Siria: Municiones de racimo soviéticas prohibidas alimentan una catástrofe humanitaria en Guta oriental

  • Unas fotografías verificadas muestran el uso, por parte de las fuerzas gubernamentales sirias, de municiones de racimo de fabricación soviética en zonas densamente pobladas.
  • Los médicos describen una situación humanitaria atroz —que incluye una desnutrición generalizada— en un asedio cada vez más estrecho.
  • Los testigos narran ataques indiscriminados que han matado a civiles mientras las fuerzas sirias cometen a diario crímenes de guerra

El gobierno sirio está cometiendo crímenes de guerra en una escala épica en Guta oriental.

Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional

El creciente uso que las fuerzas gubernamentales sirias están haciendo de las municiones de racimo prohibidas de fabricación soviética para lanzar ataques indiscriminados y ataques directos contra la población civil, en un asedio cada vez más estrecho en la zona de Guta oriental, controlada por los rebeldes, ha causado la muerte de al menos 10 civiles y ha llevado la crisis humanitaria de la zona a un punto de ruptura. Así lo ha revelado Amnistía Internacional hoy.

La organización entrevistó a cinco personas que actualmente se encuentran bajo asedio en Guta oriental, entre ellas activistas y profesionales de la medicina, que describieron una situación en grave deterioro, ya que desde el 14 de noviembre el gobierno ha intensificado su campaña de bombardeos contra este enclave en poder de los rebeldes, cerca de la capital, Damasco.

“El gobierno sirio está cometiendo crímenes de guerra en una escala épica en Guta oriental. Utilizando su brutal estrategia, ya conocida, de asediar y bombardear a civiles —ya utilizada con efectos devastadores en Alepo, Daraya y otros baluartes rebeldes—, está obligando a la población a rendirse o morir de hambre”, ha manifestado Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

“En medio de una epidemia de desnutrición cada vez más grave, las fuerzas sirias deben poner fin de inmediato al asedio ilegal de Guta oriental y deben permitir el acceso sin trabas a las organizaciones humanitarias antes de que la situación, ya de por sí catastrófica, se cobre aún más vidas civiles.”

Ataques contra la población civil y contra bienes de carácter civil

Vi claramente cómo caían pequeñas bombas atadas a paracaídas, y 10 segundos después retumbaron una serie de explosiones.” – Mustafa, voluntario de defensa civil

Las imágenes compartidas por activistas en Guta oriental, verificadas por un experto en armas de Amnistía Internacional, muestran restos de municiones de racimo procedentes de ataques lanzados en los últimos 10 días, uno de ellos el 19 de noviembre.

En las imágenes se ven proyectiles con munición de racimo 3O8 de 240 mm, de fabricación soviética, que contienen hasta 10 submuniciones. Según la organización Landmine and Cluster Munition Monitor, estos proyectiles aparecieron por primera vez en Siria después de que Rusia empezara a lanzar ataques con misiles contra grupos antigubernamentales en septiembre de 2015.

Estas armas están prohibidas por más de un centenar de países a causa de su carácter indiscriminado y del enorme peligro que constituyen para la población civil.

“El gobierno sirio ha mostrado un cruel desprecio por la vida de cientos de miles de personas que viven en Guta oriental desde que comenzó su asedio a la zona a finales de 2012. Sin embargo, esta reciente escalada de los ataques —dirigida claramente contra personas e infraestructuras civiles usando municiones de racimo prohibidas internacionalmente — es atroz”, ha manifestado Philip Luther.

“Hay unos 400.000 civiles que luchan por sobrevivir bajo bombardeos diarios, a menudo un bombardeo cada hora, sin acceso a alimentos ni a atención médica.”

Los activistas dijeron a Amnistía Internacional que el gobierno sirio también había atacado zonas residenciales con cohetes improvisados y poco precisos, como por ejemplo los “cohetes elefante”, llamados así por el ruido característico que hacen al lanzarse.

Según el Centro de Documentación de Violaciones en Siria, grupo de observación local, 97 civiles murieron en ataques lanzados por tierra y aire por las fuerzas gubernamentales entre el 14 y el 26 de noviembre de 2017.

Amnistía Internacional entrevistó a dos personas que habían presenciado un ataque lanzado por fuerzas gubernamentales sirias con proyectiles de munición de racimo contra Al Quawtli, un barrio residencial densamente poblado cerca de la Gran Mezquita de Douma.

Mustafa, voluntario de defensa civil que lleva a cabo labores de rescate tras los ataques militares, presenció un ataque contra un concurrido mercado el 19 de noviembre. Contó a Amnistía Internacional:

“Oí el lanzamiento del cohete porque la base militar está cerca. Luego vi claramente cómo caían pequeñas bombas atadas a paracaídas, y 10 segundos después retumbaron una serie de explosiones. Después de eso, el bombardeo continuó, pero el sonido era diferente”.

“Fui al lugar del ataque y vi a personas heridas tendidas en el suelo: mujeres, niños, niñas y hombres. Varias murieron después a causa de sus heridas.”

