La semana pasada, soldados y policías israelíes irrumpieron en un hospital palestino en dos ocasiones aterrorizando a personal y pacientes y, en algunos casos, impidiendo que los médicos prestaran asistencia urgente a pacientes gravemente heridos; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional.
Las incursiones en el hospital de Al Makassed, en Jerusalén Oriental, se enmarcan en una escalada de las tensiones en Jerusalén y en toda Cisjordania en días recientes a raíz de la decisión del gobierno israelí de colocar detectores de metales y registrar a los fieles a la entrada de la mezquita de Al Aqsa tras el asesinato de dos policías israelíes en el lugar el 14 de julio. Al menos cuatro civiles palestinos han perdido la vida y más de 1.090 han resultado heridos a manos de las fuerzas militares y policiales de Israel en los últimos 10 días en las protestas palestinas generalizadas contra la decisión y los enfrentamientos subsiguientes.
“La conducta de las fuerzas israelíes que llevaron a cabo las violentas incursiones en el hospital de Al Makassed, acosando e intimidando al personal y a los pacientes, es absolutamente deplorable. No cabe justificación alguna para impedir que los trabajadores médicos atiendan a un paciente herido en estado crítico”, ha manifestado Magdalena Mughrabi, directora regional adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
Testigos presenciales en el hospital de Al Makassed describieron escenas de “caos absoluto” cuando soldados y policías israelíes armados irrumpieron en el lugar los días 17 y 21 de julio, al parecer buscando a pacientes heridos graves.
La conducta de las fuerzas israelíes que llevaron a cabo estas violentas incursiones en el hospital de Al Makassed, acosando e intimidando al personal y a los pacientes, es absolutamente deplorable.
Magdalena Mughrabi, directora regional adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África
Rafiq Husseini, director del hospital Al Makassed, contó a Amnistía Internacional que agentes de policía y soldados de la guardia fronteriza fuertemente armados asaltaron el hospital a última hora de la tarde del 17 de julio.
“Hostigaron a mi personal y a otros pacientes, y actuaron con agresividad […] No tenían ninguna base legal para actuar así, irrumpiendo en el hospital con ametralladoras y granadas paralizantes y aterrorizando al personal y otros pacientes”, dijo.
Según Bassam Abu Libdeh, director médico de Al Makassed, con el estallido de las protestas y los enfrentamientos posteriores había llegado al hospital un reguero de pacientes lesionados por inhalación de gas lacrimógeno, palizas o heridas de bala de goma. El doctor explicó que, el 17 de julio, unos soldados habían perseguido por todo el hospital, como “perros hambrientos persiguiendo a su presa”, a un joven de 19 años de Silwan con una arteria lesionada de un disparo en el muslo que sangraba profusamente.
“Llevaban armas largas y granadas paralizantes, e iban empujando y apartando a la gente con agresividad. Estuvieron buscando al joven herido, que había entrado en quirófano, hasta que algunos médicos intervinimos para detenerlos […] Otros empezaron entonces a recorrer el hospital y a hostigar a todo el que encontraban: personal, enfermeros, médicos y pacientes. En el hospital hay menores y gente anciana. Es inaceptable. […] ¿Por qué querían arrestar al muchacho? Se estaba desangrando y estaba muy grave; no podía ir a ninguna parte”, dijo.
Refiriéndose a la segunda incursión, el jefe de recepción del hospital, Talal al Sayed, que lleva 10 años trabajando allí, dijo que, con los años, el personal ha terminado acostumbrándose a las incursiones de las fuerzas israelíes, pero que lo sucedido el 21 de julio estaba “muy por encima de lo que había visto hasta ahora”. Contó que unos 200 soldados fuertemente armados habían rodeado el hospital y forzado su entrada en él, deteniendo a quienes encontraban a su paso y usando gas lacrimógeno. Perseguían a un joven con una grave lesión en el pecho cuyo estado era crítico y lo siguieron hasta las mismas puertas del quirófano.
“Invadieron todo el hospital […] Incluso entraron en la unidad neonatal […] ¿Qué iban a encontrar allí? Sólo consiguieron aterrorizar a los pacientes”, dijo, y describió cómo los soldados habían empujado y golpeado a un médico que intentaba atender al joven en el quirófano. El joven se llamaba Mohammad Abu Ghannam y murió a causa de las heridas sufridas durante la refriega.
Una de las enfermeras que estaba de guardia en aquel momento dijo: “No había pasado tanto miedo en toda mi vida. Lo único que recuerdo son fuertes ruidos, golpes y gritos. Fue un caos total […] Había sangre por todas partes, en el suelo, por las paredes…”
No había pasado tanto miedo en toda mi vida. Fue un caos total […] Había sangre por todas partes, en el suelo, por las paredes…
Enfermera en Al Makassed durante una de las incursiones en el hospital.
Estas incursiones en el hospital tuvieron lugar en un contexto de manifestaciones y violencia por todos los Territorios Palestinos Ocupados, con informes de uso excesivo de la fuerza por las fuerzas israelíes contra manifestantes palestinos. De los más de 1.000 palestinos heridos, 29 fueron alcanzados por munición real y 374 por balas de goma, 471 sufrieron lesiones por gas lacrimógeno y 216 presentaban contusiones, quemaduras o rotura de huesos a causa de palizas, según la Sociedad Palestina de la Media Luna Roja.
Muchas de las protestas en la ciudad vieja de Jerusalén comenzaron de manera pacífica, con oraciones colectivas en las calles que rodean el complejo de Al Aqsa, pero degeneraron en violencia cuando las fuerzas israelíes intentaron disolverlas usando gas lacrimógeno y balas de goma. Los manifestantes respondieron lanzando botellas de agua.
Sheikh Ekrima Said Sabri, imán de la mezquita de Al Aqsa y anterior muftí de Jerusalén, contó a Amnistía Internacional cómo los miembros de la policía israelí de fronteras habían empezado a atacar a una multitud pacífica el 18 de julio cerca de la Puerta de los Leones de la ciudad vieja de Jerusalén, dando empujones, patadas y golpes con porras a los manifestantes, y lo habían pisoteado. Fue auxiliado por un grupo de jóvenes que lo llevaron a la ambulancia para su traslado al hospital.
Los informes recibidos sobre uso excesivo de la fuerza y violencia de “ojo por ojo y diente por diente” entre israelíes y palestinos suscitan preocupación por una nueva escalada de los homicidios ilegítimos. Tres civiles israelíes fueron asesinados a puñaladas por un agresor palestino en un asentamiento israelí en la Cisjordania ocupada el 21 de julio. Posteriormente, Israel ha anunciado que piensa demoler la vivienda del agresor palestino.
“Los ataques contra civiles no están justificados en ningún caso. Pero no se puede hacer justicia respecto a estos ataques mediante el castigo colectivo de la población civil palestina”, ha afirmado Magdalena Mughrabi.
“Como potencia ocupante, Israel tiene la obligación de proteger a la población civil palestina y debe respetar su derecho de protesta pacífica. Debe asegurarse de que sus efectivos restringen el uso de la fuerza de conformidad con el derecho internacional.”