China: Liberen a activista devuelto

Dong Guangping, ex agente de policía convertido en activista de derechos humanos, se fue de China huyendo de la persecución del Estado; en 2015 fue devuelto al país y desde entonces permanece privado de libertad sin juicio. El 13 de abril es su cumpleaños, el tercero consecutivo que pasará bajo custodia.

A Dong Guangping sólo le faltaban cinco días para ser libre. Tenía previsto marcharse de Tailandia para comenzar una nueva vida con su esposa y su hija en Canadá. No lo consiguió. El 13 de noviembre de 2015, las autoridades tailandesas lo devolvieron a China.

Acusado de “subvertir el poder del Estado” y “cruzar ilegalmente la frontera nacional”, Dong Guangping se consume entre rejas desde entonces, sometido a incomunicación y con riesgo de sufrir tortura y un juicio sin garantías.

Su caso pone de manifiesto no sólo que Tailandia incumple su obligación de proteger a la población refugiada, sino también que la represión ejercida por el gobierno de China contra sus detractores ya traspasa sus fronteras.

Tailandia no protege a las personas que corren en grave peligro de sufrir violaciones de derechos humanos si son devueltas al país del que huyeron. Según cálculos de Amnistía Internacional, en los últimos tres años el gobierno tailandés ha devuelto a más de un centenar de personas a países como China, Camboya y Bahréin.

Perdí el contacto con mis padres en China durante un año entero. La policía iba a su casa y les decía que me pidieran que volviera a China o habría consecuencias.

Gu Shuhua, esposa del activista chino Dong Guangping

La historia de Dong Guangping

Dong Guangping ejercía de policía en la ciudad de Zhengzhou, en la región central de China, hasta que vio rescindido su contrato después de haber firmado una carta pública para conmemorar el décimo aniversario de la represión en la plaza de Tiananmen en 1989.

En 2001 fue recluido su activismo pacífico y estuvo tres años en prisión. No sería su última detención.

En mayo de 2014 fue detenido por participar en otro homenaje a las víctimas de la represión de la plaza de Tiananmen y estuvo más de ocho meses entre rejas.

En septiembre de 2015, Dong se marchó a Tailandia huyendo del hostigamiento de las autoridades chinas, y su esposa e hija se reunieron con él más adelante en el mes.

Los miembros de la familia solicitaron el reconocimiento de la condición de personas refugiadas a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Tailandia, y pasaron varias semanas juntos en Bangkok.

“Dong Guangping había dejado de estar preocupado, ya que al fin había conseguido la libertad”, comentó su esposa, Gu Shuhua, recordando el tiempo que estuvieron en Tailandia. “La policía ya no podía acosarnos.”

Y añadió que el estado psicológico y emocional de su hija, traumatizada desde que había visto cómo arrestaban a su padre en una brutal incursión en su vivienda en 2014, había empezado a mejorar.

Dong Guangping y su familia en Tailandia. © Particular
Dong Guangping y su familia en Tailandia. © Particular

Sin embargo, la familia sufrió un duro revés a mediados de octubre de 2015, cuando las autoridades tailandesas detuvieron a Dong por infringir las leyes de inmigración.

Personal diplomático y representantes de la Agencia de la ONU para los Refugiados lo visitaron cuando estaba detenido y aceleraron la tramitación de la solicitud de reconocimiento de la condición de personas refugiadas presentada por la familia, concedida a principios de noviembre. La familia tenía previsto marcharse de Tailandia el 18 de noviembre para reasentarse en Canadá.

Según Gu Shuhua, la última vez que vio a su esposo parecía tranquilo e incluso había hecho una cuantas bromas; pensaba que estaba a salvo y que pronto se reuniría con su familia.

Sin embargo, días más tarde, su esposa recibió malas noticias. Habían devuelto a Dong a China, junto con otro activista chino.

“No nos lo esperábamos. Dong era muy optimista con su situación”, dijo Gu. “Pensaba que pronto estaría reasentado en Canadá.”

“Aquel día le había llevado comida y otras cosas al centro de detención”, contó. “No pensaba ni por asomo que se lo llevarían esa noche.”

El ACNUR, personal diplomático y organizaciones de derechos humanos condenaron la decisión de las autoridades tailandesas de llevar a cabo la devolución de Dong.

Representantes del gobierno tailandés admitieron que la devolución respondía a una petición de las autoridades chinas, pero negaron haber sabido que a Dong se le había reconocido la condición de persona refugiada para reasentarse en Canadá.

La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos confirmó a Amnistía Internacional que ya se había puesto en contacto con las autoridades tailandesas.

Según informó la agencia de noticias Reuters, el ACNUR también se había puesto en contacto con el gobierno de Tailandia para comunicarle el reasentamiento antes de que Dong fuera devuelto a China.

Posteriormente, el 26 de noviembre de 2015, Dong Guangping apareció en la televisión estatal china “confesando” que había cruzado ilegalmente la frontera con Tailandia.

Tras ver las imágenes de la confesión, la familia dijo que era posible que Dong hubiera sufrido tortura u otros malos tratos. Su expresión y su tono de su voz les parecieron sospechosamente distintos de los habituales, y pensaron que mostraba señales de dolor y ansiedad. Dong continúa privado del derecho a un abogado de su elección, en incumplimiento de las leyes chinas e internacionales. La familia no ha recibido notificación formal de la detención, de las actuaciones judiciales ni del posible juicio.

Sin tranquilidad en un país extranjero

Tras la devolución de Dong Guangping a China, Gu Shuhua y su hija se reasentaron en Canadá. Pero están desconectadas de la familia que dejaron en su país natal.

El año pasado, Gu Shuhua no pudo contactar con su esposo ni hablar con sus progenitores.

“Perdí el contacto con mis padres en China durante un año entero. La policía iba a su casa y les decía que yo estaba relacionada con ‘fuerzas occidentales antichinas”, contó, “y que me pidieran que volviera a China o habría consecuencias.”

Además, Gu Shuhua ha recibido amenazas a través de llamadas telefónicas de una persona desconocida en Camboya. “Esa persona dijo que conocía al responsable del caso de Dong y me habló de la gravedad del delito”, explicó.

“Me dijo que volviera a China con mi hija y que así el caso se resolvería fácilmente”, añadió, “y que, si no lo hacía, Dong sería condenado a diez años de cárcel, o quizá no volvería a verlo.”

“También me puso una grabación de un interrogatorio de Dong. Sólo duraba diez segundos y no se oía con claridad. Pero reconocí su voz.”

Gu Shuhua y su hija en Canadá con una amiga. © Steve Russell/Toronto Star via Getty Images
Gu Shuhua y su hija en Canadá con una amiga. © Steve Russell/Toronto Star via Getty Images

Gu Shuhua dijo que, aunque estaba agradecida al gobierno de Canadá y a los activistas locales que la estaban ayudando a adaptarse a su nuevo entorno, su nueva vida no es fácil.

“Vivimos con miedo y ansiedad”, explicó. [Mi hija adolescente] se siente insegura. Quedó traumatizada al ver cómo detenían a su padre hace tres años. Suele despertarse en medio de la noche, llorando y gritando. Todavía no ha sacado todo el dolor.

“Cuando oye hablar a otras personas de su padre se le llenan los ojos de lágrimas. Nunca habla conmigo de su papá, y tampoco deja que yo hable de él”, añadió.

Gu Shuhua afirma que no consigue un puesto de trabajo porque no habla inglés, y que su hija no ha hecho amistades. Ambas pasan casi todo el tiempo en casa.

A pesar de tanto sufrimiento, Gu Shuhua apoya el activismo de Dong. No siempre fue así. Al principio no lo apoyaba, porque pensaba que “el precio de la democracia es demasiado alto” y que, si actuaba abiertamente, no podría sostener a su familia.

Pero cambió de opinión cuando, en 2014, su esposo fue detenido junto a decenas de personas más en el acto conmemorativo de Tiananmen celebrado en Zhengzhou.

“Cuando detuvieron a Dong, yo también llevé una pancarta y protesté ante diversas autoridades gubernamentales. Al final me di cuenta de que me estaban privando de mis propios derechos”, dijo. “Poco a poco fui consciente de cómo se reprimen los derechos humanos bajo el régimen del Partido Comunista de China.”

Espero que mi hija pueda vivir felizmente en un país con libertad. Espero que pueda integrarse en su sociedad. Espero que consiga un trabajo y pueda vivir en paz

Gu Shuhua

¿Y el futuro?

Gu Shuhua sigue abrigando esperanzas para su familia y para China.

“Espero que [mi hija] pueda vivir felizmente en un país con libertad. Espero que pueda integrarse en su sociedad. Espero que consiga un trabajo y pueda vivir en paz Espero sinceramente que lleguen la democracia y la libertad en China, para poder volver a visitar a familiares y amigos.”

Aunque esa perspectiva parece lejana. Existe una operación calculada del gobierno chino para reprimir a la sociedad civil. Hay proyectos de ley y nuevas leyes que otorgan a las autoridades poderes casi ilimitados para actuar contra las personas y organizaciones que consideren críticas con el gobierno y sus políticas.

“Hace poco me dijeron que [Dong] había sido trasladado a un centro de detención situado en una localidad más alejada, donde están presos muchos drogadictos. Eso me preocupa mucho”, dijo Gu Shuhua.

Añadió: “Espero que algún día pueda vivir su vida con dignidad, libertad y democracia.”