Cumbre Estados Unidos-China: El retroceso de los derechos humanos hará el mundo más peligroso

Cualquier ausencia de los derechos humanos de la agenda de la primera reunión entre el presidente Donald Trump y el presidente Xi Jinping, que se celebrará en Florida el jueves y el viernes, podría alentar a gobiernos de todo el mundo a impulsar políticas divisivas, tóxicas y deshumanizadoras, ha declarado hoy Amnistía Internacional.

La reunión se celebra cuando ambos presidentes están eliminando protecciones de los derechos humanos, con consecuencias para millones de personas en China, Estados Unidos y en todo el mundo.

Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.

“Como dos de los líderes más poderosos del mundo actual, lo que el presidente Trump y el presidente Xi dicen y hacen sobre los derechos humanos reverbera mucho más allá de sus respectivas fronteras. La reunión se celebra cuando ambos presidentes están eliminando protecciones de los derechos humanos, con consecuencias para millones de personas en China, Estados Unidos y en todo el mundo. Desde personas refugiadas devueltas en la frontera estadounidense hasta abogados y abogadas de derechos humanos encerrados en las cárceles chinas, las consecuencias de su desprecio hacia los derechos humanos son devastadoras”, ha afirmado Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.

“Los derechos humanos están bajo grave amenaza en todo el mundo, y sin un liderazgo audaz y basado en principios, vamos en una dirección muy peligrosa. El resto del mundo está observando: El presidente Trump y el presidente Xi deben poner los derechos humanos en el centro de la agenda de su reunión alejándose del abismo y reafirmando sus compromisos con sus obligaciones internacionales.”

El presidente Trump sigue traduciendo en actos sus odiosas y xenófobas promesas, por ejemplo, al persistir en sus intentos de impedir que las personas que huyen del conflicto y la persecución de países destrozados por la guerra como Siria busquen un lugar seguro en Estados Unidos.

El 1 de abril, Estados Unidos asumió la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU con promesas de dar prioridad a los derechos humanos, justo después de que el gobierno de Trump retirase las condiciones relativas a estos derechos para las ventas de aviones de combate F-16 a Bahréin, a pesar de la participación de este país en una coalición dirigida por Arabia Saudí que ha bombardeado a miles de civiles en Yemen.

“Muchos gobiernos seguirán el ejemplo del gobierno de Trump y el mensaje hasta ahora es que el presidente Trump está dispuesto a cerrar los ojos ante violaciones graves de derechos humanos”, ha declarado Margaret Huang, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Estados Unidos.

Estados Unidos también se ha abstenido de condenar la creciente persecución en China de abogados y abogadas de derechos humanos, negándose a firmar una carta en la que Reino Unido, Alemania y Canadá, junto con ocho países más, instaban a China a que investigase las denuncias de tortura.

La represión del presidente Xi

Los cinco años en el poder del presidente Xi se vienen caracterizando por una arrolladora represión de detractores del gobierno, periodistas y activistas. Muchos reciben duras condenas de prisión en juicios injustos, como Ilham Tohti, destacado detractor de las políticas del gobierno chino hacia las minorías étnicas, que fue condenado a cadena perpetua en 2014 por el cargo infundado de “separatismo”.

La presión internacional sobre China es vital, y Estados Unidos no debe eludir hacer estas críticas.

Margaret Huang, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Estados Unidos

Desde 2015, el gobierno chino ha promulgado una serie de leyes de redacción imprecisa con el pretexto de la seguridad nacional. Estas leyes se están usando para silenciar la disidencia y reprimir a activistas, mediante cargos de índole política como el de “subversión”.

La ley antiterrorista aprobada en 2015 no contiene prácticamente ninguna salvaguardia que impida que quienes practiquen pacíficamente su religión o critiquen las políticas del gobierno sean enjuiciados por cargos generales de terrorismo.

“Es una época oscura para los derechos humanos en China. Las autoridades están usando nuevas leyes de seguridad nacional de gran alcance para sofocar a la sociedad civil y perseguir a cada vez más detractores pacíficos, mostrando un desprecio total hacia el derecho internacional de los derechos humanos”, ha afirmado Salil Shetty.

“La presión internacional sobre China es vital, y Estados Unidos no debe eludir hacer estas críticas”, ha dicho Margaret Huang.

Parálisis en el Consejo de seguridad de la ONU

El Consejo de Seguridad de la ONU sigue estando paralizado por la rivalidad entre los Estados miembros permanentes, incluidos Estados Unidos y China. El gobierno chino ha recurrido a su poder de veto en la ONU para impedir que se impongan sanciones a los responsables de atrocidades masivas en Siria.

Mientras tanto, Estados Unidos sigue aparentemente dispuesto a proteger a Israel del escrutinio por sus graves violaciones de derechos humanos, y ha vetado resoluciones encaminadas a hacer que Israel rinda cuentas de las muertes de civiles en Gaza y de la actividad de los asentamientos en los Territorios Palestinos Ocupados.

Cuando el presidente Xi se dirigió al Foro Económico Mundial en Davos este año, instó a los gobiernos a “mantener la autoridad y eficacia de las instituciones multilaterales”, pero el propio gobierno chino sigue resistiéndose a las investigaciones de órganos de derechos humanos de la ONU pese a sus recientes promesas de cooperar.

Amnistía Internacional insta a Estados Unidos y a China, y a los otros tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU a que no utilicen su poder de veto en casos en los que se estén cometiendo atrocidades.

“Cuando un estrecho interés nacional usurpa los derechos humanos, lo que está en juego son principios básicos: desde la rendición de cuentas por atrocidades masivas hasta el derecho de asilo. Si dos de los líderes más poderosos del mundo siguen marginando los derechos humanos, esto producirá un devastador efecto dominó, poniendo en peligro protecciones establecidas de estos derechos, y desembocará en nuevas crisis”, ha concluido Salil Shetty.