Resumen
No eres libre cuando no puedes tomar decisiones sobre lo que haces con tu propio cuerpo. No eres libre cuando no puedes tomar decisiones sobre lo que haces con tu futuro.
Todas las personas tienen derecho a controlar su propia fertilidad y el ejercicio de la autonomía reproductiva. Esto es especialmente importante para todas las mujeres, niñas y personas que pueden quedarse embarazadas.
Pero sigue habiendo muchísimos obstáculos que hacen que las personas no se planteen abortar, entre ellos la penalización, el estigma social, la discriminación interseccional y la marginación.
Necesitamos tu ayuda para lograr cambios auténticos y efectivos. A través de múltiples actos de apoyo, grandes y pequeños, construiremos un futuro en el que respete el derecho al aborto. Nuestra campaña 1000 Maneras de Apoyar el Derecho al Aborto presenta formas creativas de decir al mundo que el derecho al aborto es un derecho humano.
Meta y Tiktok están retirando información sobre el aborto de sus plataformas, lo que impide que se pueda acceder a una información que salva vidas.
Exige a Meta y TikTok que dejen de retirar la información sobre el aborto
Tenemos que hacer saber a estos gigantes tecnológicos que estamos observando lo que hacen y que no se saldrán con la suya.
¿Qué es el aborto y por qué es necesario?
El aborto es un procedimiento médico que pone fin al embarazo. Es un cuidado de salud básico que necesitan millones de mujeres, niñas y otras personas que pueden quedarse embarazadas. Se calcula que uno de cada cuatro embarazos termina en aborto cada año.
En los lugares donde el aborto es legal y accesible y donde hay menos estigma, las personas pueden acceder al aborto en condiciones de seguridad y sin riesgos.
Sin embargo, en los lugares donde el aborto es estigmatizado, penalizado o restringido, las personas se ven obligadas a recurrir a abortos inseguros. La OMS calcula que cada año tienen lugar 25 millones de abortos inseguros, la gran mayoría en países en desarrollo, y que pueden dar lugar a consecuencias fatales como muertes maternas y discapacidad.
Todas las personas tienen derecho a la autonomía corporal, que es otro motivo por el que toda persona que pueda quedarse embarazada debe tener la posibilidad de abortar. Sin embargo, muchas personas, especialmente las pertenecientes a comunidades históricamente marginadas, hacen frente a condiciones sociales, económicas y políticas que ponen trabas a su capacidad para ejercer la autonomía reproductiva.
¿Qué es la justicia reproductiva?
Feministas negras e interseccionales acuñaron en Estados Unidos el término “justicia reproductiva” para reconocer que la igualdad de género, los derechos sexuales y reproductivos y la justicia social están firmemente interrelacionados.
La justicia reproductiva se ocupa de cuestiones relativas al control de población, la libre determinación corporal, los derechos de las personas inmigrantes, la justicia económica y ambiental, la soberanía y el militarismo y las injusticias criminales que limitan los derechos humanos individuales a causa de opresiones grupales o comunitarias.
Loretta J. Ross, académica, feminista y activista de Estados Unidos
El movimiento por la justicia reproductiva reclama que los Estados aborden las desigualdades sociales, económicas y políticas que impiden que las personas pertenecientes a las comunidades más marginadas puedan ejercer sus derechos sexuales y reproductivos.
Barreras para acceder al aborto
Cuando a una persona se le niega el acceso al aborto por estar penalizado o debido a leyes restrictivas y otras barreras, se menoscaba su capacidad para ejercer la autonomía reproductiva y disfrutar de sus derechos humanos.
Pero las leyes no son el único factor que hace que las personas no se planteen abortar.
Algunas no pueden abortar porque no pueden permitirse ausentarse del trabajo para acudir a citas médicas o porque no pueden pagarse el viaje a otro país o estado para recibir atención. Las personas que necesitan interrumpir el embarazo también se enfrentan al estigma social que dificulta el ejercicio de sus derechos.
La creación de un futuro mejor en el que el derecho al aborto esté garantizado para todas las personas no termina con la despenalización del aborto. También debemos abordar las barreras sociales, culturales y económicas profundamente arraigadas que dificultan el ejercicio de los derechos reproductivos.
