Al menos dos miembros de las comunidades afrodescendientes del oeste de Colombia han sido asesinados –y otros han sido amenazados– por paramilitares que actúan en la zona. Los defensores y defensoras de los derechos humanos que acompañan a las comunidades han sido amenazados también y calificados de colaboradores de la guerrilla en un esfuerzo por desacreditarlos.