Si vivieras en Kordofán del Sur, Sudán, habrías pasado los últimos cuatro años escondiéndote en trincheras y corriendo a resguardarte en cuevas. Intentando sobrevivir por todos los medios a los ataques aéreos que forman parte de la vida cotidiana.
Los habitantes de Kordofán del Sur viven atemorizados desde que el gobierno de Sudán comenzó a atacarlos en un intento por contener el apoyo al movimiento rebelde armado, el Ejército de Liberación Popular de Sudán-Norte (SPLA-Norte).
Decidido a toda costa a derrotar el movimiento rebelde armado, el ejército sudanés está librando una campaña incesante de ataques aéreos y terrestres contra la población de las zonas controladas por los rebeldes. El gobierno envía aviones Antonov a zonas civiles residenciales y de trabajo donde no hay ningún objetivo militar a la vista.
Aquí no hay objetivos militares. Los Antonov vienen por nosotros. Los encuentras siempre volando en círculos sobre zonas donde viven civiles.
Amina se vio obligada a huir de los combates de su localidad a un campo de Tunguli, Dalami (7 de mayo de 2015)
Muerte y destrucción llegados del cielo
El inconfundible zumbido de los aviones Antonov es una constante en la vida cotidiana. Los niños y niñas pequeños se han acostumbrado a ellos; a las personas ancianas les preocupa no poder llegar a un lugar seguro con suficiente rapidez, y a las mujeres y los hombres se los ve con frecuencia oteando el cielo en un intento de determinar si un avión que vuela en círculos representa o no una amenaza probable.
Solo entre enero y abril de 2015 el ejército arrojó alrededor de 374 bombas en 60 lugares de Kordofán del Sur.
Nada, estudiante de educación para adultos que resultó herida en el muslo por un fragmento de metralla al caer una bomba en su escuela el 8 de mayo, dice:
“Ahora ya es algo de esperar. Las bombas pueden caer en cualquier momento y en cualquier lugar, incluso en una escuela. No pensamos en mudarnos a ningún otro sitio porque allí la situación sería igual de mala”.


Nadie se siente a salvo en Kordofán del Sur
No hay lugares seguros. Las bombas caen sobre las casas de los habitantes tanto de día, mientras almuerzan, como de noche, mientras duermen.
En febrero de 2015, el hospital Mother of Mercy recibió a supervivientes de un ataque de Antonov que había tenido lugar en el condado de Umm Dorain. Ocho niños y niñas y una persona adulta se escondieron en una trinchera cuando oyeron el avión. Sin embargo, cuando la bomba impactó en un refugio cercano y lo incendió, el tejado saltó por los aires y cayó en la trinchera en la que se hallaban. Tres de los menores murieron en el instante. Los otros cinco y la persona adulta fueron trasladados al hospital. Tres de los supervivientes, todos ellos menores, murieron en el hospital; a los otros tres finalmente les dieron el alta.
Tristemente, no se trata de un caso aislado. El 18 de abril de 2015, aviones de combate lanzaron cuatro bombas sobre el pueblo de Eral, en el condado de Heiban. Khalil Yusuf Ergajig, de 13 años, intentó correr para guarecerse en una trinchera cercana junto con otros cuatro niños, pero no logró llegar a tiempo. Murió por un impacto de metralla a tan sólo unos metros de ponerse a salvo.
Estaba a alguna distancia del lugar en el que cayó la bomba, y tenía otros dos edificios delante. Aún así la metralla me alcanzó y se me incrustó en el cráneo…
Najwa Omar, Heiban, 7 de mayo de 2015
El conflicto en cifras

Años de ataques incesantes
Sudán sufre una guerra civil desde hace décadas. En 2005 se firmó un acuerdo de paz (el Acuerdo General de Paz) que puso fin al conflicto entre el gobierno de Sudán y el Ejército de Liberación Popular de Sudán y dividió Sudán en dos países: Sudán, en el norte, y Sudán del Sur. Kordofán del Sur forma parte de Sudán (en el Norte).
La mayor parte de la población de Kordofán del Sur pertenece a las tribus árabes nómadas misseriya y hawazma, y a comunidades agrícolas nuba africanas. Tras sufrir años de marginación por parte de los gobiernos de Sudán, muchos apoyan a Sudán del Sur y algunos lucharon junto a las fuerzas del SPLA durante la guerra civil.
El conflicto actual en junio de 2011 se desencadenó, entre otros motivos, porque no se implementó plenamente el Acuerdo General de Paz. En virtud del Acuerdo, se debería haber consultado a la población de Kordofán del Sur sobre sus deseos con respecto al futuro del Estado.
Reducidos a vivir en una cueva
El ejército sudanés puede arrojar una bomba o efectuar un ataque de artillería en cualquier momento, sin previo aviso, así que la población ha desarrollado estrategias de protección. Han construido en toda la región trincheras improvisadas y semipermanentes que constituyen una vía rápida para ponerse a salvo. Otras personas viven en refugios provisionales en las montañas Nuba, donde pueden esconderse en cuevas y grietas.


Aislados del mundo
Las bombas no sólo caen en los hogares de la gente, sino también en escuelas, hospitales e incluso en tiendas de alimentos. Pero nadie recibe asistencia porque el gobierno sudanés ha aislado del resto del mundo las zonas controladas por el SPLM-Norte.
Centenares de personas han muerto por no poder llegar a los hospitales o los servicios de salud. La atención médica estatal en Kordofán del Sur ha sido diezmada. Los hospitales han sido bombardeados, el personal médico ha huido y no están disponibles los medicamentos esenciales.
Alfadil Khalifa Mohammed perdió a su esposa, Nahid Said Komi, de 27 años, embarazada de ocho meses, en un ataque el 8 de mayo de 2015. El ataque tuvo lugar en un campamento al que habían huido para ponerse a salvo. El bebé aún estaba vivo cuando Nahid murió, y podría haber sobrevivido. Dijo:
“El hospital está demasiado lejos para ir cuando lo necesitamos. Muchos hospitales y clínicas han sido bombardeados y han tenido que cerrar. El único lugar donde podrían haberle salvado la vida a mi bebé era el hospital de Gidel. Pero no hubo forma de llegar hasta allí. Habríamos tenido que ir caminando, y habríamos tardado demasiado. La gente está muriendo porque no tiene acceso a atención médica”.
Entre mayo de 2014 y enero de 2015 se produjo un brote de sarampión. La Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) llevaron a cabo una campaña de vacunación en el resto de Sudán, pero no pudieron acceder a las zonas de Kordofán del Sur controladas por los rebeldes a causa de las restricciones del gobierno, lo que impidió vacunar a los niños y niñas que residen en ellas. Han muerto 30 niños.


¿No importamos?
El conflicto de Kordofán del Sur recibió mucha cobertura y atención internacionales cuando estalló. Pero a medida que los ataques se intensificaron y que el número de víctimas se elevó durante los últimos cuatro años, el mundo parece haber perdido el interés.
La comunidad internacional no está deteniendo los ataques del gobierno de Sudán contra hombres, mujeres y niños. Los está abandonando a luchar por su supervivencia sin ninguna ayuda humanitaria.
Le hemos estado contando al mundo lo que nos está pasando durante cuatro años. Los hechos son bien sabidos. Pero no cambia nada. ¿Acaso no le importamos al mundo?
Alfadil Khalifa Mohamed, maestro de escuela en un campo de refugiados de Tunguli, Kordofán del Sur