Libia: Las terribles violaciones de derechos humanos bajo custodia ponen de relieve el vergonzoso papel de Europa en las devoluciones

Los nuevos indicios de estremecedoras violaciones de derechos humanos —incluida violencia sexual— contra hombres, mujeres, niños y niñas interceptados al cruzar el Mediterráneo y devueltos a centros de detención en Libia ponen de relieve las horribles consecuencias de la actual cooperación de Europa con Libia en materia de control migratorio y fronterizo, ha declarado Amnistía Internacional en un informe publicado hoy.

“Nadie va a venir a buscarte”: Devoluciones desde el mar a centros de detención abusivos en Libia documenta cómo, en la primera mitad de 2021, a pesar de las reiteradas promesas de abordarlas, no han disminuido un ápice las violaciones de derechos humanos que se llevan cometiendo durante más de un decenio contra las personas refugiadas y migrantes recluidas en los centros de detención libios.

Asimismo, el informe concluye que, desde finales de 2020, el Departamento de Lucha contra la Migración Irregular (DCIM) de Libia, dependiente del Ministerio del Interior, ha legitimado los abusos integrando en su estructura dos nuevos centros de detención en los que en años anteriores las milicias han sometido a desaparición forzada a cientos de personas refugiadas y migrantes. Algunas personas sobrevivientes han afirmado que, en un centro recientemente rebautizado, los guardias violaban a las mujeres y las sometían a violencia sexual, por ejemplo, coaccionándolas para que mantuvieran relaciones sexuales con ellos a cambio de alimentos o de su libertad.

Este sobrecogedor informe arroja nueva luz sobre el sufrimiento de las personas interceptadas en el mar y devueltas a Libia, donde son introducidas inmediatamente en el sistema de detención arbitraria y sometidas de manera sistemática a tortura, violencia sexual, trabajo forzoso y otros tipos de explotación con total impunidad. Mientras tanto, las autoridades libias han premiado con puestos importantes y ascensos a rangos más altos a personas sobre las que pesa una sospecha razonable de haber cometido dichas violaciones de derechos humanos, lo que implica que es posible que veamos cómo se reproducen los mismos horrores una y otra vez.

Diana Eltahawy, directora adjunta para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional

“El informe también hace hincapié en la actual complicidad de los Estados europeos que vergonzosamente han seguido permitiendo y apoyando la captura de personas en el mar por parte de los guardacostas libios y su devolución al infierno de la detención en Libia, pese a ser plenamente conscientes de los horrores que padecerán.”

Amnistía Internacional pide a los Estados europeos que suspendan la cooperación con Libia en materia de control migratorio y fronterizo. Esta semana, el Parlamento de Italia debatirá la continuación de la prestación de apoyo militar y recursos a los guardacostas libios.

El informe detalla las experiencias de 53 personas refugiadas y migrantes anteriormente detenidas en centros que en teoría están bajo el control del DCIM, 49 de las cuales fueron recluidas directamente tras haber sido interceptadas en el mar.

Las autoridades libias han prometido cerrar los centros del DCIM donde abundan los abusos, pero en los centros abiertos o reabiertos recientemente se han reproducido patrones similares de violaciones de derechos humanos. Un ejemplo de la impunidad arraigada es que hay lugares no oficiales de cautiverio gestionados originalmente por milicias no afiliadas al DCIM que han sido legitimados e integrados en él. En 2020, cientos de personas desembarcadas en Libia fueron objeto de desaparición forzada en un lugar de detención no oficial controlado en ese momento por una milicia. Desde entonces, las autoridades libias han integrado el lugar detención en el DCIM, lo han bautizado como Centro de Reunión y Devolución de Trípoli, conocido coloquialmente como Al-Mabani, y han puesto al mando al exdirector y otros miembros del personal del ahora cerrado centro de Tajoura del DCIM. El cierre de del centro de Tajoura, tristemente famoso por la tortura y otros malos tratos que allí se infligían, se ordenó en agosto de 2019, un mes después de los ataques aéreos que causaron la muerte de al menos 53 personas detenidas.

Abusos persistentes en los centros de detención libios

Durante la primera mitad de 2021, más de 7.000 personas interceptadas en el mar fueron devueltas a Al-Mabani. Personas detenidas allí contaron a Amnistía Internacional que sufrían tortura y otros malos tratos, condiciones de reclusión crueles e inhumanas, extorsión y trabajo forzoso. Algunas también denunciaron haber sido objeto de registros corporales sin ropa invasivos, humillantes y violentos.

