Decenas de miles de niños y niñas han sido privados arbitrariamente de su libertad y expuestos a condiciones inhumanas en las que su vida corre peligro en Al Hol, un extenso campo en el nordeste de Siria en el que su futuro está teñido de una incertidumbre atroz mientras los gobiernos continúan mostrando una vergonzosa falta de voluntad para repatriarlos, ha manifestado hoy Amnistía Internacional.
Durante las dos décadas pasadas, los niños y niñas que viven en el campo de Al Hol no han tenido acceso adecuado a alimentos, agua potable y servicios esenciales como la atención de la salud y la educación. La Administración Autónoma kurda siria, que controla el campo, ha venido deteniendo arbitrariamente a niños de doce años, separando a niños y niñas de dos años de quienes los cuidan y restringiendo el acceso a la asistencia médica. El aumento del trabajo infantil, la violencia y los asesinatos ha tenido consecuencias graves en el crecimiento y el desarrollo de la población infantil.
“Decenas de miles de niños y niñas de Siria, Irak y más de 60 países más han sido abandonados a la miseria, el trauma y la muerte simplemente porque sus gobiernos se niegan a asumir su responsabilidad y llevar a esos menores de regreso a un entorno seguro y protegido”, manifestó Diana Semaan, investigadora de Amnistía Internacional sobre Siria.”
“Los gobiernos deben dejar de incumplir sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos y proteger los derechos de estos niños y niñas a la vida, la supervivencia y el desarrollo, y repatriarlos con carácter urgente. Además, la Administración Autónoma debe diseñar un mecanismo claro de retorno para los niños y niñas sirios, sus madres o, en su defecto, las personas responsables de su cuidado.”
Los gobiernos deben dejar de incumplir sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos y proteger los derechos de estos niños y niñas a la vida, la supervivencia y el desarrollo, y repatriarlos con carácter urgente.
Diana Semaan, Amnistía Internacional
Amnistía Internacional entrevistó a 10 personas conocedoras de la situación en los campos, incluidos ocho testigos, que describieron las condiciones precarias de Al Hol, así como los abusos de la Administración Autónoma, que dirige el campo y mantiene el control efectivo sobre el nordeste de Siria.
Desde el fin en 2019 del conflicto con el grupo armado Estado Islámico en Siria, alrededor de 60.000 personas sirias, iraquíes y nacionales de terceros países, en su mayoría mujeres y niños y niñas, han sido recluidas en el campo de Al Hol sin acceso al debido proceso, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. El campo alberga a personas con distintos grados de afiliación al Estado Islámico, pero también a miles sin relación alguna con el grupo que acudieron al campo huyendo del conflicto.
Los niños y niñas son estigmatizados, detenidos y separados de su familia
El campo de Al Hol está controlado por la Asayish, las fuerzas policiales de la Administración Autónoma. La principal sección del campo alberga a la población siria e iraquí, mientras que la zona del campo conocida como el anexo —separada del campo principal por un puesto de control— alberga a todas las mujeres y niños y niñas de terceros países (distintos de Irak). Los niños y niñas del anexo están sometidos a distintas formas de separación forzada de las personas que los tienen a su cuidado.
El año pasado, la Asayish detuvo arbitrariamente a niños de tan solo 12 años en el anexo, separándolos de sus madres y personas responsables de su cuidado, únicamente por sospechar una posible “radicalización” futura y sin prueba alguna de que hubieran cometido actos delictivos. Además, la Asayish transfiere a los niños a centros de detención que describe como “centros de rehabilitación”. En estos centros, situados fuera del campo de Al Hol, no hay acceso adecuado a alimentos, agua ni asistencia sanitaria, y enfermedades como la tuberculosis y la sarna son generalizadas.
En el Anexo se separa por la fuerza de sus madres o personas cuidadoras a niños y niñas de tan solo dos años para llevarlos al hospital. Cuando los menores necesitan acceder a servicios de asistencia sanitaria fuera del campo, las organizaciones humanitarias ofrecen un dilatado proceso de derivación. Los menores son escoltados hasta los servicios de salud por efectivos de seguridad armados que se niegan a permitir que las madres o las personas responsables de su cuidado los acompañen y que luego no tratan el caso directamente con ellas, por lo que éstas no reciben información sobre el estado de salud de sus hijos e hijas.
La Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño dispone que ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente y que la detención de un niño se utilice tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que proceda.
“La Administración Autónoma debe dejar en libertad de forma inmediata a todos los niños que han sido detenidos arbitrariamente y cesar en la práctica de separarlos de la familia, y reunir con su familia lo antes posible a cualquier menor que continúe separado de sus progenitores o tutores”, dijo Diana Semaan.
Restricción de la circulación, limitación del sustento
Las graves restricciones de la circulación impuestas por la Administración Autónoma constituyen privación de libertad en la práctica. Según las personas a las que entrevistó Amnistía Internacional, las mujeres y los niños y niñas no pueden salir del campo sin una autorización previa de la Asayish, que rara vez se otorga.
Para acceder al área de servicios del Anexo, donde las organizaciones humanitarias proporcionan atención de la salud y otros servicios esenciales, las mujeres y los menores del Anexo deben obtener la autorización de la Asayish y pasar por un puesto de control gestionado por ella. En el puesto de control, deben dejarse fotografiar a rostro descubierto, lo que significa que las mujeres que llevan el rostro cubierto están obligadas a descubrirse. Este proceso se repite en cada visita a la zona de servicio y ha disuadido a las mujeres de buscar atención médica para ellas mismas y para sus hijos e hijas, lo que a veces da lugar a problemas de salud graves, como infecciones prolongadas y graves daños para la salud ocular y dental.
Los hombres y las mujeres tienen acceso limitado a oportunidades de empleo. La Administración Autónoma permitió brevemente a las organizaciones humanitarias emplear a hombres y mujeres del campo principal de Al Hol, pero recientemente suspendió la decisión por motivos que no están claros.
La falta de oportunidades de sustento para los adultos, unida al acceso insuficiente a la educación y a espacios seguros para los menores han provocado un aumento del trabajo infantil. Un informe reciente de Save the Children concluyó que sólo un 40% de la población de entre tres y 17 años del campo de Al Hol recibía educación. Durante los confinamientos por la COVID-19, los niños y niñas del campo no pudieron proseguir su educación porque los centros de enseñanza del campo cerraron y la falta de conexión a Internet y de teléfonos móviles impedía el aprendizaje en línea.
Un presente desalentador, un futuro sombrío
La inacción de la Administración Autónoma a la hora de elaborar y aplicar un plan de seguridad transparente y consecuente en el campo ha hecho que, en medio de la violencia generalizada, se instale un clima de miedo y temor, según las personas entrevistadas. Un informe de Save the Children subraya la elevada cifra de asesinatos perpetrados en el campo, que en lo que va de año asciende a 79 e incluye la muerte a tiros de tres menores, y la de otros 14 niños y niñas por diversos incidentes, como incendios.
“Estas condiciones deplorables han tenido importantes consecuencias para la salud mental, ya afectada, de los niños y niñas. Los donantes deben garantizar que las organizaciones humanitarias disponen de los fondos necesarios para proporcionar apoyo psicosocial a los niños y niñas de Al Hol y de otros campos del nordeste de Siria”, manifestó Diana Semaan.”
Barreras al retorno
Aunque a algunas personas sirias se les da permiso para abandonar el campo de forma permanente, su retorno al hogar se ve obstaculizado por diversos factores, entre ellos el temor a regresar a zonas controladas por el gobierno sirio; la separación de familias a consecuencia del rechazo de la Administración Autónoma de las solicitudes de retorno de algunas personas; la reticencia de las mujeres a regresar sin sus familiares varones, que están o detenidos o desaparecidos; y los elevados costes del transporte.
Debido a la falta de financiación, las organizaciones humanitarias que trabajan en el nordeste de Siria no pueden proporcionar servicios de protección a los niños y niñas sirios que abandonan el campo de Al Hol, lo que a menudo los deja expuestos al riesgo de tráfico de menores, matrimonio a edad temprana o reclutamiento por fuerzas armadas.
En el caso de los menores iraquíes y de terceros países, la repatriación es la única posibilidad de abandonar el campo. En 2021, Iraq inició lentamente un proceso de repatriación. No obstante, la mayoría de los otros Estados se han mostrado reticentes a comprometerse plenamente con la repatriación de todos los menores.