Nepal: Dos años después, el gobierno sigue fallando a los supervivientes marginados del terremoto

Hoy, cuando se cumplen dos años desde que un gran terremoto sacudió Nepal, destruyó más de medio millón de hogares y causó daños en otro cuarto de millón más, el gobierno sigue fallando a los supervivientes marginados, y al hacerlo infringe tanto la Constitución como el derecho internacional de los derechos humanos. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe.

Azotadas por las lluvias durante dos temporadas de monzón, y tiritando de frío durante dos inviernos, miles de personas que sobrevivieron al terremoto se ven obligadas, a causa de los retrasos en la reconstrucción y la manera en que ésta se está llevando a cabo, a consumirse en refugios temporales fabricados principalmente con planchas de zinc y lonas, tras haberse roto la promesa de que sus casas serían reconstruidas.

Decenas de miles de personas, cuyas casas destruidas se levantaban en tierras que no les pertenecían, se han visto excluidas del programa de reconstrucción. Para recibir una subvención gubernamental para la reconstrucción, los supervivientes del terremoto deben mostrar documentos de propiedad de la tierra. Al no poder demostrar que son propietarios de la tierra en la que vivían cuando les azotó el terremoto, o al no conseguir que sus arrendadores reconozcan formalmente su residencia, a estas personas se les ha negado la ayuda para reconstruir sus casas.

Los programas de reconstrucción del gobierno nepalí han fallado a los supervivientes más desfavorecidos del terremoto.

Aura Freeman, responsable de campañas de Amnistía Internacional sobre Nepal

El informe, “Building Inequality”: The Failure of the Nepali government to Protect the Marginalised in Post-Earthquake Reconstruction Efforts, se basa en la investigación llevada a cabo durante más de un año y en dos amplias visitas sobre el terreno al distrito de Dolakha, una de las zonas más afectadas por el terremoto. El equipo entrevistó a más de 250 supervivientes, autoridades gubernamentales, agencias de donantes y ONG que trabajan en las zonas afectadas.

“Los programas de reconstrucción del gobierno nepalí han fallado a los supervivientes más desfavorecidos del terremoto. Al hacer caso omiso de las históricas relaciones informales que estas comunidades tienen con la tierra en Nepal, el gobierno ha reforzado su marginación mediante un programa de reconstrucción que niega a las personas sin tierras su derecho a una vivienda adecuada”, ha manifestado Aura Freeman, responsable de campañas de Amnistía Internacional sobre Nepal.

La Constitución nepalí de 2015 deja claras las obligaciones del gobierno. Su artículo 27 dice: “1) Todo ciudadano tendrá derecho a una vivienda adecuada”. En virtud del derecho internacional de los derechos humanos, que Nepal debe cumplir, el gobierno nepalí debe garantizar el derecho a una vivienda adecuada para todas las personas, otorgando consideración prioritaria a los grupos desfavorecidos. El informe de Amnistía Internacional expone con detalle cómo el gobierno nepalí está incumpliendo estas obligaciones.

Según la Autoridad de Reconstrucción Nacional, que dirige el programa de reconstrucción gubernamental, muchas de las personas que se quedaron sin hogar a causa del terremoto aún no han recibido ni siquiera la primera tanda de la subvención prometida de 300.000 rupias. Las medidas tardías y limitadas que el gobierno ha adoptado, incluidas las iniciativas de registrar tierras para las personas que no las poseen, aún no han aliviado la terrible situación de las personas más desfavorecidas.

Al negárseles una vivienda adecuada, los supervivientes del terremoto han adquirido problemas adicionales durante los dos últimos años, entre ellos fuertes deudas. Además, tal como ha confirmado un hospital local, vivir en refugios informales ha puesto a la gente en peligro de sufrir graves consecuencias para su salud, como por ejemplo enfermedades respiratorias o mordeduras de serpiente.

El informe cuenta la historia de Maiti Thami, mujer de 36 años perteneciente a uno de los grupos indígenas más marginados de Nepal. “La lluvia entra por las chapas de metal ondulado, y del suelo [de barro], al mojarse, sube frío”. Reducida a vivir en un refugio temporal, la familia de Maiti ha sufrido numerosas enfermedades, entre ellas toses y fiebres.