Penalización del aborto
Las personas se enfrentan a toda clase de barreras para acceder al aborto en todo el mundo. En algunos países —como Estados Unidos, Sierra Leona, Polonia y Marruecos— abortar o ayudar a alguien a abortar está penalizado. Las leyes que restringen el aborto varían de un país a otro y hay algunos países, como Guinea Ecuatorial y Zambia, que imponen la pena de cadena perpetua a quienes recurren al aborto. Existen otras leyes que penalizan a las personas que ayudan a otras a obtener un aborto.
En algunos países hay leyes que sólo permiten el aborto en circunstancias concretas. Entre esas excepciones figuran que el embarazo sea consecuencia de violación o incesto, que se trate de un caso de lesión grave y mortal del feto o que el embarazo suponga una amenaza para la vida o la salud de la persona embarazada. Sin embargo, sólo una pequeña proporción de los abortos obedecen a estos motivos, lo que significa que estas escasas excepciones siguen impidiendo que la mayoría de las personas ejerzan plenamente sus derechos reproductivos.
La penalización del aborto empeora la situación para las personas que ya están marginadas. Los servicios de salud, en general, son menos accesibles a las personas de bajos ingresos, refugiadas y migrantes, LGBTI e indígenas y racializadas. Eso significa que para algunas personas resulta más difícil acceder a servicios seguros en otro país o acceder a atención privada.
A pesar de decenios de estigma y de información errónea sobre el aborto, la mayoría de las personas están de cuerdo en que el aborto debe ser legal. Sin embargo, muchas sienten que no saben cómo alzar la voz y manifestar su apoyo, motivo por el cual la ruidosa minoría contraria al aborto domina con frecuencia el discurso.
Caso práctico: Marruecos
Ouiam* procede de una familia rural que vive en la pobreza. Se casó cuando tenía 16 años y tuvo un hijo. Poco después, su esposo murió en un accidente de automóvil. Por dos veces, mantuvo relaciones con otro hombre para “obtener protección” para ella y su hijo, y se quedó embarazada en ambos casos. En ambas ocasiones intentó abortar pero no pudo. En Marruecos, el aborto está penalizado en casi todas las circunstancias y las mujeres que viven en la pobreza no pueden pagarse un aborto clandestino.
Cuando el último intento de abortar de Ouiam fracasó, presentó una denuncia ante la gendarmería en la que alegaba que el padre biológico no quería reconocer la paternidad. Ouiam y el hombre fueron detenidos; ella acusada de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio y condenada a cuatro meses de prisión y una multa. La esposa del hombre decidió no presentar una demanda por adulterio, así que él quedó en libertad.
Ouiam se puso de parto en su casa 20 días después de salir de la prisión. El parto fue difícil y tuvo varias complicaciones. Sufrió el rechazo de su comunidad y no pudo encontrar empleo. Decidió internar a sus hijos en un orfanato para que no fueran maltratados en la comunidad.
“Sufrí mi embarazo sola, sin ninguna ayuda, además del hostigamiento y las condiciones de vida en la prisión. Ahora mis hijos viven en un orfanato.
Mi madre me lo recrimina. Si hubiera podido abortar, mi vida no sería un infierno. No tengo salud ni trabajo ni el respeto de los demás ni siquiera a mis hijos, nada.”
*Se ha cambiado el nombre para proteger la identidad.
El estigma social del aborto
Incluso en los países donde el aborto es legal, el acceso a este derecho puede llegar a ser difícil debido a factores como el costo, la distancia a los servicios, el estigma social o las actitudes conservadoras reforzadas por la religión. Por ejemplo, el personal médico puede negarse —y de hecho lo hace— a practicar abortos por motivos de conciencia o religión.
Caso práctico: Irlanda del Norte
Louise* mantenía una relación con un hombre desde hacía tres años cuando se quedó embarazada por primera vez. Louise dijo a Amnistía que, a pesar de saber siempre que quería tener hijos, la relación que mantenía no era segura.
“Durante los primeros momentos de mi embarazo sufrí abusos, físicos y mentales, y cuando la persona que entonces era mi pareja me agredió físicamente y me causó lesiones, supe que no podía seguir adelante con el embarazo. Era inseguro para mí y para mi futuro hijo estar en ese entorno.” Louise*
A pesar de la despenalización del aborto en Irlanda del Norte, Louise no pudo acceder a servicios de aborto, ya que vive en una localidad remota. Viajar a Inglaterra, donde el acceso al aborto es más fácil, no era una opción debido a los costos. Louise decidió adquirir píldoras abortivas a través de Internet y practicarse un aborto, lo cual es ilegal en muchos países de todo el mundo, incluida Irlanda del Norte.
