La población trabajadora migrante, incluidas las personas empleadas en el servicio doméstico, seguía sufriendo diversos abusos, como robo de salarios, trabajo forzoso, explotación y malos tratos, a pesar de las reformas. Las autoridades reprimieron la libertad de expresión para silenciar las voces críticas. Las mujeres seguían estando discriminadas en la ley y en la práctica, y necesitaban el permiso de un tutor varón para estudiar, viajar o casarse. Las leyes continuaron discriminando a las personas LGBTI, lo que las exponía al riesgo de ser detenidas y torturadas.
Read MoreConserva la pena de muerte en la ley
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