El cambio climático es un desafío que nos afecta a todos y todas, pero no de la misma manera. Las mujeres y las niñas se encuentran entre las personas a las que afecta de forma desproporcionada, especialmente las que pertenecen a comunidades marginadas y discriminadas del Sur global, Aun así, sus voces rara vez se escuchan en los foros de toma de decisiones.
Sin embargo, desde los escombros de esa descarnada división, vemos surgir movimientos que se unen. Encabezada por mujeres diversas y poderosas, la lucha por la justicia climática está ganando velocidad. ¿Podría servir la crisis climática para unirnos? ¿Será el punto de inflexión en cuanto a la solidaridad mundial, el que nos inste a actuar, a conectar nuestras luchas y, finalmente, triunfar sobre las desigualdades sistémicas que nos dividen?
En este Día Internacional de la Mujer, junto con Greenpeace Internacional, preguntamos a cinco mujeres activistas qué significa para ellas la justicia climática y cómo podemos aprovechar el poder de la diversidad para conseguir un futuro justo y sostenible para todas las personas.
Sostine Namanya, especialista en género y seguridad alimentaria, Uganda.
“Los sucesos que presencié siendo una niña africana que crecía entre comunidades rurales en Uganda contribuyeron enormemente a encaminarme por la senda del activismo. No sólo vi a mi propia madre, mis tías y otras mujeres del poblado superar los desafíos prácticos de la injusticia climática, sino que yo también me convertí en víctima desde muy joven. Era como si en algún sitio hubiera escrita una ley que decía que sólo las mujeres y las niñas tenían que ir a por agua, lavar todo en la casa, cocinar, servir la comida, y luego buscar más comida. En varias ocasiones vi a mujeres golpeadas por sus esposos por cosas como retrasarse en preparar la comida, no hervir el agua para bañarse o volver tarde del mercado o de los pozos de agua. Fue entonces cuando se empezó a desarrollar en mí el afán de que había que hacer algo respecto a esa situación, aunque en aquel momento no conseguía averiguar exactamente qué. Así, me pareció una tendencia natural unirme a la acción de la sociedad civil y al activismo contra las injusticias económicas antes de haber terminado siquiera la educación superior.”
“Para mí, justicia climática significa un mundo en el que el cambio climático no se enfoque de una manera generalizada sino dependiendo de cómo afecte a las distintas categorías de personas basándose, por ejemplo, en su sexo, su ubicación en el mundo, su tipo de empleo, sus ingresos, etc. Significa que en los debates y conversaciones sobre el clima se escuchen las voces de las mujeres, especialmente las del Sur global que luchan a diario por mantener a sus familias.”
Amasai Jeke, feminista trans y defensora de los derechos LGBTQI, Fiyi.
“Como joven feminista y como persona que cree en la justicia climática y ecológica, todo gira en torno a construir relaciones de confianza, trazar estrategias comunes y amplificar las realidades que viven las personas en la primera línea del cambio climático. Estas personas incluyen a las que viven en el Sur global, las personas de color, las comunidades indígenas y rurales, las mujeres, las personas LGBTQI, las niñas y los niños, las personas con discapacidad y las personas jóvenes que están haciendo cambiar el mundo.”
“También gira en torno a tener la solidaridad como cimiento de nuestra forma de trabajar, de organizarnos para trabajar en unión, de poner fin a las desigualdades climáticas. La crisis climática proporciona una lente a través de la cual comprender las formas interrelacionadas de injusticia inherentes en este planeta. Por eso es importante situar la igualdad de género —que es algo más que simplemente la igualdad entre hombres y mujeres— y los derechos humanos en el núcleo de nuestra forma de trabajar para conseguir justicia climática. También es importante no dejar de lado a las comunidades marginadas ni utilizarlas como moneda de cambio, sino incluirlas en la toma de decisiones e integrarlas en el debate público.”
“Del movimiento LGBTQI y el movimiento feminista de las mujeres he aprendido que decir la verdad al poder es lo más fuerte que puedes hacer, y las demás piezas encajarán en su sitio.”
Astrid Puentes, abogada medioambiental, Colombia-México
“Las comunidades indígenas locales deben ocupar el centro de las conversaciones en torno a la justicia climática, y tienen un papel fundamental que desempeñar en la búsqueda de soluciones. Sus voces deben escucharse, incluidas las de jóvenes y mujeres, y las soluciones que propongan deben tenerse en cuenta e implementarse.”
“Todas las personas, y especialmente las que estamos en situaciones privilegiadas, tenemos la responsabilidad de reconocer las desigualdades sociales, reconocer que se producen en todas partes, y hacer de verdad algo al respecto. Debemos dejar de esforzarnos por mantener la corrección política, y debemos empezar a transformar las comunidades y los entornos para que sean realmente inclusivos.”
“Un paso fundamental que todas y todos debemos dar es salir de nuestras zonas de confort. Si seguimos estado a gusto, eso quiere decir que podemos hacer más. No estoy hablando necesariamente de hacer sacrificios; de hecho, digo lo contrario. El primer paso para construir un mundo realmente justo es sentir una auténtica incomodidad respecto a las desigualdades y la discriminación.”
Marcelle Partouche, trabajadora de bienestar comunitario y artista, Canadá.
“Creo que en esta batalla todas y todos podemos ser humildes, no hay necesidad de atribuirse nada. Debemos comprender que se trata de una oportunidad de aprender a hacer las cosas de otra manera. Podemos empezar por aprender a escucharnos mutuamente y hacer honor a las prácticas que han estado respetando la tierra y el medioambiente. Podemos intentar abordar cambios pequeños: comer menos carne de vaca, no complacernos en ningún tipo de consumo, reciclar e informarnos sobre las energías renovables. Todo eso afectará a nuestra mentalidad y nuestra conducta, y podemos simplemente tratar de compartir en lugar de gastar.”
“Creo que los valores básicos tienen que cambiar hacia una distribución mejor de los recursos, en el sentido más amplio del término. La escasez, cuando se infiltra en nuestra mente, es un parásito que nos convierte en codiciosos y egoístas. Pero en realidad debemos ser conscientes de todas las especies, los elementos y los seres que nos rodean, y actuar de acuerdo con ello, con una enorme dosis de bondad, cuidado y humanidad.”
Joyce Tan, abogada y activista climática, Filipinas
“Soy abogada de Filipinas, un país que siempre encabeza la lista de los más vulnerables al cambio climático y los desastres que trae aparejados. Allí no hay nadie que niegue el cambio climático, porque la gente ha tenido que vivir con él desde sus inicios y ha visto a familiares y amigos perder la vida, su hogar y el tejido social de su comunidad ante los tifones cada vez más peligrosos y las prolongadas sequías.”
“Sabía que para hacer frente al cambio climático se necesitarían enormes transformaciones de sistemas profundamente arraigados y entrelazados, y quería encontrar maneras que utilizaran los datos y las pruebas —el idioma que hablan los expertos— para impulsar estos difíciles cambios.”
“Cada vez vemos más pruebas de lo errónea que es la información sobre la que tomamos nuestras decisiones: lo vemos en los incendios forestales, en las inundaciones masivas, en las comunidades que son arrasadas en un instante, en las rápidas extinciones. Ahora sabemos que el margen para actuar es cada vez más pequeño, pero nuestros dirigentes siguen tardando demasiado en responder. El mundo está ardiendo, y no podemos ignorar el problema y dejárselo a las generaciones futuras para que lo resuelvan.”