- La reciente matanza perpetrada por Boko Haram en el estado de Borno ilustra años de represión y abusos del grupo armado contra las personas mayores
- Los ataques militares causan con frecuencia víctimas mortales entre las personas mayores, cuyo número de fallecimientos en detención militar ilegítima es desproporcionado
- La respuesta humanitaria trata a estas personas como algo marginal
“El conflicto que asola desde hace casi un decenio el nordeste de Nigeria afecta de formas únicas a las personas mayores: muchas han muerto de hambre o asesinadas en sus casas o se las ha dejado morir en condiciones precarias en detención militar ilegítima”, afirma Amnistía Internacional en un nuevo informe hoy.
El informe de 67 páginas, titulado “My heart is in pain”: Older people’s experience of conflict, displacement, and detention in Northeast Nigeria, muestra que tanto Boko Haram como las fuerzas armadas nigerianas han cometido atrocidades contra las personas mayores sin que nadie haya rendido cuentas por estos actos. También pone de relieve que la respuesta humanitaria ignora sistemáticamente a las personas mayores desplazadas.
“Cuando Boko Haram invade ciudades y pueblos, las personas mayores suelen ser de las últimas en huir, lo que las deja especialmente expuestas a la brutalidad y la represión del grupo armado, cuyos actos equivalen a crímenes de guerra y, probablemente, a crímenes de lesa humanidad. Entre estos actos figuran torturas, obligarlas a presenciar el asesinato y el secuestro de sus hijos e hijas, así como el saqueo, que provoca una inseguridad alimentaria extrema”, declaró Joanne Mariner, directora de Respuesta a las Crisis en Amnistía Internacional.
Cuando Boko Haram invade ciudades y pueblos, las personas mayores suelen ser de las últimas en huir, lo que las deja especialmente expuestas a la brutalidad y la represión del grupo armado, cuyos actos equivalen a crímenes de guerra y, probablemente, a crímenes de lesa humanidad. Entre estos actos figuran torturas, obligarlas a presenciar el asesinato y el secuestro de sus hijos e hijas, así como el saqueo, que provoca una inseguridad alimentaria extrema.
Joanne Mariner, directora de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional
“Por su parte, en reiteradas ocasiones, las fuerzas armadas de Nigeria han matado a disparos a personas mayores en sus casas, durante redadas realizadas en pueblos en zonas controladas por Boko Haram. A miles de estas personas se les ha negado su dignidad en condiciones infernales en detención militar, y muchos cientos de ellas han muerto en la miseria. Estos actos constituyen también crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra”.
Por su parte, en reiteradas ocasiones, las fuerzas armadas de Nigeria han matado a disparos a personas mayores en sus casas, durante redadas realizadas en pueblos en zonas controladas por Boko Haram. A miles de estas personas se les ha negado su dignidad en condiciones infernales en detención militar, y muchos cientos de ellas han muerto en la miseria. Estos actos constituyen también crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.
Joanne Mariner
Vivir bajo la represión de Boko Haram
Muchos pueblos en zonas bajo control de Boko Haram tienen una población desproporcionada de personas mayores que no puede huir o que deciden quedarse y seguir trabajando en sus tierras.
En estos pueblos, las personas mayores afrontan amenazas de todas las partes. Boko Haram saquea sus propiedades y a menudo restringe el movimiento de las mujeres, lo que hace más difícil que las familias ganen dinero para subsistir. Además, Boko Haram secuestra o mata a sus hijos, hijas, nietos y nietas, y a veces tortura o mata también a las propias personas mayores.
“Boko Haram [… ] preguntaron por qué seguía por aquí cuando los demás habían huido […] Les dije que era mi casa y que no tenía miedo de morir. Algunos dijeron que en vez de matarme iban a someterme a un dolor permanente. Sacaron el cuchillo y me lo clavaron en el pie, dejándome un gran corte”, dijo una mujer de 80 años de un pueblo del área del gobierno local de Michika, en el estado de Adamawa.
Boko Haram [… ] preguntaron por qué seguía por aquí cuando los demás habían huido […] Les dije que era mi casa y que no tenía miedo de morir. Algunos dijeron que en vez de matarme iban a someterme a un dolor permanente. Sacaron el cuchillo y me lo clavaron en el pie, dejándome un gran corte.
Mujer de 80 años de un pueblo del área del gobierno local de Michika, en el estado de Adamawa.
