Tres altos dirigentes del Frente Revolucionario Unido, grupo rebelde de Sierra Leona, fueron condenados el miércoles 8 de abril por el Tribunal Especial para Sierra Leona a largas penas de prisión. En febrero, Issa Hassan Sesay, Morris Kallon y Augustine Gbao fueron declarados culpables de crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos durante el conflicto armado interno que se desarrolló en Sierra Leona entre 1991 y 2002.
El dirigente provisional del Frente Revolucionario Unido, Issa Sesay, fue condenado a una pena de prisión de casi 700 años. El juez falló que las condenas independientes correspondientes a 16 cargos de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad se cumplan al mismo tiempo, lo que significa que Issa Sesay permanecerá encarcelado durante 52 años, como máximo.
Morris Kallon,ex jefe del Frente Revolucionario Unido, cumplirá un máximo de 39 años. El tercer ex dirigente, Augustine Gbao, pasará 25 años en prisión.
Amnistía Internacional declaró en febrero que las condenas constituían una medida positiva, aunque insuficiente, en la lucha contra la impunidad en ese país. La organización observó, no obstante, que el Tribunal Especial ha juzgado sólo a un pequeño número de todos los que se sospecha que fueron los máximos responsables del conflicto armado que tuvo lugar en Sierra Leona.
Amnistía Internacional manifestó que otras muchas personas –cuyo número puede ascender a centenares– deben ser investigadas en Sierra Leona o en cualquier otro Estado dispuesto a ejercer la jurisdicción universal y, en caso de que existan indicios admisibles suficientes, procesadas en juicios con las debidas garantías y en los que no se imponga la pena de muerte.
En febrero, la Sala de Primera Instancia del Tribunal Especial para Sierra Leona consideró que Issa Hassan Sesay, Morris Kallon y Augustine Gbao son penalmente responsables de homicidios ilegítimos, violación, matrimonio forzado, actos de terrorismo, ataques contra personal de las fuerzas para el mantenimiento de la paz, esclavitud y otros actos inhumanos, entre otros delitos, lo que refuerza la condena internacional de los delitos de violencia sexual.