Grecia: La crisis humanitaria se intensifica mientras el sistema de apoyo a las personas refugiadas se tensa hasta el límite

Los dirigentes de la Cumbre de la UE deben hacer más para resolver la crisis global de refugiados

El fuerte incremento del número de personas refugiadas que llegan a las islas griegas del Egeo está tensando hasta el límite un sistema de recepción ya de por sí debilitado, y es síntoma de la falta de medidas por parte de los dirigentes europeos para abordar adecuadamente la crisis de refugiados. Así lo ha advertido Amnistía Internacional en vísperas de la Cumbre de la UE que comienza hoy.

Una reciente misión de investigación a las islas y el seguimiento de dicha investigación revelan que los recién llegados –entre ellos, niños– se enfrentan a unas condiciones de recepción atroces. La mala planificación, el uso ineficaz de los fondos de la UE y la crisis creada por la congelación de la contratación de personal ha dejado a las autoridades griegas incapaces de satisfacer las necesidades y proteger los derechos de las personas refugiadas. Con cada mes que pasa, la crisis humanitaria, inflamada por el desastre económico griego, se intensifica.

“Decenas de miles de personas vulnerables que emprenden peligrosas travesías por mar para escapar de la guerra o la pobreza llegan a estas islas sólo para ser recibidas por un sistema de apoyo tambaleante. La mayoría de los recién llegados apenas tienen acceso –si es que llegan a tenerlo– a atención médica o humanitaria, y a menudo se ven obligadas a permanecer en condiciones de miseria en centros de detención atestados de gente o en campamentos al aire libre”, ha manifestado John Dalhuisen, director del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central.

Decenas de miles de personas vulnerables que emprenden peligrosas travesías por mar para escapar de la guerra o la pobreza llegan a estas islas sólo para ser recibidas por un sistema de apoyo tambaleante.

John Dalhuisen, director del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central

“La crisis humanitaria del Egeo no es simplemente una tragedia griega, sino el resultado del fallido sistema de migración europeo. Corresponde a los dirigentes de la UE que se reúnen esta semana reconocer que la insoportable tensión en los Estados fronterizos como Grecia o Italia es consecuencia de las fallidas políticas europeas en materia de migración. Deben aplicarse urgentemente soluciones eficaces para hacer frente a la crisis global de refugiados y para compartir de manera más equitativa la responsabilidad en toda la UE.”

La magnitud de la crisis

La investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional revela que al menos 61.474 refugiados llegaron a las islas griegas entre el 1 de enero y el 22 de junio de 2015: muchos más que durante todo 2014 (43.500). El número de llegadas va en aumento, con la llegada de una media de más de 5.000 personas en las primeras tres semanas de junio.

A causa del aumento de la seguridad en las fronteras, el cierre con vallas de la frontera terrestre con Turquía y la práctica de las “devoluciones en caliente” –la expulsión colectiva ilegal de migrantes a través de la frontera, de vuelta a Turquía–, la inmensa mayoría de las personas refugiadas y migrantes intentan el viaje por mar.

Pese a que el gobierno ha condenado las “devoluciones en caliente”, y el número de estas devoluciones en el mar parece haber disminuido, la práctica continúa en la frontera greco-turca, donde Amnistía Internacional ha recabado testimonios de casos de devoluciones violentas.

Al describir cómo formaba parte de un gran grupo de personas refugiadas que fueron devueltas en caliente a Turquía el 14 de abril de 2015, un refugiado sirio relató a Amnistía Internacional los malos tratos que había sufrido a manos de agentes de la policía griega que llevaban el rostro cubierto por pasamontañas. “Empezaron a darnos puñetazos y patadas mientras estábamos en el suelo. Me agarraron del pelo y me empujaron hacia el río.”

“Por nuestra investigación queda claro que, pese a las condenas gubernamentales, siguen produciéndose brutales devoluciones en caliente”, ha manifestado John Dalhuisen. “Estas devoluciones desde las fronteras terrestres de Grecia no sólo son ilegales en virtud del derecho internacional, sino que impulsan a un número cada vez mayor de personas refugiadas desesperadas a lanzarse a peligrosas travesías por el Egeo.”

Un sistema de primera recepción fallido

En las islas sólo hay dos Unidades Móviles de Primera Recepción (en Lesbos y Samos). Sin embargo, la mayoría de los recién llegados no tienen acceso a Servicios de Primera Recepción. Estos servicios, concebidos para determinar la nacionalidad de los recién llegados y proporcionarles atención médica, psicosocial y humanitaria básica, están en una situación de precariedad a causa de la grave falta de personal, o directamente no existen, en islas con un gran número de llegadas, como Cos o Quíos.

Un refugiado afgano recluido junto con su esposa y dos hijos pequeños en Lesbos dijo a Amnistía Internacional: “Mis hijos dormían con la ropa mojada […] nadie vino a comprobar cómo estábamos. La situación aquí es mala, mis hijos están enfermos, nosotros estamos enfermos […] Necesitamos un médico y ropa”.

