Cada día en Paraguay, dos niñas de 14 años o menos se convierten en madres, destrozando las infancias y los proyectos de vida de cientos de niñas cada año. Necesitan políticas de eficacia probada pero las autoridades no toman acción. Exígeles que actúen ahora.
Paraguay tiene la tasa de fecundidad adolescente más alta de Sudamérica, con casi 20,000 embarazos registrados en adolescentes de entre 10 y 19 años cada año. Muchos de estos embarazos son consecuencia de abusos sexuales, y más del 80% de estos casos tienen lugar en entorno familiar.
Existe evidencia contundente de que la educación integral de la sexualidad (EIS) desempeña un papel fundamental en la prevención y la detección temprana de casos de abusos sexuales. Dota a las niñas de aptitudes para reconocer situaciones de abuso, y dar la alarma sobre ellas; al tiempo que transforma las desigualdades, estereotipos y discriminación de género que dan lugar a esas situaciones en primer lugar.
Sin embargo, el Ministerio de Educación ha prohibido la educación integral de la sexualidad en las escuelas, y además ha eliminado todas las referencias al “género” en los materiales de educación pública. Esto constituye un grave incumplimiento de la obligación de Paraguay de defender los derechos de las niñas a la salud, la educación y una vida sin violencia.