China debe investigar la muerte de veterano disidente

Las autoridades chinas deben iniciar una investigación exhaustiva e independiente sobre la muerte en el hospital de un ex preso de conciencia, ha manifestado Amnistía Internacional hoy, en medio de la indignación que ha suscitado el caso en la comunidad de activistas chinos.

Li Wangyang, que había sido excarcelado el año pasado, fue hallado muerto el miércoles en el hospital donde estaba ingresado, en la ciudad de Shaoyang, provincia de Hunan. Padecía múltiples problemas de salud desde su excarcelación.

En las últimas 24 horas, miles de personas han firmado una petición online organizada por un grupo de activistas que cuestionan la explicación de la muerte de Li ofrecida por las autoridades, quienes han afirmado que se suicidó ahorcándose. La familia y los amigos de Li también han puesto en duda la causa notificada de la muerte.

“Las autoridades chinas deben investigar exhaustivamente las circunstancias de la muerte de Li Wangyang y esclarecer si, como afirman su familia y amigos, no ha sido un suicidio”, ha señalado Donna Guest, directora adjunta de Amnistía Internacional para Asia y Oceanía.

“Li Wangyang era un defensor incansable de los derechos humanos, que había sufrido mucho a manos del gobierno. Su familia y amigos merecen conocer la verdadera causa de su muerte.”

El cadáver de Li apareció con una soga de algodón al cuello. Según sus familiares, tenía los pies tocando todavía el suelo cuando lo vieron.

La información disponible indica que la policía impidió a sus familiares y amigos tomar fotografías detalladas del cuerpo en el hospital. Se llevó el cadáver de allí y todavía lo tiene.

No se sabe si las autoridades permitirán practicar una autopsia completa.

Li era una destacada figura del movimiento obrero y llevaba 20 años sufriendo la persecución de las autoridades chinas.

En 1989 participó en el establecimiento de la Federación Autónoma de los Trabajadores de Shaoyang. Ese mismo año fue condenado a 13 años de prisión por su participación en el movimiento de 1989 en favor de la democracia.

Al parecer, fue golpeado brutalmente por los guardias de la prisión y recluido en régimen de aislamiento.

En junio de 1996 lo trasladaron a un hospital para que recibiera tratamiento, pero a los ocho meses lo llevaron de nuevo a prisión.

Quedó en libertad a principios de junio de 2000 debido a su mal estado de salud. Comenzó a solicitar una indemnización a las autoridades para sufragar el tratamiento médico, pero en mayo de 2001 fue detenido otra vez y se declaró en huelga de hambre.

Le impusieron 10 años de condena por “incitar a la subversión”, y quedó finalmente en libertad en mayo de 2011.

El 2 de junio de 2012, víspera del 23 aniversario de la represión militar del movimiento de 1989 en favor de la democracia, Li concedió una entrevista a medios de comunicación extranjeros en la que contó que la tortura que había sufrido le había dejado ciego y casi sordo. Dijo también que iba a seguir luchando por una China democrática.