La política de reconstrucción del gobierno no ha tenido en cuenta las circunstancias particulares en las que vivían las comunidades marginadas afectadas por el terremoto. Además de demostrar la propiedad de la tierra, a estas personas se les pide que demuestren que vivían como hogares separados, cada familia en su propia casa. No se ha reconocido el hecho de que muchas familias en Nepal viven bajo un techo común pero en múltiples hogares separados con su propia cocina, y esa falta de reconocimiento ha provocado que estas personas no hayan recibido ayuda.

Otros problemas adicionales se derivan de los sistemas gubernamentales de distribución de las subvenciones y de la designación de “representante”. Para recoger su subvención, la gente —incluidas personas ancianas o con discapacidad y mujeres cuyos esposos trabajan como migrantes en el extranjero— tiene que recorrer grandes distancias para recibir su dinero en los centros de distribución bancaria. Esto se debe a que se asignan bancos para entregar las subvenciones sin tener en cuenta la ubicación de sus sucursales y, por tanto, la distancia hasta los poblados.

Además, el sistema de representantes vigente, según el cual una persona designada puede recoger el dinero de la subvención en nombre de otra, se está implementando de forma deficiente, y deja a los más desfavorecidos al final de la cola.

El programa de reconstrucción de Nepal favorece inevitablemente a los ricos.

Aura Freeman, responsable de campañas de Amnistía Internacional sobre Nepal

El informe de Amnistía Internacional expone con detalle la manera en que los fondos prometidos tampoco han tenido en cuenta los crecientes costes de construcción en Nepal. Desde el terremoto, el precio de la piedra y de la mano de obra se ha duplicado. Ante la escasez, el precio de la arena se ha triplicado. Además, los supervivientes que viven en zonas remotas tienen que pagar los costes del transporte de los materiales que no están disponibles en las cercanías.

El fallido proceso de reconstrucción también ha supuesto erróneamente que estas comunidades pueden obtener préstamos para ayudar a la reconstrucción de sus casas.

“El programa de reconstrucción de Nepal favorece inevitablemente a los ricos. Beneficia a quienes pueden demostrar que poseían sus tierras, que vivían en un hogar único, en áreas bien asentadas, y que, con la presencia de los principales generadores de ingresos, disponen de medios para pedir prestado y pueden hacer frente a los crecientes costes de construcción”, ha manifestado Aura Freeman.

“Esto ha echado una carga desproporcionada precisamente sobre las comunidades que más necesitan la ayuda del gobierno, a las que se ha situado al final de la cola, o se ha abandonado por completo.”

El informe de Amnistía Internacional formula una serie de recomendaciones que la organización pide al gobierno de Nepal que adopte de inmediato.

  • El programa de reconstrucción debe dar prioridad a los grupos más desfavorecidos, incluidas las personas sin tierras.
  • Toda persona que haya perdido su hogar debe ser reconocida como persona con derecho a recibir ayuda, independientemente de su relación con la tierra sobre la que se alzara su casa.
  • Deben proporcionarse las máximas subvenciones a las comunidades que tienen que soportar costes adicionales, como el creciente coste de construcción y el transporte de materiales.
  • Deben implementarse de manera efectiva las políticas para garantizar que las personas sin tierra y aquellas pertenecientes a familias en las que múltiples hogares vivían bajo un mismo techo y cuyas casas quedaron destruidas reciben subvenciones en metálico una vez que sus reclamaciones sean verificadas por funcionarios gubernamentales y mediante testimonios de vecinos y personas de sus comunidades.
  • Debe aclararse y aplicarse sin demora un sistema efectivo de representantes.
    Deben establecerse en el ámbito local oficinas de bancos sin sucursal y campamentos especiales para entregar subvenciones en efectivo a las poblaciones marginadas.
  • También debe proporcionarse acceso a préstamos fácilmente accesibles, sin intereses o con intereses bajos, a los grupos más desfavorecidos, para ayudarles a soportar los costes de la reconstrucción.

“El país se enfrenta a unas tareas enormes, reconocidas en su política de ‘reconstruir mejor’. Las recomendaciones que formulamos señalan un camino diferente de la equivocada política para proporcionar un hogar a todas las personas. Los supervivientes más desfavorecidos del terremoto de Nepal no deberían tener que soportar otra temporada de monzones sin un techo sobre sus cabezas”, ha manifestado Aura Freeman.