idlib se ha visto ya desplazada, en algunos casos varias veces. Hasta 300.000 personas internamente desplazadas han llegado a Idlib desde agosto de 2017. Según agencias humanitarias de la ONU, más de 2 millones de personas en Idlib necesitan con urgencia alimentos, agua y atención de la salud.
Muchas de las personas desplazadas viven en campamentos superpoblados erigidos cerca de la frontera con Turquía, sin infraestructuras adecuadas ni acceso a agua potable y electricidad. Las oportunidades de empleo son escasas, por lo que la mayoría de las personas que viven en Idlib dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir.