Desapariciones en Siria: Los fantasmas de la guerra

La última vez que Rania (nombre supuesto) habló con su amigo Mohamed Bachir Arab fue el 1 de noviembre de 2011. Mohamed, médico entregado a su profesión y activista político comprometido, llevaba seis meses viviendo en la clandestinidad, en un intento de eludir los omnipresentes tentáculos de las fuerzas de inteligencia sirias, que de forma habitual detienen a activistas pacíficos como él.

Al día siguiente, los peores temores de Rania se hicieron realidad. Un titular en el noticiario de la noche anunció que había sido arrestado. Ninguno de sus familiares sabía dónde lo habían llevado.

Mohamed era un hombre marcado. Había sido dirigente estudiantil en su universidad en la ciudad de Alepo, en el noroeste de Siria. A lo largo de los años había organizado varias protestas contra políticas del gobierno, lo que le había causado problemas con las autoridades. Entre 2004 y 2005 estuvo detenido durante varios meses antes de ser puesto en libertad.

Pero esta vez sus familiares y colegas temieron que fuera diferente. Desde que comenzó la crisis en Siria en marzo de 2011, el número de personas detenidas en secreto por el Estado –o que han sido víctimas de desaparición forzada– ha aumentado hasta quedar fuera de control.

“La estrategia de las autoridades sirias para tratar la disidencia es brutal: si hablas contra ellas, te arrestan; si lo vuelves a hacer, te hacen desaparecer sin más”, ha afirmado Philip Luther, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

Muchas personas que han tenido la suerte de ser liberadas, después de meses y a veces años detenidas, muestran las secuelas del trato brutal al que han sido sometidas.

La mayoría de ellas han contado que pasaron por varios de los centros de detención que componen el oscuro laberinto de abusos controlado por las fuerzas de seguridad y las agencias de inteligencia sirias.

“Cuando a una persona la arrestan y la detienen en secreto, lo más probable es que la torturen para obtener información o como una forma de castigo. Dado el terrible historial de Siria, existe un riesgo elevado de que esos abusos tengan como consecuencia graves daños para la salud de la persona desaparecida o incluso su muerte”, ha manifestado Philip Luther.

Y para los familiares y allegados, el dolor que causa el no saber es intolerable.

En cuanto los familiares de Mohamed tuvieron noticia de su arresto, comenzaron a buscar pistas sobre el lugar en el que estaba recluido.

Al principio no obtuvieron ningún resultado. Pero después de algún tiempo comenzaron a filtrarse noticias. Algunos hombres liberados de algunos de los centros de detención de más triste fama del país les avisaron de que lo habían visto en varios lugares.

Poco después de su arresto, Mohamed fue visto en la sección de inteligencia de la Fuerza Aérea en Alepo, y después en un hospital de la misma ciudad. El hombre que les informó dijo que Mohamed sufría heridas en la cabeza, según los informes por haber sido torturado o haber sufrido otros malos tratos.

Amnistía Internacional ha hablado con varias personas que estuvieron recluidas en ese centro de detención. Una de ellas, que ahora vive fuera de Siria y pidió que no se revelara su nombre, dijo que la vida en el centro era tan deplorable que a menudo deseó estar muerto.

Esta persona contó que a menudo propinaban severas palizas a los detenidos, que los recluían en celdas abarrotadas, y que la falta de agua potable obligó a algunos a beber del inodoro. La extrema falta de higiene causó la propagación de diarreas y otras enfermedades infecciosas contribuyeron a la muerte de varios detenidos.

Según otro detenido, Mohamed fue visto en otros centros de detención, como la sección de Al Ameerya de los servicios de inteligencia de la Fuerza Aérea en Damasco y la sección de Qaboun del servicio de inteligencia militar.

Pero las noticias sobre su paradero han sido escasas. Este mismo año, otro hombre dijo que había visto a Mohamed en la prisión militar de Saydnaya, donde podría haber comparecido ante un tribunal militar de campo, pero sigue sin conocerse su suerte.

“El hecho de que casi tres años después de que se pusiera bajo custodia a Mohamed nadie sepa dónde está traza un cuatro escandaloso de cómo funciona la oscura red de centros de detención de las autoridades sirias. Las brutales fuerzas de seguridad recluyen en secreto a los detenidos y los trasladan de un lugar a otro del país sin pensar siquiera en la enorme angustia a la que están sometiendo a sus familias”, ha afirmado Philip Luther.

Mohamed forma parte de una larga lista de activistas pacíficos, abogados, periodistas y personal de ayuda humanitaria a quienes se percibe como contrarios a las políticas de las autoridades sirias que han estado detenidos en secreto en poder de las fuerzas de seguridad. Muchos de ellos continúan desaparecidos.

Algunos nombres son: Ali Mahmoud Othman, periodista ciudadano, arrestado en Homs en marzo de 2012; Juwan Abd Rahman Khaled, activista kurdo, detenido en Damasco en septiembre de 2012; Khalil Matouq, abogado de derechos humanos, a quien se vio por última vez en un puesto de control cerca de Damasco en octubre de 2012; y Nasser Saber Bondek, poeta y activista humanitario, a quien se llevaron de su casa en Damasco en febrero de 2014.

La lista continúa. Son los fantasmas de la guerra de Siria.

Desde su nuevo hogar fuera de Siria, Rania dice que seguirá buscando a Mohamed: “No he tenido ninguna noticia real de Mohamed desde hace ocho meses, pero seguiremos buscándolo. No he tenido ninguna noticia real de Mohamed desde hace ocho meses, pero seguiremos buscándolo. Es una persona muy pacífica, no sé por qué está en la cárcel. Las cosas tienen que cambiar en Siria”.