El centro de Shara’ al-Zawiya, en Trípoli, también es un centro anteriormente gestionado por milicias no afiliadas que recientemente se integró en el DCIM y asignado a personas en situación de vulnerabilidad. Personas que habían estado detenidas allí dijeron que los guardias violaban a las mujeres y que a algunas se las coaccionaba para mantener relaciones sexuales a cambio de su liberación o de elementos esenciales, como agua potable. “Grace” afirmó haber sufrido una brutal paliza por negarse a aceptar esa exigencia: “Dije que no […]. [El guardia] utilizó una pistola para golpearme. Me propinó una patada […] en la cintura con calzado militar de piel […].”

Dos mujeres jóvenes intentaron suicidarse a raíz de esos abusos.

Tres mujeres también dijeron que, tras un intento de realizar la travesía por mar, dos bebés recluidos con sus madres habían muerto bajo custodia a principios de 2021 después de que los guardias se negaran a trasladarlos a un hospital para que recibieran tratamiento esencial.

El informe de Amnistía Internacional documenta patrones similares de violaciones de derechos humanos, entre las que figuran palizas brutales, violencia sexual, extorsión, trabajo forzoso, y condiciones inhumanas en siete centros del DCIM en Libia. En el centro de Abu Issa, en la ciudad de al-Zawiya, personas detenidas denunciaron haber sido privadas de alimentos nutritivos hasta el punto de pasar hambre.

En Al-Mabani y en otros dos centros del DCIM, Amnistía documentó el uso ilegítimo de fuerza letal cuando los guardias y otros hombres armados dispararon contra personas detenidas, causando muertos y heridos.

Toda la red de centros libios de detención de migrantes está podrida hasta la médula y tiene que ser desmantelada. Las autoridades libias deben cerrar inmediatamente todas las instalaciones de detención de migrantes y dejar de detener a personas refugiadas y migrantes.

Diana Eltahawy

Misiones libias “de salvamento” que ponen vidas en peligro

Entre enero y junio de 2021, los guardacostas libios, respaldados por la UE, interceptaron alrededor de 15.000 personas en el mar y las devolvieron a Libia (más que en todo 2020) en lo que describen como misiones de “salvamento”.

Todas las personas entrevistadas por Amnistía Internacional coincidieron en describir la conducta de los guardacostas libios como negligente y abusiva. Las personas sobrevivientes describieron cómo los guardacostas libios dañaron deliberadamente sus embarcaciones, en algunos casos haciéndolas zozobrar, provocando en al menos dos ocasiones el ahogamiento de personas refugiadas y migrantes. Una persona que vio lo ocurrido dijo después de que los guardacostas libios hicieran zozobrar un bote que éstos grabaron el incidente con sus teléfonos en vez de rescatar a todas las personas sobrevivientes. Más de 700 personas refugiadas y migrantes se ahogaron en la ruta del Mediterráneo central durante la primera mitad de 2021.

Personas refugiadas y migrantes contaron a Amnistía Internacional que, mientras trataban de realizar la travesía marítima, a menudo vieron una aeronave sobrevolándolas o barcos cercanos que no les ofrecían ayuda antes de que llegaran los guardacostas libios.

Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, ha efectuado vigilancia aérea en el Mediterráneo para identificar embarcaciones de personas refugiadas y migrantes en el mar, y utiliza un dron en esta ruta desde mayo de 2021. Las armadas europeas han abandonado en gran medida el mediterráneo central para evitar tener que rescatar las embarcaciones de personas refugiadas y migrantes en dificultades.

Italia y otros Estados miembros de la UE también han seguido proporcionando ayuda material a los guardacostas libios, incluidas lanchas motoras, y están trabajando para establecer un centro de coordinación marítima en el puerto de Trípoli, financiado mayoritariamente por el Fondo Fiduciario de la UE para África.

“A pesar de los abrumadores indicios del comportamiento temerario, negligente e ilegítimo de los guardacostas libios en el mar y de las sistemáticas violaciones de derechos humanos en los centros de detención tras los desembarcos, los socios europeos han seguido brindando apoyo a los guardacostas libios para devolver a personas al mismo lugar del que están huyendo por los abusos que sufren en Libia,” ha declarado Diana Eltahawy.

“Hace ya tiempo que los Estados europeos deberían haber reconocido las indefendibles consecuencias de sus acciones. Deben suspender la cooperación en materia de control migratorio y fronterizo con Libia y, en vez de ello, abrir urgentemente vías a la seguridad para miles de personas que necesitan protección y que en la actualidad están atrapadas allí.”

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