El 28 de noviembre de 2020, Boko Haram mató al menos a 43 trabajadores agrícolas cerca del pueblo de Koshebe, en el estado de Borno, a la mayoría con machetes o cuchillos; decenas de civiles más de la zona siguen en paradero desconocido. Amnistía Internacional entrevistó a un hombre de 65 años que estaba entre las personas capturadas; tenía un contrato de una semana como temporero agrícola, pues, según dijo, la ayuda alimentaria que recibe su familia en concepto de desplazamiento es irregular e insuficiente. Boko Haram lo perdonó y lo liberó, pero asesinó a dos de sus hijos. “Esos muchachos, son quienes me ayudan a seguir vivo”, dijo. Boko Haram había asesinado a otro hijo suyo cinco años antes, durante un ataque que obligó a la familia a huir de su pueblo en el área de gobierno local de Mafa.
El saqueo de cosechas y ganado por Boko Haram, junto con las severas restricciones impuestas por los militares al acceso a la ayuda, ha creado una inseguridad alimentaria extrema para las personas mayores y Amnistía Internacional ha recibido informes de la muerte por inanición de muchas de ellas. En septiembre de 2020, el secretario general de la ONU indicó que la región nororiental de Nigeria corría el riesgo de sufrir una hambruna, con “niveles alarmantes de inseguridad alimentaria y hambre”.
Ataques contra civiles y detención ilegítima
En sus operaciones contra Boko Haram, a menudo las fuerzas armadas nigerianas no distinguen a combatientes de civiles y en ocasiones atacan deliberadamente a civiles, lo que constituye un crimen de guerra.
Amnistía Internacional halló que muchas personas mayores con movilidad limitada no pueden huir y han muerto o sufrido heridas graves por disparos cuando los soldados rocían de balas las casas. Otras han muerto quemadas dentro de sus viviendas cuando los militares incendiaron pueblos que presuntamente apoyaban a Boko Haram.
Un hombre de casi 60 años de un pueblo del área de gobierno local de Bama, en el estado de Borno, contó así un ataque del ejército nigeriano a su pueblo: “Llegaron de noche […] mi padre era un anciano, tenía más de 75 años. Dije que debíamos correr al bosque. Él dijo que no podía, era demasiado viejo […] Volvimos hacia las 2 de la mañana. Tenía balas en todo el cuerpo. Nos llevamos el cuerpo al campo y lo enterramos allí”.
Llegaron de noche […] mi padre era un anciano, tenía más de 75 años. Dije que debíamos correr al bosque. Él dijo que no podía, era demasiado viejo […] Volvimos hacia las 2 de la mañana. Tenía balas en todo el cuerpo. Nos llevamos el cuerpo al campo y lo enterramos allí.
Un hombre de casi 60 años de un pueblo del área de gobierno local de Bama, en el estado de Borno, contó así un ataque del ejército nigeriano a su pueblo:
Las personas mayores no se salvan de la detención ilegítima generalizada de personas que huyen de las zonas de Boko Haram que practica el ejército, incluso cuando no hay pruebas de que la persona tenga relación con el grupo armado, mucho menos de que está implicada en actos de violencia. Amnistía Internacional entrevistó a 17 ancianos y a nueve ancianas que estuvieron detenidos ilegítimamente durante periodos de entre cuatro meses y más de cinco años en condiciones inconcebiblemente inhumanas en el tristemente famoso cuartel de Giwa, en Maiduguri, y otros lugares.
El severo hacinamiento, la escasez de comida y agua, el calor extremo, la infestación por parásitos e insectos, y la falta de acceso a saneamiento y atención médica adecuados son algunas de las violaciones de derechos que se cometen en Giwa. Aunque ha habido mejoras en los últimos años, las condiciones siguen siendo inhumanas y entre 2013 a 2017 eran tan extremas que equivalían a tortura para todas las personas recluidas allí. Los ancianos y ancianas recluidos decían que el saneamiento totalmente inadecuado hacía que a menudo se orinasen y defecasen encima: un atentado a su dignidad básica.
Amnistía Internacional calcula que, en el contexto de la crisis de Boko Haram, al menos 10.000 personas han muerto bajo custodia desde 2011, muchas de ellas en el cuartel de Giwa. La organización analizó más de 120 imágenes de cadáveres llevados desde el cuartel a un depósito local y habló con personas que conocían la situación desde dentro, que calculaban que entre el 15% y el 25% de los fallecidos eran ancianos. Este porcentaje es desproporcionadamente alto, pues aparentemente los hombres mayores no representan más del 4% de la población del nordeste de Nigeria. Solamente en abril de 2017 fueron trasladados 166 cadáveres desde Giwa al depósito.