Amnistía Internacional analizó cuatro vídeos publicados online en los que se veía lo que se afirmaba que eran explosiones de munición de racimo junto a la Gran Mezquita, y verificó que las imágenes de los paracaídas utilizados para transportar las submuniciones de los proyectiles con munición de racimo 3O8 de 240 mm utilizados en el ataque se habían tomado en Douma.

Muhammad, activista de medios de comunicación, presenció un ataque que alcanzó un edificio residencial. Recordó:

“Los misiles alcanzaron dos edificios residenciales alrededor de un mercado, que normalmente está muy concurrido, con comercios y niños jugando”.

“En el lugar del ataque vi al servicio de defensa civil retirando el cadáver de una niña de unos seis años. Se llamaba Ghina. Su familia sobrevivió, pero ella no. Estaba en uno de los edificios que resultaron alcanzados. Por fortuna, el avión no alcanzó el mercado, porque si no habría habido más muertes.”

Crisis humanitaria en aumento

Todos los niños y niñas que me llegan son esqueletos: huesos y piel.” – Hoda, médico en Guta oriental

Desde que el gobierno sirio capturó en febrero de 2017 las zonas de Al Qaboun y Barze, que hacen frontera con el barrio de Harasta, en Guta oriental, los túneles de contrabando que durante años garantizaron un suministro mínimo de comida, agua y materiales médicos para la población sitiada han sido cerrados.

A consecuencia de ello, la situación humanitaria en Guta oriental se ha deteriorado rápidamente, y los precios de los alimentos han aumentado de forma exponencial, mientras los hospitales se esfuerzan por tratar a los pacientes pese a la falta de materiales. El 3 de octubre de 2017, el gobierno sirio estrechó aún más el cerco al cerrar el único punto de entrada a Douma que quedaba: el control de Al Wafideen.

Muhammad, activista de medios de comunicación de Guta oriental, describió a Amnistía Internacional la manera en que el personal médico, sin suministros, lucha por atender adecuadamente a personas que sufren desnutrición o heridas. Contó:

“Quienes no están aquí piensan que exageramos, pero no lo hacemos. Apenas tenemos comida. Mi esposa y yo tuvimos que reducir a la mitad la cantidad de alimentos que comemos. Con los precios actuales, cuatro veces más altos que antes, es imposible comprar comida”.

Según el informe sobre seguridad alimentaria publicado el 22 de noviembre por la Organización Mundial de la Salud, a mediados de noviembre de 2017 un paquete de 700 gr de pan era 85 veces más caro en Guta oriental que en Damasco, a tan sólo 15 km de distancia.

Hoda, médico que trabaja en uno de los hospitales de campo de Guta oriental, describió a Amnistía Internacional la magnitud de la crisis de desnutrición:

“Los hospitales dependen ahora de los convoyes de ayuda humanitaria, a los que rara vez se les permite la entrada. El último convoy de ayuda humanitaria que entró en Kaferbatna [un barrio de Guta oriental] lo hizo hace un mes [en octubre]. Apenas llevaba suministros médicos. Necesitamos combustible, anestésicos, oxígeno, antibióticos […] Nos estamos quedando sin estos materiales”.

“Los niños y niñas son los que más sufren. Recibo muchos casos de desnutrición. Necesitan alimentos que les aporten energía y refuercen su sistema inmunológico, pero sus familias no pueden permitirse comprarles comida, así que terminan comiendo cebada, que es asequible, una vez al día. Así son las cosas.”

“No tenemos casos de muertes infantiles por desnutrición, pero todos los niños y niñas que me llegan son esqueletos: huesos y piel. Vi a un bebé de 10 meses que pesaba 800 gr. Todos los niños, sin excepción, están por debajo de su peso.”

En octubre, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, anunció que 232 niños y niñas de Guta oriental sufrían desnutrición aguda severa.

“Rusia, como parte en este conflicto, tiene una responsabilidad especial de garantizar que su aliado, el gobierno sirio, pone fin a este asedio ilegal y deja de cometer crímenes de guerra. Otros Estados deben utilizar su influencia para presionar a Siria con el fin de que permita la llegada sin trabas de ayuda humanitaria imparcial a la población civil sitiada en Guta oriental y en otros lugares de Siria”, ha manifestado Philip Luther.

INFORMACIÓN GENERAL

En agosto de 2015, Amnistía Internacional publicó un informe en el que documentaba el asedio ilegal a Guta oriental y los ataques contra bienes de carácter civil. En noviembre de 2017 hizo público un informe sobre desplazamientos en masa dentro de Siria, en el que expuso la estrategia gubernamental de asedios prolongados con el fin de obligar a la población local a desplazarse. Desde que comenzó la crisis, la organización ha venido documentando abusos y violaciones de derechos humanos cometidos por todas las partes enfrentadas en Siria.

Amnistía Internacional lleva años pidiendo a todos los Estados que detengan de inmediato el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de municiones de racimo, y que se sumen a la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008.