¿acaso la mujer no tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo? ¿acaso las mujeres no se pueden defender solas?
Jeshu, 17 , activista de Amnistía Internacional en Chile
¿así que debe necesitar tener un hombre al lado?
La profesora (de la escuela) me respondió con un rotundo sí.
“Se necesita una aldea para criar a un niño”, dice el proverbio africano. ¿Pero qué pasa cuando la aldea no quiere enseñar al niño? Al crecer, aprendemos cosas de nuestros padres, de la escuela y, en general, de distintas partes; pero ¿qué ocurre si las cosas fundamentales que debemos aprender no se abordan adecuadamente?
Por ejemplo, los derechos sexuales y reproductivos y la libertad de tomar decisiones sobre su propio cuerpo no deberían ser tema de discusión porque deberían ser un derecho garantizado y promovido por todas las sociedades.
Sin embargo, en América Latina el tema es aún tabú, y muches jóvenes no reciben información sobre sus derechos, o no encuentran respuestas a preguntas que les ayuden a vivir plenamente su sexualidad y sus relaciones. Un entorno cultural tradicional, la falta de información abierta e imparcial y la inexistencia de educación sexual integral integrada en la educación formal son causas de esta situación, entre otras.
Por ello en el 2016 Amnistía Internacional lanzó el programa ¡Es Mi Cuerpo!, donde participaron jóvenes de Argentina, Chile y Perú que los llevó a aumentar su conciencia y contar con información acerca de la sexualidad, los derechos reproductivos y sexuales, y los servicios de salud.
¿Por qué participo? Porque quiero ver un cambio en mi región. Porque ya no quiero ser el problema sino parte de la solución del problema. Porque se habla de mí sin preguntarme. Se toman decisiones para mejorar mi bienestar, pero no lo hacen. Para mí es importante que esto no sea un tabú sino un tema al que se le dé la importancia que merece.
Tomy, 16, activista del proyecto en Perú
El programa ha contribuido a crear un espacio para que les jóvenes conozcan más acerca de sus derechos, emprendan sus primeras experiencias en el activismo, se sientan libres de dar forma a su aprendizaje e intercambien con personas con sus mismas inquietudes. ¡Es Mi Cuerpo! ha puesto a les jóvenes en el centro de todas las actividades para que sean parte de los procesos de toma de decisión y estén representades en cada aspecto del proyecto; así como también cuenten con herramientas para generar y participar en debates sobre temas que les interesan.
Aunque el contexto cultural, la historia y las tradiciones son diferentes en los tres países, estos comparten la misma falta de garantías de los derechos sexuales y reproductivos a nivel social, cultural y político. El programa consiguió vincular a les jóvenes activistas a una misma acción común, obteniendo resultados diferentes según el país y contexto.
Las metodologías utilizadas a lo largo del programa han creado una red de jóvenes líderes, educadores entre pares y “talleristas” para alcanzar a otres jóvenes para inspirarles y sensibilizarles. El programa también contribuyó a impulsar una nueva generación de activistas que alzan su voz para exigir acceso a sus derechos sexuales y reproductivos.
Uno de los aspectos más importante para les jóvenes que participaron del programa fue el carácter horizontal y sin jerarquías de las herramientas de educación en derechos humanos con las que trabajaron. Esto les permitió apoderarse del conocimiento y la técnica para llegar a más jóvenes y abordar temas que, por lo general, son difíciles de tratar por ser temas íntimos y personales, y por características de las sociedades.
Personalmente no veo ¡Es Mi Cuerpo! como un simple proyecto de defensa de los derechos sexuales y reproductivos en América Latina. Si no que es una nueva forma de hacer activismo dando importancia a les jóvenes del país con una capacitación sobre el tema que no es exclusivamente para adultos, y de esta forma generar un círculo de aprendizaje que sea mucho más saludable.
PI, activista de Amnistía Internacional en Argentina
La educación entre pares fue igualmente un enfoque clave en todo el proyecto, y generó círculos de aprendizajes centrados en personas jóvenes; donde la creatividad, el intercambio y el aprendizaje generado desde el afecto fueron al centro de la educación. El aprendizaje entre pares también se convirtió en una resistencia al adultocentrismo que favoreció una nueva forma de activismo. Gracias a este enfoque les jóvenes se han sentido empoderades y con la capacidad de llevar a cabo procesos de incidencias y así influenciar la toma de decisión en temas que los interesan.
Además de un mayor conocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, el fortalecimiento de las capacidades de incidencia, y en general de las personalidades de les jóvenes, ¡Es Mi Cuerpo! alcanzó logros reales y prácticos. Por ejemplo, en Argentina, un joven logró reformar un currículo escolar para integrar y abordar la Educación Sexual Integral. En Perú les jóvenes que participaron al proyecto formaron a madres y padres de familia y profesores en todo el país. En Chile, un joven recibió una sentencia favorable defendiendo su caso de discriminación en la escuela y recurrió a la Oficina de Protección de Derechos (OPD) y a los tribunales por la violación de sus derechos sexuales y reproductivos utilizando sus conocimientos y habilidades en materia de derechos humanos adquiridos en el proyecto.
Mi vida no cambió cuando me autodenominé feminista, o activista, ni mucho menos cuando asumí el cargo de coordinadora o tallerista dentro de este –maravilloso-proyecto, sino que mi vida cambió cuando me di cuenta de que yo tenía la capacidad de cambiar la vida de alguien más.
(BA)Sofia, 17, activista del proyecto en Chile
La incidencia política de les jóvenes es uno de los principales legados del proyecto. La conquista de la legalización del aborto en Argentina y el reto de la implementación de la ley, el acompañamiento al proceso constituyente en Chile y la lucha por incorporar la Educación Sexual Integral al currículo educativo en Perú son líneas estratégicas del trabajo de Amnistía Internacional que contarán con la participación activa y el involucramiento de jóvenes más allá del programa ¡Es Mi Cuerpo!