Desplazamiento y respuesta humanitaria
El informe examina también la respuesta humanitaria al conflicto y pide que las personas ancianas estén incluidas plenamente en el diseño e implementación de los programas humanitarios destinados a ayudar a las personas desplazadas por la guerra. Las agencias humanitarias estiman que, de los 2,1 millones de personas desplazadas por el conflicto en el nordeste de Nigeria, alrededor de 150.000 son de edad avanzada.
En los campos de desplazados, no garantizar que la ayuda humanitaria es adecuada y llega a algunas de las personas en situación de mayor riesgo, como las ancianas, ha desembocado en la violación de sus derechos humanos.
Amnistía Internacional habló con personas de edad avanzada de 17 campos del estado de Borno y ninguna de ellas había recibido ayuda específica como persona mayor. Se sentían invisibles o como si se las tratara como una “carga”. Algunas dijeron que tenían que mendigar para conseguir suficiente comida y medicinas para sobrevivir. Otras afirmaron que se veían obligadas a privarse de medicación esencial.
Muchas mujeres mayores, en concreto, sufren más dificultades, pues cuidan de nietos y nietas cuyos padres y madres han sido asesinados, secuestrados o detenidos por Boko Haram o el ejército nigeriano. La discriminación de género y las normas patriarcales del nordeste de Nigeria crean obstáculos adicionales para la participación de las mujeres de edad avanzada en procesos que afectan a sus vidas. “Nadie nos oye, nadie nos ve”, dijo una anciana a la organización.
La recopilación y el análisis constantes de datos es el primer paso para garantizar la inclusión de las personas ancianas. Las autoridades nigerianas y las organizaciones humanitarias deberían seguir las normas y prácticas vigentes y hacer participar sistemáticamente a las personas de edad avanzada —incluidas las mujeres, las que tienen alguna discapacidad y las que viven solas— en las evaluaciones y el diseño de programas.
Con demasiada frecuencia, las personas mayores han sido ignoradas en la provisión de ayuda humanitaria en el nordeste de Nigeria. Inclusión significa respetar los derechos de quienes tienen necesidades y riesgos diferentes, como los asociados al envejecimiento. Ya es hora de dejar de tratar a las personas ancianas como algo marginal.
Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria
“Con demasiada frecuencia, las personas mayores han sido ignoradas en la provisión de ayuda humanitaria en el nordeste de Nigeria. Inclusión significa respetar los derechos de quienes tienen necesidades y riesgos diferentes, como los asociados al envejecimiento. Ya es hora de dejar de tratar a las personas ancianas como algo marginal”, concluyó Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria.
Información complementaria
El derecho internacional no contiene una definición global de persona de edad avanzada o anciana. La definición suele abarcar a las personas de 60 años o mayores —como en un tratado regional de derechos humanos firmado por Nigeria—, pero la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos promueve un enfoque adaptado al contexto que Amnistía Internacional también considera que responde mejor a los derechos individuales. En el contexto del nordeste de Nigeria, Amnistía Internacional ha incluido a las personas de más de 50 años, teniendo en cuenta también que se autoidentifican como “personas mayores”.
Para este informe, Amnistía Internacional llevó a cabo investigaciones en el terreno y a distancia entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, y entrevistó a 62 ancianas y a 71 ancianos afectados por el conflicto. También entrevistó a representantes de organizaciones humanitarias internacionales y locales que trabajan en el nordeste de Nigeria, así como a testigos de atrocidades cometidas contra personas mayores, a personal de hospitales y a personal de un centro donde se recluye a personas en el curso del conflicto.
La investigación realizada para este informe se basa en casi una década de trabajo de Amnistía Internacional sobre el conflicto, que incluye informes anteriores sobre crímenes cometidos por Boko Haram y las fuerzas armadas nigerianas. El análisis de este informe abarca asimismo cientos de entrevistas efectuadas por Amnistía Internacional en investigaciones anteriores, incluidas más de 140 realizadas con personas que han estado recluidas en el cuartel de Giwa.
Este informe está relacionado con un informe independiente titulado ‘We dried our tears’: Addressing the toll on children of Northeast Nigeria’s conflict, publicado en mayo de 2020.