“En Madaya se ven esqueletos andantes”: Desgarradores relatos de la vida bajo asedio en Siria

Nuevos testimonios de personas que viven dentro de poblaciones asediadas de Siria recopilados por Amnistía Internacional, en los que se describe su lucha desesperada por alimentarse durante los meses de invierno, ponen de relieve la urgente necesidad de permitir el acceso humanitario sin trabas a todos los civiles que lo necesiten y de levantar todos los asedios impuestos a la población civil en todo el país.

La organización ha hablado con residentes de la ciudad asediada de Madaya, en la gobernación de Damasco Rural, y ha reunido relatos recientes sobre las condiciones en Al Fouaa y Kefraya, en la gobernación de Idleb Rural. Residentes hambrientos describieron cómo las familias sobreviven con poco más que hojas recolectadas y agua hervida. Está previsto que las poblaciones reciban de nuevo ayuda humanitaria tras un acuerdo en el que participa el gobierno sirio, alcanzado el 7 de enero de 2016.

“Estos relatos aterradores de hambre sólo representan la punta del iceberg. La población siria sufre y muere en todo el país porque tanto el gobierno sirio como los grupos armados utilizan el hambre como arma de guerra. Al seguir imponiendo asedios a zonas civiles y permitir la entrada de ayuda humanitaria sólo de manera esporádica y caprichosa, están avivando una crisis humanitaria y jugando con las vidas de cientos de miles de personas”, ha afirmado Philip Luther, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

“Utilizar el hambre de la población civil como método de guerra es un crimen de guerra. Todas las partes que asedian zonas civiles –el gobierno y los grupos armados no estatales– deben dejar de obstaculizar la entrada de suministros de socorro y permitir el acceso inmediato y sin restricciones de la ayuda humanitaria.”

Tanto el gobierno sirio como los grupos armados utilizan el hambre como arma de guerra. Al seguir imponiendo asedios a zonas civiles y permitir la entrada de ayuda humanitaria sólo de manera esporádica y caprichosa, están avivando una crisis humanitaria y jugando con las vidas de cientos de miles de personas.

Philip Luther, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional

La ONU calcula que unas 400.000 personas sobreviven sin acceso a una ayuda de la que dependen vidas en 15 lugares asediados de Siria.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha adoptado dos resoluciones en las que se insta a todas las partes en el conflicto a levantar todos los asedios y permitir el acceso humanitario. Hasta ahora, todas las partes han incumplido estas resoluciones para aliviar el sufrimiento de la población civil de Siria.

TESTIMONIOS:

Madaya y Boukein

Las ciudades colindantes de Madaya y Boukein, al oeste de Damasco, sufren el asedio de las fuerzas gubernamentales sirias desde julio de 2015. Se cree que unas 40.000 personas están atrapadas en las dos poblaciones, sin suministro de electricidad ni agua.

La última vez que se hizo entrega de ayuda en la zona fue en octubre de 2015,  una ayuda que se ha agotado. Un alto el fuego acordado en septiembre de 2015 pretendía garantizar el acceso sin trabas de la ayuda y la evacuación de los civiles heridos, pero no se ha aplicado.

Las familias no disponen de suministros alimentarios básicos. Algunos suministros siguen llegando a través de las líneas de asedio, pero a precios desorbitados. Las familias han recurrido a buscar en los bosques circundantes, donde corren el riesgo de ser alcanzados por los disparos de francotiradores o por las explosiones de minas.

Mohammad, residente de Madaya
Entrevistado el 7 de enero de 2016

Cada día me despierto y comienzo a buscar comida. He perdido mucho peso, parezco un esqueleto cubierto sólo por la piel. Cada día, siento que me desmayaré y no volveré a despertar. […] Tengo esposa y tres hijos. Comemos una vez cada dos días para asegurarnos de que lo que compramos no se acaba. Los demás días, tomamos agua y sal, y a veces las hojas de los árboles. A veces algunas organizaciones distribuyen alimentos que han comprado a proveedores, pero no pueden cubrir las necesidades de toda la gente.

En Madaya se ven esqueletos andantes. Los niños están siempre llorando. Hay muchas personas con enfermedades crónicas. Algunos me han dicho que van todos los días a los puestos de control y piden salir, pero el gobierno no se lo permite. Sólo tenemos un hospital de campaña, una sola sala, pero no hay equipos ni suministros médicos.

