Es creciente la preocupación por el ciudadano sueco detenido en Pekín desde el 3 de enero, acusado de «poner en peligro la seguridad del Estado». Se encuentra recluido en detención secreta sin acceso a abogados ni a su familia, y la televisión nacional emitió su “confesión”, en la que admitió haber “infringido la ley china”. Su novia se encuentra en paradero desconocido y se teme que también esté detenida.