Una laguna en la legislación tunecina permite que un violador quede impune si se casa con su víctima adolescente, en caso de que ella consienta. Sin embargo, tal como nos cuenta Amna, el grado de libertad con que se da ese consentimiento es cuestionable.
Lo conocí tres meses después [de haberme ido de casa]. Dijo que quería casarse conmigo, y un día me llamó para que fuera a su casa diciendo que quería hablar sobre ello.
Acudí, y me obligó a tener relaciones con él. Me quedé con él después de que me violara. Estaba asustada. No tenía elección. Empezó a pegarme cuando estaba embarazada de siete meses. Me pegaba sin motivo.
En el hospital recibí la visita del Delegado de Protección de la Infancia y dos policías que me dieron dos opciones: el matrimonio o la reconciliación con mi familia. No tuve tiempo para pensar.
Me quedé con él después de que me violara. Estaba asustada. No tenía elección.
Amna
El hospital los avisó porque yo era menor de edad. El comité le dijo: “O te haces cargo de ella, o vas a prisión. Es la única solución”. Así que se casó conmigo y reconoció a nuestro hijo.
Nadie de mi familia estuvo presente en el nacimiento. Mi madre estuvo presente en la firma del contrato [matrimonial] para que pudiera casarme.
Elegí el matrimonio porque no podía volver con mi familia siendo madre soltera.