“Sentí que no me quedaba otra elección. Viajar a Inglaterra costaba más de 200 libras y después habría tenido que explicar por qué viajaba allí. No podía acceder al aborto a través de mi centro de salud porque, al ser una población tan pequeña, me preocupaba que alguien se enterase. Compré las píldoras a través de Internet y me practiqué un aborto en casa, una experiencia que resultó aterradora, aisladora y dolorosa.”
Para las personas de Irlanda del Norte como Louise, el aborto es un procedimiento vital que puede asegurar que puedan vivir con dignidad y autonomía en relación con ellas mismas y su futuro.
“Espero tener un hijo algún día, en un momento y un lugar en los que me sienta segura para hacerlo. Si me hubiera visto obligada a continuar con el embarazo en aquel momento, me temo que yo misma o el bebé podíamos haber terminado en una situación muy peligrosa.”
*Se ha cambiado el nombre para proteger la identidad.
¿Por qué es el aborto una cuestión de derechos humanos?
Toda persona tiene derecho a la vida, a la salud y a no sufrir violencia, discriminación ni tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes.
El acceso al aborto es fundamental para la protección de estos derechos, así como para todos los demás derechos humanos consagrados en el derecho internacional de los derechos humanos.
Toda persona tiene derecho a la salud
Casi todas las muertes y lesiones por aborto inseguro son evitables.
Sabemos que penalizar el aborto no impide que se lleven a cabo, sólo hace que sean menos seguros. Cuando se restringe o penaliza el acceso al aborto, las personas embarazadas, especialmente las pertenecientes a comunidades marginadas que no pueden pagarse un viaje o atención privada, pueden recurrir al aborto clandestino e inseguro.
Los abortos inseguros son la tercera causa de muerte materna evitable en el mundo. También son la causa de cinco millones de casos de discapacidad en gran medida evitables, según la Organización Mundial de la Salud.
Por eso el acceso al aborto sin riesgos es una cuestión de salud pública y una parte fundamental de nuestro derecho a la salud.
Todas las personas tienen derecho a no sufrir discriminación
Mujeres y niñas
Negar el aborto es una forma de discriminación de género contra las mujeres y las niñas y cualquier otra persona que pueda quedarse embarazada.
Esto ha sido reconocido por múltiples órganos de tratados de la ONU que supervisan la aplicación de los derechos humanos por los Estados, como el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Personas LGBTI
Las mujeres y niñas cisgénero (mujeres y niñas a las que se asignó al nacer el género femenino) no son las únicas personas que necesitan acceder a servicios de aborto. Toda persona que pueda quedarse embarazada —incluidas las personas intersexuales, los hombres y niños transgénero y las personas con identidades de género diversas con capacidad reproductiva para quedarse embarazadas— puede necesitar los servicios de aborto.
Las iniciativas para mejorar el acceso al aborto deben tener en cuenta las necesidades específicas de las personas LGBTI, que probablemente sufran formas interseccionales de discriminación y estigma si intentan abortar. Por ejemplo, las personas transgénero y las que no se ajustan a las convenciones de género tienen más probabilidades de sufrir acoso en entornos médicos y con frecuencia se les niega tratamiento debido a su identidad de género.
Todas las personas tienen derecho a la autonomía corporal y reproductiva
El derecho internacional de los derechos humanos especifica claramente que las decisiones sobre nuestro cuerpo son sólo nuestras, principio que se conoce como autonomía corporal.El derecho a tomar decisiones autónomas sobre la propia vida reproductiva se conoce como autonomía reproductiva.
Obligar a una persona a seguir adelante con un embarazo no deseado o a buscar un aborto inseguro es una violación de sus derechos humanos, incluidos el derecho a la intimidad y a la autonomía corporal y reproductiva.
En muchas circunstancias, quienes no tienen más opción que recurrir a un aborto inseguro corren además el riesgo de procesamiento y sanción, incluida prisión, y también pueden exponerse a sufrir trato cruel, inhumano y degradante, discriminación y exclusión en el acceso a servicios esenciales de atención a la salud después del aborto.
