Más de 50 años de lucha por la justicia en Turquía

En 1964, un hombre de 81 años escribió una carta desde su celda de la prisión de Kayseri, en Turquía, al grupo que trabajaba en favor de su excarcelación. “Debo expresarles mi agradecimiento y transmitirles mis más cordiales saludos por el interés que muestran hacia mí y el objetivo que se esfuerzan por alcanzar con sus nobles actividades”.

El recluso que escribió estas palabras era, ni más ni menos, que el expresidente turco Celâl Bayar. El grupo al que se dirigía era Amnistía Internacional.

El hecho de que Amnistía Internacional hiciera campaña a favor de Celâl Bayar en la década de 1960 en realidad no es noticia, pero en Turquía podría sorprender a muchas personas. También les sorprenderá la larga lista de escritores y escritoras, poetas y personalidades políticas conocidos en Turquía que han sido alguna vez presos o presas de conciencia de Amnistía.

Al comienzo de mi mandato como secretario general de Amnistía Internacional, estoy encantado de visitar Turquía. Y hay muchas razones por las que Turquía debería encabezar la lista de destinos a los que viajar para un nuevo dirigente de Amnistía.

Podría haber venido aquí sólo para celebrar la orgullosa historia que tiene Amnistía en Turquía de denunciar abusos, sin temor e imparcialmente, durante más de 50 años.

Podría haber venido aquí sólo para dar las gracias a la ciudadanía de Turquía por su increíble apoyo a nuestras campañas, como las que reclaman justicia para el pueblo palestino en los Territorios Ocupados, la población rohingya de Myanmar y las personas musulmanas a quienes se prohíbe viajar a Estados Unidos.

Pero estoy aquí por otra razón.

Estoy aquí para mostrar mi solidaridad con todas las personas injustamente encarceladas en Turquía: defensores y defensoras de los derechos humanos, periodistas, artistas, intelectuales, profesionales de la abogacía y muchas personas más.

Mientras estaba en Turquía, fui a Esmirna para reunirme con nuestro amigo y colega Taner Kılıç y su familia. Hace diez días recibimos la noticia por la que llevábamos luchando más de un año: nuestro amigo y colega Taner había sido puesto en libertad. Verlo salir de la cárcel y ser recibido por su esposa y sus hijas fue una experiencia realmente conmovedora no sólo para mí, sino para todas las personas del mundo que habían luchado incansablemente por su libertad.

Estoy en Turquía para mostrar mi solidaridad con todas las personas injustamente encarceladas.

Kumi Naidoo

Sin embargo, bajo las sonrisas de alegría y alivio, había rabia y una férrea determinación. Rabia por su encarcelamiento arbitrario durante 14 largos meses y porque la terrible experiencia no ha terminado del todo con los cargos sin fundamento que siguen pendiendo sobre Taner y 10 defensores y defensoras de los derechos humanos detenidos el año pasado en Buyukada. Y determinación de continuar con nuestra lucha por los derechos humanos en Turquía y por la liberación de todos los defensores y defensoras de estos derechos, periodistas y otras personas encarceladas injustamente en esta cruel represión.

Además de la crisis económica en la que está sumido el país, Turquía también sufre una crisis de derechos humanos.

Cientos de personas están encerradas sólo por hacer su trabajo y el país está inmerso en un clima de temor, lo que reduce el espacio para la sociedad civil y el activismo por los derechos humanos.

En los dos años transcurridos desde el fallido golpe de Estado, han sido detenidos periodistas, defensores y defensoras de los derechos humanos y activistas. Como movimiento global de derechos humanos, tenemos que seguir y redoblar nuestros esfuerzos en solidaridad con ellos y ellas y de quienes los apoyan en Turquía.

Decenas de miles de personas han sido encerradas por un poder judicial que carece de la independencia más básica y encarcela a las personas que critican al gobierno, real o supuestamente, sin pruebas de que hayan cometido actos que puedan constituir razonablemente delito. Se han cerrado ONG y periódicos, y más de 130.000 empleados y empleadas del sector público han sido despedidos arbitrariamente por decreto en virtud del estado de excepción.

Además de la crisis económica en la que está sumido el país, Turquía también sufre una crisis de derechos humanos.

Kumi Naidoo

El mes pasado se levantó el estado de excepción, pero eso solamente no va a poner fin a la represión. Lo que hace falta es una actuación sistemática para restablecer el respeto por los derechos humanos, permitir que la sociedad civil vuelva a florecer y levantar el asfixiante clima de temor en el que está sumido el país.

Y aun así, a pesar de la represión, personas corrientes con una pasión extraordinaria están alzando la voz para exigir justicia e igualdad pese a la amenaza de ser castigadas injustamente por la postura que defienden. Son periodistas e intelectuales, artistas y profesionales del derecho. Son también madres y padres, hermanas y hermanos. Los mueve su profundo compromiso con los derechos humanos, la justicia, la libertad y la igualdad. En lugar de imponer castigos, Turquía debería enorgullecerse de esta comunidad vibrante y vital de derechos humanos.

El escritor Aziz Nesin dijo una vez que somos responsables no sólo de lo que decimos, sino también de lo que no decimos por guardar silencio. No podemos ni queremos guardar silencio.

Kumi Naidoo

En épocas de represión, dar un paso al frente para defender los derechos humanos o alzar la voz para condenar la injusticia es más peligroso y aún más vital que nunca. Necesitamos permanecer hombro con hombro con estas personas o no quedará nadie para defender lo correcto.

El escritor Aziz Nesin dijo una vez que somos responsables no sólo de lo que decimos, sino también de lo que no decimos por guardar silencio. No podemos ni queremos guardar silencio.

Este artículo se publicó originalmente en Bianet.

A continuación figuran algunos de los famosos escritores y escritoras, poetas y personalidades políticas que han sido alguna vez presos o presas de conciencia de Amnistía Internacional en Turquía.