Grecia: “Mis hijos tienen miedo, no quieren volver a aquella casa”

Las casi 350.000 personas romaníes que viven en Grecia llevan sufriendo discriminación e intolerancia desde hace generaciones.

Desde los desalojos forzosos hasta la segregación en las escuelas, pasando por las redadas policiales discriminatorias y la violencia de motivación racial, han aprendido lo que significa la desigualdad.

Los ataques racistas contra grupos minoritarios, como los romaníes, han ido en aumento en Grecia en los últimos años.

Desde 2012, los romaníes que viven en el pueblo de Etoliko, en el oeste del país, han sido víctimas de algunos de los ataques más brutales, y sus casas han sido arrasadas y quemadas con cócteles molotov. Muchas familias romaníes se han marchado, al encontrarse sin más opción que huir con sus hijos.

Para Paraskevi Kokoni, de 36 años y madre de siete hijos, la gota final llegó en octubre de 2012, tras una serie de ataques de multitudes contra romaníes en la zona.

Paraskevi estaba comprando comida con su hijo, que entonces tenía 11 años, y su sobrino Kostas, de 23 y con una discapacidad intelectual, cuando varios hombres los persiguieron por la calle y los atacaron con brutalidad.

“Dos de los hombres fueron a por mí, y los demás empezaron a darle a Kostas patadas y puñetazos. Grité pidiendo ayuda, pero no vino nadie […] Agarré a mi hijo y me marché, pero seguían teniendo a mi sobrino”, dijo.

Paraskevi corrió a la comisaría de policía local a pedir ayuda y dijo al agente que su sobrino seguía en peligro. Según afirma, el agente le dijo que no podía hacer nada porque le daba miedo ir al lugar él solo. Cuando llegaron refuerzos, todo el mundo se había marchado.

El esposo de Paraskevi encontró a Kostas inconsciente en la calle. Tanto Paraskevi como Kostas estaban heridos, con cortes y hematomas, y tuvieron que ser llevados al hospital.

A Paraskevi no le quedó más opción que agarrar a sus hijos y marcharse del pueblo.

“La policía no nos protegía. Dejamos Etoliko y nos fuimos a Patra. Dejamos nuestra casa. Mis hijos no quieren regresar. Tienen miedo. Es mi hogar, pero yo tampoco quiero volver. Estoy asustada […] ¿por qué voy a volver, para que maten a mis hijos?”, dijo Paraskevi.

En noviembre de 2013, tres de los implicados en el ataque fueron acusados de causar lesiones graves. Está previsto que comparezcan ante el tribunal en las próximas semanas.

Por desgracia, el de Paraskevi no es un caso aislado en Etoliko. En enero de 2013, la hostilidad hacia los romaníes alcanzó una nueva cota cuando una multitud de 70 personas atacó el barrio.

Las organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional creen que la actitud de la policía griega al no detener los ataques contra grupos vulnerables, como migrantes y romaníes, y no llevar a los responsables ante la justicia ha contribuido al aumento de los ataques racistas brutales.