Indulto para un condenado a muerte en Mongolia

Amnistía Internacional ha acogido con satisfacción la noticia de la conmutación de la pena de muerte del preso mongol Buuveibaatar tras recibir el indulto del presidente del país, Ts. Elbegdorj.

El hombre, de 33 años, fue declarado culpable de asesinar al nuevo novio de su ex novia en enero de 2008. Su padre afirma que el crimen fue en defensa propia.

“Acogemos con satisfacción el indulto concedido por el presidente Elbegdorj, pero es sólo un primer paso”, ha declarado Sam Zarifi, director del director del programa de Asia y Oceanía de Amnistía Internacional. “El gobierno de Mongolia debe introducir una suspensión del uso de la pena capital y conmutar las penas de todas las personas que continúan condenadas a muerte en Mongolia.”

Buuveibaatar fue condenado a muerte por el Tribunal de Distrito de Bayangol, en la capital de Mongolia, Ulaanbaatar, el 1 de agosto de 2008.

El día siguiente al asesinato, Buuveibaatar fue detenido y llevado a la comisaría del distrito de Bayangol, donde lo interrogaron toda la noche sin permitirle acceder a un abogado. Según su padre, confesó el delito tras ser golpeado durante el interrogatorio bajo custodia policial.

Buuveibaatar había agotado todas sus posibilidades de apelación y sólo podría seguir con vida gracias a un indulto presidencial. Continuará cumpliendo una pena de prisión.

En 2008, al menos cinco personas fueron ejecutadas en Mongolia, en donde todo lo relacionado con la pena de muerte de considera secreto de Estado.

Los familiares y abogados de las personas condenadas a muerte no reciben notificación previa de la ejecución, y los cadáveres de las personas ejecutadas nunca se devuelven a sus familias. Según los informes, las condiciones en el pabellón de los condenados a muerte son deficientes.

“Amnistía Internacional pide al gobierno que ponga en marcha sin dilación todas las medidas necesarias para avanzar hacia la abolición de la pena de muerte, tal y como establece el Programa de Acción Nacional sobre Derechos Humanos de Mongolia”, ha añadido Sam Zarifi.