En Madaya se ven esqueletos andantes. Los niños no paran de llorar.

Mohammad, residente de Madaya

Um Sultan, residente de Madaya
Entrevistada el 7 de enero de 2016

El asedio se volvió cada vez más duro a medida que se agotaban los alimentos. Cada día oigo que alguien está enfermo y no puede levantarse de la cama. Mi esposo es ahora uno de ellos. No puede levantarse de la cama, y cuando lo hace se desmaya. No lo reconozco ya, no es más que piel y huesos. He pedido ayuda para alimentos pero nadie puede ayudar, todos sufrimos el mismo desastre. Las mujeres no dejan de protestar. Vamos a los puestos de control y rogamos a las fuerzas de seguridad sirias que nos dejen salir, o al menos que permitan la entrada de alimentos. Nos han dicho que “el asedio de Kefraya y Al Fouaa significa el asedio de Madaya”. Tengo tres hijos y no puedo permitirme comprar alimentos para ellos. Un kilo de arroz o de azúcar cuesta unas 100.000 libras sirias (equivalentes a unos 450 dólares estadounidenses). ¿Quién puede permitírselo?

Louay, residente de Madaya
Entrevistado el 7 de enero de 2016

La última vez que tomé una comida como es debido fue hace al menos un mes y medio. Ahora como sobre todo agua con hojas. El invierno está aquí y los árboles no tienen ya hojas, así que no sé muy bien cómo sobreviviremos. Si tienes dinero, puedes comprar comida. Pero la gente también ha comenzado a quedarse sin dinero porque los alimentos son muy caros. A mí se me acabó el dinero hace unas semanas, y ahora dependo de la ayuda humanitaria, que no cubre las necesidades de toda la población.

La última vez que tomé una comida como es debido fue hace al menos un mes y medio. Ahora como sobre todo agua con hojas.

Louay, residente de Madaya

Al Fouaa y Kefraya

Las poblaciones de Al Fouaa y Kefraya, al nordeste de la ciudad de Idleb, están totalmente cercadas por el grupo armado Jaysh al Fateh desde marzo de 2015. Al parecer, viven en ellas unas 30.000 personas. Estas poblaciones han sufrido intensos bombardeos. También se les ha cortado el suministro de electricidad, agua y alimentos. Un alto el fuego acordado en septiembre de 2015 no se ha aplicado plenamente.

Mazen, residente de Al FouaaEntrevistado el 7 de enero de 2016

No hay electricidad en ninguna de las dos poblaciones, y tampoco hay agua desde marzo de 2015. Tenemos una cantidad limitada de alimentos, y no tenemos verduras ni harina, por lo que no hay pan. No tenemos azúcar ni arroz. Algunas personas viven de los alimentos que guardaron para emergencias, o de los productos que se pueden preparar sin agua, o a veces de los suministros que ha lanzado desde el aire el gobierno sirio.

Hace tres meses, Jaysh al Fateh ejecutó a dos hombres a los que sorprendió introduciendo clandestinamente alimentos en las poblaciones. Sus mezquitas en las localidades cercanas anunciaron la ejecución, y advirtieron que correría la misma suerte todo aquel que intentase introducir incluso un solo pan.

Los grupos armados bombardearon el principal depósito de agua hace unos meses, así que no nos queda agua. No hemos recibido combustible alguno de la ONU, por lo que utilizamos madera para calentarnos.

Fadi, residente de Al Fouaa
Entrevistado el 7 de enero de 2016

Hace sólo dos semanas, los grupos armados permitieron que la Media Luna Roja evacuara a 336 civiles y personas heridas. La evacuación debería haber tenido lugar hace meses, como parte del acuerdo de alto el fuego. No tenemos alimentos. A mí personalmente no me queda comida. He consumido todas las reservas de alimentos que mi familia y yo teníamos.

Ahora esperamos que llegue la ayuda pero no será suficiente. No pueden pasar meses entre dos entregas de ayuda. La gente no puede sobrevivir. Además, las personas que padecen enfermedades crónicas son las que más sufren. No tenemos acceso a medicinas, y muchas de estas personas no están incluidas en la lista de las que han de ser evacuadas.

FIN