Irak: Los testimonios apuntan a decenas de ejecuciones de detenidos suníes por venganza

Los testimonios recogidos por Amnistía Internacional indican que las fuerzas del gobierno y las milicias chiíes han ejecutado extrajudicialmente a decenas de detenidos en las ciudades iraquíes de Tal Afar, Mosul y Baquba.

Según los gráficos relatos de los detenidos que sobrevivieron y los familiares de los que murieron, las fuerzas iraquíes llevaron a cabo una serie de ataques en venganza contra los detenidos suníes antes de retirarse de Tal Afar y Mosul, en el norte de Irak. Ambas localidades están ahora bajo el control de las fuerzas del grupo armado Estado Islámico en Irak y Al Sham. Mientras, en Baquba, en el centro de Irak, las fuerzas del gobierno y las milicias chiíes oponen resistencia a los intentos de este grupo armado para hacerse con el control de la ciudad. 

“Hay alarmantes informes de diversos incidentes en los que detenidos suníes han sido asesinados a sangre fría cuando estaban bajo la custodia de las fuerzas iraquíes. Estas muertes sugieren un preocupante panorama de ataques en represalia contra los suníes por los avances del grupo armado Estado Islámico en Irak y Al Sham”, ha dicho Donatella Rovera, asesora general de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional, que actualmente se encuentra en el norte de Irak. 

“Incluso en medio de la guerra hay reglas que nunca se deben romper. Matar prisioneros es un crimen de guerra. El gobierno debe ordenar de inmediato una investigación imparcial e independiente de los homicidios, y garantizar que los responsables comparecen ante la justicia.” 

Los supervivientes y los familiares de las víctimas dijeron a Amnistía Internacional que en Tal Afar, en el edificio de la Agencia Antiterrorista en al-Qala’a, fueron ejecutados extrajudicialmente la noche del 15 de junio unos 50 detenidos suníes.

Uno de los que escapó milagrosamente, contó que cuatro soldados abrieron la puerta de la habitación donde estaba recluido y comenzaron a disparar indiscriminadamente: 

“Serían la 1.45 de la madrugada cuando cuatro soldados abrieron la puerta y llamaron a unos cuantos por su nombre; parecía que querían asegurarse de que era ésa la habitación. Entonces comenzaron a disparar incesantemente con armas automáticas durante largo rato […] Tres de los soldados tenían rifles kalashnikov y el otro una metralleta […] Detrás de ellos vi al menos a otros tres ; tal vez había más, pero no pude verlos. Yo estaba en la parte de atrás de la habitación. Me protegí con el retrete y luego me cubrieron los cuerpos de otros detenidos que cayeron sobre mí. Me salvaron los que murieron. En la habitación donde yo estaba mataron a 46 hombres, y oí que en la de al lado habían matado a varios más.”

Una mujer, Umm Mohammed, describió el terrible estado en que encontró el cadáver del hijo de su primo, Kamal Fathi Hamza:

“Le habían disparado varias veces en la cabeza y el pecho; tenía el cuerpo cubierto de sangre, pero no se sabía de quién, ya que los cadáveres se apilaban unos encima de otros. No había sido declarado culpable de nada; acababan de detenerlo hacía 10 o 15 días, y se había casado menos de un mes antes de que lo mataran.”

Otras familias también afirmaron que algunos de sus miembros –en ocasiones dos o más de la misma familia– estaban entre las víctimas mortales de la cárcel de Tal Afar. En la mayoría de los casos los habían detenido poco antes de la matanza y estaban en prisión preventiva. Ninguno había sido juzgado.

En otro episodio, esta vez en Mosul, varios detenidos suníes murieron en la Agencia Antiterrorista del distrito de Hay al-Danadan. Un superviviente contó que, aproximadamente a las 10 de la noche del 9 de junio, unos soldados entraron en la celda y se llevaron a 13 de los 82 detenidos que estaban en ella. Luego oyeron disparos.

“Los soldados nos sacaron fuera a algunos, nos golpearon con cables, nos llamaron terroristas y nos metieron otra vez en la celda. A las 11.30 de la noche, entraron de nuevo, lanzaron una granada de mano, cerraron la puerta y apagaron la luz. Seis detenidos murieron en el acto y muchos otros resultaron heridos. A mí me hirieron en el ojo y en la pierna. Uno de los heridos falleció horas después. A primera hora de la mañana siguiente llegaron unos hombres armados que nos pusieron en libertad y se llevaron al hospital a los heridos. Entonces me enteré que el ejército y las fuerzas de seguridad se habían ido de Mosul.”     

El alcalde de Baquba, Abdallah al-Hayali, dijo a Amnistía Internacional que su sobrino, Yassir al-‘Ali Ahmed al-Hayali, de 21 años, era una de las 50 personas ejecutadas en un incidente similar en la comisaría de al-Wahda del distrito de Mufaraq, en el centro de Baquba, a primeras horas del 16 de junio. El alcalde contó que a Yassir lo habían detenido aproximadamente un mes antes y lo habían torturado, arrancándole las uñas y aplicándole descargas eléctricas.

Miembros de una milicia chií lo mataron junto con varios otros en presencia del jefe de la comisaría de policía de al-Wahda en Baquba. Según un informe médico conseguido por el alcalde, al joven le habían disparado en la cabeza. Muchos de los que murieron con él también habían recibido disparos en la cabeza y en el pecho. Los policías suníes que presenciaron el homicidio huyeron después de sus puestos por miedo a las represalias. 

El gobernador de Diyala, ‘Amer al-Mujama’i dijo a Amnistía Internacional que había hablado con el único superviviente de la matanza, Ahmed Khalas Zaydan al-Haribi, durante su visita al Hospital Universitario de Baquba. El hombre le había dicho: “Estábamos pasando una noche tranquila cuando oímos el tiroteo, y luego unos hombres armados entraron y, en presencia del jefe de la comisaría, comenzaron a dispararnos”. Ahmed, herido en la pierna y el hombro, fue trasladado al hospital. Dos horas después, lo secuestraron miembros de una milicia, que lo mataron y arrojaron su cadáver en la parte de atrás del hospital. 

El jefe de la policía de la gobernación de Diyala dijo a los medios de comunicación que los detenidos habían muerto por cargas de mortero y disparos indiscriminados efectuados por las fuerzas del grupo Estado Islámico en Irak y Al Sham que intentaban entrar en la prisión.

Amnistía Internacional está investigando los informes según los cuales las fuerzas del grupo Estado Islámico en Irak y Al Sham han matado a gran número de presos que cumplían condena en la cárcel de Badoush de Mosul.

La organización pide al grupo Estado Islámico en Irak y Al Sham, así como a todos los grupos y fuerzas armados de todas las partes en el conflicto que pongan fin a la ejecución sumaria y la tortura de detenidos, así como a los ataques deliberados e indiscriminados contra la población civil, todo lo cual constituye crímenes de guerra que deben ser juzgados con arreglo al derecho internacional. 

“Los contendientes en el conflicto de Irak que están cometiendo crímenes de guerra deben saber que la impunidad de la que actualmente disfrutan no durará para siempre y que puede es posible que algún día tengan que responder de sus crímenes”, ha dicho Donatella Rovera.