Cómo la detención del general Pinochet cambió el significado de la justicia

El ex presidente chileno Augusto Pinochet fue detenido en Londres el 16 de octubre de 1998, en una acción que cambió para siempre la idea de justicia internacional. Quince años después, dos de los principales actores de esa historia –el abogado español Joan Garcés y la ex investigadora de Amnistía Internacional sobre Chile, Virginia Shoppeé– comparten sus recuerdos acerca de un suceso que causó estupor entre los observadores de ambos lados del Atlántico.El 3 de octubre de 1998, Virginia Shoppeé estaba en su escritorio de la sede en Londres de Amnistía Internacional, haciendo su repaso diario de las últimas noticias sobre Chile, cuando se encontró con un sorprendente despacho de la agencia France-Presse. El ex presidente de Chile, el general retirado Augusto Pinochet, estaba a punto de emprender un viaje a Europa, incluyendo el Reino Unido.Amnistía Internacional había realizado un abundante trabajo de denuncia de las atrocidades perpetradas por el régimen de Pinochet, que había sido responsable de la desaparición de más de 3.000 personas y la tortura de miles más durante sus 17 años de gobierno.La idea inicial de Shoppeé fue que el viaje de Pinochet a Europa brindaba la oportunidad de continuar con ese trabajo.Habló del tema con Javier Zúñiga, director del programa de Amnistía Internacional sobre América, y redactó el primero de los muchos documentos que sobre Pinochet publicaría la organización en las semanas siguientes.El documento recordaba a todos los gobiernos de Europa, incluido el de Reino Unido, que tenían la obligación de detener a Pinochet en virtud de las disposiciones de la Convención contra la Tortura. Pero Shoppeé admite que nunca pensó que la detención de Pinochet fuera realmente posible:“Publicamos ese primer documento sobre la visita de Pinochet a Europa porque pensamos que era lo menos que podíamos hacer, pero no esperábamos una gran repercusión. Yo había estado en Chile siete meses antes, y me había reunido con políticos, víctimas y familiares de víctimas y con representantes de ONG. Ninguno de ellos pensaba en la detención de Pinochet. Las violaciones de derechos humanos cometidas durante su gobierno se consideraban un caso cerrado”.Sin embargo, los procedimientos judiciales para detener a Pinochet ya habían sido iniciados: los había puesto en marcha en julio de 1996 Joan Garcés, un abogado español y ex asesor de Salvador Allende, el ex presidente chileno que fue depuesto –y murió– en el golpe de Estado de Pinochet.Garcés pensó que podía acusarse a Pinochet utilizando los principios de la jurisdicción universal, que en teoría permitía a los Estados investigar y perseguir a personas por delitos cometidos en otros países. El abogado recuerda que se sintió alentado por los progresos realizados respecto a las atrocidades cometidas por el régimen militar de Argentina:

“La Audiencia Nacional española había admitido en 1996 una querella presentada por víctimas de tortura y desaparición forzada en Argentina, después de que el Parlamento admitiera en 1985 que la jurisdicción universal podía aplicarse en casos de crímenes contra la humanidad, terrorismo y genocidio”.

Garcés presentó una querella similar sobre Chile, y su equipo empezó a reunir pruebas para presentarlas ante la Audiencia Nacional. Decenas de víctimas de la represión militar chilena viajaron a España para testificar.“Esperábamos el momento adecuado para pedir una orden de detención internacional contra Pinochet. Era una cuestión compleja. Teníamos que esperar a que viajara a un país cuyo poder judicial fuera lo bastante fuerte e independiente como para resistir la presión política y diplomática que generaría su detención”.Ese momento llegó cuando se confirmó la visita de Pinochet a Reino Unido. El 15 de octubre, el equipo de Garcés presentó ante la Audiencia Nacional una petición de orden de detención contra Pinochet, con el fin de que fuera extraditado a España para ser juzgado. La orden se envió a las autoridades británicas y, a primera hora del día siguiente, Pinochet fue arrestado. Permaneció bajo custodia en The Clinic, un costoso hospital privado en el que acababa de someterse a una operación.Era la primera vez que se detenía a un ex jefe de gobierno sobre la base del principio de jurisdicción universal.El equipo de Garcés empezó a trabajar entonces con Amnistía Internacional para apoyar la solicitud de extradición. La organización asumió un papel de liderazgo en los intentos por conseguir que el general retirado fuera enviado a España para ser juzgado, tal y como explica Virginia Shoppeé:”La detención de Pinochet marcó un hito en la lucha por los derechos humanos. No podíamos dejar que se quedara en un simple artículo de cuatro frases publicado en un periódico. Teníamos que aprovechar la oportunidad y ayudar a llevarlo ante un tribunal.”Los jueces británicos resolvieron en 1999 que Pinochet debía ser extraditado a España, pero esa extradición no llegó a producirse. El entonces ministro del Interior, Jack Straw, ordenó en el año 2000 su liberación por motivos de salud, después de que un controvertido examen médico declarara que Pinochet no estaba en condiciones de comparecer ante un tribunal. Pinochet regresó, libre, a Chile.Garcés y Shoppeé creen que entró en juego la política. No obstante, ambos están de acuerdo en que, aunque el resultado de la detención de Pinochet no fue el que habían deseado, su caso marcó un hito fundamental en la lucha contra la impunidad de Pinochet y en favor de los derechos humanos. Garcés dice:“Los jueces británicos se tomaron el proceso muy en serio y, por último, la postura predominante fue la que nosotros pensábamos que era conforme al derecho internacional. Pero, al final, el gobierno británico, movido por la presión política de los gobiernos chileno y español, y por intereses económicos y diplomáticos, así como por otros intereses turbios, no permitió que siguiera adelante”.“No debemos olvidar que Pinochet murió como prófugo de la justicia. Le quedó claro que la sociedad internacional lo consideraba un criminal.”El día que Pinochet regresó a Chile, se iniciaron decenas de demandas judiciales contra él. Virginia Shoppeé dice:“Pinochet no volvió a Chile como una persona inocente, como un ex presidente acusado injustamente, sino como un hombre culpable de violaciones de derechos humanos cuya extradición no se había permitido por motivos de salud”.“Las reclamaciones de las víctimas volvían a ser una cuestión pública. Chile había cambiado. Ya no era el Chile que visité en marzo de 1998, en el que nadie quería hablar de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno militar. Chile tenía que hacer frente a las atrocidades del pasado, un pasado que el país negó hasta que Pinochet fue puesto bajo custodia en Londres.”