Poder decidir sobre nuestra salud, nuestro cuerpo y nuestra vida sexual es un derecho humano básico.
Seas quien seas, vivas donde vivas, tienes derecho a tomar estas decisiones sin miedo, violencia o discriminación.
Sin embargo, en todo el mundo se intimida, se discrimina y se detiene a personas sólo por tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida.
A una mujer no le proporcionan anticonceptivos porque no tiene el permiso de su marido. A una adolescente se le niega una interrupción del embarazo que podría salvarle la vida porque el aborto es ilegal en su país. La policía acosa a un hombre por ser gay.
“Mi cuerpo mis derechos” es una campaña global de Amnistía Internacional para poner fin al control y la criminalización de la sexualidad y la reproducción.
¡Defiende con nosotros los derechos sexuales y reproductivos para todas las personas!
Es tu cuerpo. Conoce tus derechos.
HASTA QUE LAS MUJERES Y NIÑAS PUEDAN TOMAR DECISIONES REPRODUCTIVAS SOBRE LOS ASUNTOS QUE AFECTAN A SU CUERPO Y DISFRUTAR TOTALMENTE DE SUS DERECHOS, HARÉ CAMPAÑA POR LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS PARA TODAS LAS PERSONAS.
Vongai V Chikwanda, Harare (Zimbabue)
¿Qué son los derechos sexuales y reproductivos?
UN ESCÁNDALO GLOBAL
Controlados por terceros
Decisiones que son nuestro derecho —como si queremos tener hijos y cuándo tenerlos— se han convertido en un asunto que controlan los gobiernos. Algunos gobiernos también permiten que otras personas de nuestro entorno —como médicos, líderes espirituales o nuestros padres— tomen decisiones por nosotros. Y algunos incumplen su obligación de dar una información y unos servicios a los que tenemos derecho todas las personas.
Imagina estar casada con tu violador, obligada a ver a esa persona todo el tiempo; sería devastador.
Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional
En los centros de salud de Burkina Faso pueden negar un método anticonceptivo a una mujer si no va acompañada de su marido. En Argelia, Marruecos y Túnez, las leyes no protegen a las sobrevivientes de la violencia sexual. En algunos casos los violadores pueden eludir el enjuiciamiento casándose con sus víctimas, a menudo adolescentes. En Irlanda, donde el aborto es ilegal salvo que la vida de la mujer corra peligro grave, entre 1980 y 2012 unas 12 mujeres al día viajaron al Reino Unido para interrumpir el embarazo. Y en muchos países, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, amar a una persona del mismo género o simplemente vestirse fuera de la norma social basta para ser encarcelado.
Una reacción creciente
El hecho de que sigan existiendo estas restricciones indica que queda mucho por hacer. Se está gestando una reacción contra los derechos sexuales y reproductivos, impulsada por grupos de interés bien financiados y organizados. Algunos gobiernos, desde los máximos niveles, tratan de limitar estos derechos poniendo en tela de juicio las ideas de “derechos reproductivos” y de “igualdad de género” o tildando de occidental el principio de “derechos humanos para todas las personas”. Lo que es evidente es que se están cuestionando nuestros derechos a expresar nuestra sexualidad y a tomar decisiones sobre nuestro cuerpo.
Desde 2014-15, la campaña “Mi cuerpo mis derechos” de Amnistía intentará frenar esta tendencia, sobre todo en Argelia, Burkina Faso, El Salvador, Irlanda, Nepal, Marruecos y Sáhara Occidental y Túnez. A través de ella, llegaremos a personas de todo el mundo, animándolas a que rompan el silencio que rodea estas cuestiones como primer paso para reivindicar sus derechos.
Si rompemos el silencio, los gobiernos tendrán que dar un paso adelante y empezar a proteger el derecho de las personas a tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida. Hasta entonces, denunciaremos a los Estados que violen estos derechos y exigiremos el cambio. Porque los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos. Nos pertenecen a todas las personas.
Tienen que recordar que somos seres humanos.
Una mujer habla de cómo los políticos y legisladores de Irlanda tratan a las mujeres que necesitan un aborto