La Organización Mundial de la Salud ha señalado que uno de los primeros pasos que deben darse para evitar las consecuencias nocivas de la penalización del aborto, como lesiones y muertes maternas, es que los Estados garanticen que todas las personas, incluidas las adolescentes, tienen acceso a educación sexual, pueden utilizar métodos anticonceptivos eficaces, pueden acceder a abortos sin riesgos y reciben con prontitud atención en caso de complicaciones.
Meta y Tiktok están retirando información sobre el aborto de sus plataformas, lo que impide que se pueda acceder a una información que salva vidas.
Exige a Meta y TikTok que dejen de retirar la información sobre el aborto
Tenemos que hacer saber a estos gigantes tecnológicos que estamos observando lo que hacen y que no se saldrán con la suya.
Defensores y defensoras de los derechos humanos que trabajan por el derecho al aborto
En todo el mundo, las personas que defienden el derecho al aborto están siendo atacadas, incluidas activistas, docentes, acompañantes, doulas y profesionales de la salud, entre otras.
Estas personas están expuestas a sufrir estigmatización, agresiones físicas y verbales, intimidación y amenazas, así como criminalización a través de procesamientos, investigaciones y detenciones injustos. A pesar de la hostilidad y la falta de reconocimiento, siguen desempeñando su labor, ayudando a innumerables mujeres, niñas y a cualquier persona que puede quedarse embarazada a ejercer su derecho al aborto.
Conforman un movimiento realmente imparable.
Riesgos y amenazas a los que se enfrentan las personas que trabajan por el derecho al aborto
La penalización del aborto y las leyes restrictivas sobre su práctica impiden que los/las proveedores/as de servicios de salud presten la mejor atención posible a sus pacientes, conforme a la buena práctica médica y a sus responsabilidades éticas profesionales.
La penalización del aborto provoca un “efecto intimidatorio” que alienta a quienes prestan servicios de salud a aplicar restricciones más estrictas que las que exige la ley por temor a incurrir en responsabilidad penal.
También disuade a las mujeres, las niñas y las personas embarazadas de solicitar atención después del aborto en caso de complicaciones provocadas por un aborto inseguro o de otras complicaciones relacionadas con el embarazo.
Caso práctico: La Marea Verde
Mientras muchos países de todo el mundo trabajan para restringir aún más el acceso al aborto, el movimiento de mujeres Marea Verde ha logrado provocar cambios que antes eran inimaginables en la legislación sobre el aborto en América Latina.
Marea Verde es el nombre adoptado por el movimiento feminista y de derechos humanos que lucha desde hace años por la legalización del aborto en América Latina.
En 2018, cientos de miles de mujeres y niñas sumaron fuerzas para instar a los legisladores y las legisladoras a despenalizar el aborto y garantizar el acceso seguro a servicios médicos de interrupción del embarazo. Estas mujeres formaron parte de una gran campaña. Procedían de distintos movimientos y organizaciones, como Amnistía Internacional Argentina, unidas en su lucha por el cambio.
En Argentina, un país clave para el avance de la Marea Verde, más de tres años después de la aprobación de la histórica legislación sobre el aborto en diciembre de 2020 se ha observado una notable disminución de la ratio de mortalidad materna, lo que demuestra una vez más que las leyes que liberalizan el aborto protegen la salud y la vida de las mujeres embarazadas.
¿Qué hace Amnistía para defender el derecho al aborto?
Creemos que toda persona ha de tener libertad para ejercer su autonomía corporal y tomar sus propias decisiones sobre su vida reproductiva, incluida la decisión de si tener o no hijos y cuándo.
Es esencial que las leyes relativas al aborto respeten, protejan y hagan efectivos los derechos humanos de las personas embarazadas y no las obliguen a recurrir a abortos inseguros.
Por todo ello pedimos a los Estados de todo el mundo que cumplan con su obligación de garantizar el derecho al aborto para todas las personas y de respetar y proteger el derecho de todas aquellas que defienden el derecho al aborto.
Meta y Tiktok están retirando información sobre el aborto de sus plataformas, lo que impide que se pueda acceder a una información que salva vidas.
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Tenemos que hacer saber a estos gigantes tecnológicos que estamos observando lo que hacen y que no se saldrán con la suya.