La falta de un proceso de cribado da lugar a que no se identifique a miembros de grupos vulnerables, como los menores no acompañados. En 2014, las cifras oficiales indicaban que a las islas y a Evros habían llegado 1.097 menores no acompañados, y entre el 1 de enero y el 3 de junio de 2015 habían llegado 216. Es probable que las cifras reales sean mucho más altas.

A causa del número limitado de plazas en los refugios, muchos menores no acompañados permanecen en los centros de detención para inmigrantes durante periodos prolongados: una media de 37 días.

Algunos menores no acompañados relataron a Amnistía Internacional los malos tratos sufridos; un niño afgano describió cómo un policía lo había arrojado al suelo en el centro de migrantes de Moria, en Lesbos. Otro, un muchacho afgano de 17 años que estuvo recluido durante 70 días en Moria, dijo a Amnistía Internacional en marzo de 2015: “No tenemos agua caliente para lavarnos […] muchos no tenemos ni siquiera mantas”.

Condiciones de reclusión inhumanas o degradantes

Las condiciones en los centros de detención incumplen notablemente las normas tanto internacionales como nacionales, y pueden constituir trato inhumano o degradante. Existe un hacinamiento crónico y una falta de higiene, con retretes que se desbordan, colchones sucios, escasez de ropa de cama y para vestir, cortes de electricidad y falta de agua caliente.

Los recién llegados a menudo no reciben una muda de ropa, y se ven obligados a dormir con las prendas mojadas con las que han llegado. El hacinamiento ha provocado que muchas personas refugiadas tengan que dormir en espacios al aire libre, como los puertos.

En Lesbos, los solicitantes de asilo se ven obligados a dormir en un campamento ubicado en un aparcamiento cuya ocupación es del triple de su capacidad. El centro de detención para inmigrantes de Samos, cuya capacidad teórica es de 280 personas, albergaba a hasta 600 refugiados en junio, y la capacidad del centro de detención de Quíos (208 plazas) se había superado en más de 300 personas.

Las personas que solicitan asilo se ven a menudo obligadas a permanecer varias semanas detenidas mientras se registran sus solicitudes. Los graves impedimentos a los que se enfrentan los refugiados para solicitar asilo se deben a la insuficiencia tanto de oficinas regionales de asilo como de personal.

Hora de actuar

“Las crisis paralelas económica y de refugiados han creado una tormenta perfecta sobre las islas del Egeo que sólo una acción concertada de las autoridades griegas y los líderes europeos puede mitigar. Grecia debe proporcionar urgentemente guardacostas, policías y autoridades de primera recepción en las islas, con recursos suficientes para gestionar la recepción de los refugiados recién llegados”, ha manifestado John Dalhuisen.

Las crisis paralelas económica y de refugiados han creado una tormenta perfecta sobre las islas del Egeo que sólo una acción concertada de las autoridades griegas y los líderes europeos puede mitigar.

John Dalhuisen

“Aunque la implementación de los planes de la UE para reubicar a migrantes puede aliviar un poco la presión sobre las islas griegas e italianas a corto plazo, lo que se necesita es más rutas seguras y legales para las personas refugiadas que acuden a Europa. Eso incluye más plazas de reasentamiento, además de un apoyo económico y operativo considerablemente mayor para la recepción y el procesamiento de las solicitudes de asilo, y una mayor libertad de circulación para las personas a las que se concede el asilo.”

La Cumbre Europea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se celebrará en Bruselas el 25 y 26 de junio.

La investigación de Amnistía Internacional se llevó a cabo entre noviembre de 2014 y junio de 2015, e incluyó una misión a Grecia entre el 25 de febrero y el 2 de abril de 2015. Parte de la misión tuvo lugar en las islas de Quíos y Lesbos.

Activistas de las islas, Médicos sin Fronteras y el ACNUR están tratando de cubrir las enormes lagunas en los servicios de recepción proporcionando asistencia médica y humanitaria e información sobre el asilo.

La inmensa mayoría de las personas refugiadas recién llegadas prefieren no solicitar asilo en las islas, sino viajar a Atenas. Muchas continúan su viaje a otros países de la UE cruzando los Balcanes, mientras que otras intentan solicitar asilo en la Oficina Regional de Asilo de Ática. No obstante, el acceso al asilo se ha visto seriamente limitado desde final de mayo.

El reparto de la responsabilidad entre los Estados miembros incluye no sólo la ayuda económica sino también apoyo en cuanto a recursos humanos para registrar las solicitudes de asilo y realizar entrevistas. Se espera que el programa de reasentamiento propuesto por la Comisión Europea reduzca parte de la presión sobre Grecia e Italia. No obstante, todo programa de reasentamiento debe tener en cuenta las necesidades de los solicitantes de asilo, incluido su derecho a la unificación familiar.